Un sínodo romano para revisar el concilio
El Papa acaba de hacer pública su intención de convocar un Sínodo de Obispos "extraordinario" que va a coincidir precisamente con la última semana de noviembre y la primera de diciembre próximo. Como es sabido, el día 8 de diciembre de este año se cumplen exactamente los 20 de la clausura del Concilio Vaticano Il que ha promovido una gran actividad renovadora y no pocos problemas dentro de la Iglesia.El Sínodo de los Obispos es una asamblea en la que están representadas democráticamente todas las conferencias episcopales del mundo en proporción al número de obispos de cada nación. Una parte siempre minoritaria de sus miembros lo son por derecho propio y en razón de su cargo, como los Cardenales Prefectos de las Congregaciones Romanas. También el Papa puede y suele nombrar por su cuenta algunos participantes con voz y voto, generalmente para equilibrar la representación proporcional de los diversos continentes.
Éste que ahora se anuncia tiene carácter "extraordinario" y está previsto por el nuevo código de Derecho de la Iglesia en el cánon 346, párrafo segundo. Se diferencia de los "ordinarios" en que suele ser convocado "para tratar cuestiones que exigen una resolución rápida" y además en que a él acuden únicamente los presidentes de las Conferencias Episcopales nacionales e internacionales, además de los Patriarcas orientales. Los representantes de los religiosos son tres solamente. El número de miembros es, pues, notablemente inferior.
¿Cuál es la cuestión que exige "resolución rápida" y que el Papa quiere someter a consulta de los representantes de todo el Episcopado? El hecho mismo de que esa representación siempre sea numerosa y de que estén en ella presentes los obispos representantes del llamado Tercer Mundo, hoy día más numeroso, nos libera de cualquier hipótesis de involución de la doctrina conciliar. Al Sínodo acuden sólo los representantes de las Conferencias, pero las preguntas y temas de consulta suelen ser anunciadas con anticipación y discutidas en el seno de cada Conferencia Episcopal. Una Iglesia extendida por todos los continentes, con culturas tan diversas, donde los pastores trabajan para encarnar la fe en la raíz misma del ser de cada pueblo no puede nunca provocar marchas atrás ni suscitar el miedo en los amantes de la libertad del espíritu. Hacer un balance de lo ocurrido o realizado durante estos 20 años, corregir algunos errores y examinar los nuevos problemas, incluso decidirse a convocar otro Concilio, nunca serían noticias pesimistas. El debate y la libertad de expresión dentro de la Iglesia siempre miran al futuro y la acercan a la realidad. Aunque el Sínodo sólo tiene valor consultivo, se hace dificil pensar que el Papa pueda enfrentarse con la mayoría numérica de los obispos que representan a toda la cristiandad.
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