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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Testimonios españoles

El segundo concierto del ciclo inaugural del Año Europeo de la Música estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro Nacional, dirigidos por Cristóbal Halffter, con José Ramón Encinar en la codirección de la Cantata sobre los derechos humanos y la intervención de los solistas Humberto Quagliata, piano, Catherine Gayer, soprano, y Michael Rippon, bajo.Que haya sido la orquesta Arbós la excelente protagonista de un concierto enteramente dedicado a la música española de nuestro tiempo es algo que puede tener dos lecturas distintas: la primera, negativa por cuanto significa, en alguna medida, cierto sestear de las orquestas principales del Estado sostenidas con presupuestos elevados; la segunda, absolutamente positiva, pues significa la resurrección de un conjunto sinfónico que jamás debió permanecer en la UVI durante tantos años.

Año Europeo de la Música

Orquesta Sinfónica de Madrid. Coro Nacional de España. Solistas: Humberto Quagiata, piano; Catherine Gayer, soprano, y Michael Rippon, bajo. Director: Cristóbal Halffter. Obras de Carmelo Bernaola, Tomás Marco, Luis de Pablo y Cristóbal Halffter. Teatro Real. Madrid, 21 de enero.

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Actos inaugurales del Año Europeo de la Música
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La operación recuperadora, sobre la que no se ha llamado suficientemente la atención, se cuenta entre las mejores realizaciones del Ministerio de Cultura.

Tal circunstancia y la contratación de un grupo significativo de instrumentistas extranjeros (hecho habitual en todas partes, por el que, en ningún caso, hay que sorprenderse) han devuelto a la vieja entidad del maestro Arbós posibilidades tan efectivas como la de abordar, bajo la experta batuta de Cristóbal Halffter, un programa erizado de dificultades, con una dignidad que en ocasiones alcanzó niveles de excelencia.

Aparte la calidad del trabajo global, intervenciones como la del trompa Peregrín Caldés en el Adagio de Luis de Pablo dicen mucho sobre el futuro de la Sinfónica madrileña.

Se reponía la Sinfonía número 2 de Carmelo Bernaola, estrenada en 1980 y ligeramente revisada ahora. Es obra representativa de la definitiva madurez del músico vasco, perseguidor a través de su propio lenguaje de esa última belleza artística que preconizaba Juan Ramón Jiménez.

Dominio orquestal

El dominio compositivo y orquestal de Bernaola para decir exactamente aquello que desea, la esbeltez de unas formas más sugeridas que ostensiblemente delineadas, la imaginación sonora de una sustantividad lírica, como puedan tenerla ciertos pintores abstractos en sus mezclas de color, otorgan a la Segunda sinfonía capacidad de resistencia al paso del tiempo.

La cantata Yes, speak out, yes, sobre texto de Norman Corwin, estrenada en la ONU en noviembre de 1968, inaugura una serie de partituras de Cristóbal Halffter en la que, a los procedimientos apuntados en Microfonnas y consolidados en Symposium, se introduce una intención testimonial e ideológica basada en un doble principio: la paz y la libertad. En la misma línea encontramos después Gaudium et spes, el Oficio de difuntos o el reciente Dona nobis pacem.

Halffter expresa, en todo caso, como musico y convierte en materia musical hasta la lectura de algunos artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, gracias a la magistral ordenación del canto, el grito clamoroso y el fondo meditativo.

Sólo a través de RNE se conocía el Adagio de Luis de Pablo, un encargo conjunto de la emisora del Estado y la NOS holandesa para el ciclo Promenos, 1984. La audición directa confirma un momento de dominio sereno del lenguaje, en el que se encuentra el compositor. Hasta lo que tiene la obra de evolutiva investigación sobre las posibilidades de la afinación variable sigue un curso calmado, muy bello, en el que las combinaciones sonoras, de gran cohesión, sustituyen o superan a las acordales para sostener el peculiar melodismo encomendado a la trompa solista.

Escribimos la pasada primavera desde Lisboa (EL PAIS, 16 de mayo de 1984) sobre el segundo concierto coral de Tomás Marco, Espacio sagrado, para piano, coro y orquesta, estrenado durante el Festiva¡ Gulbelkian de Música Contemporánea. El ritualismo que los procedimientos repetitivos, las armonías estáticas y la combinatoria tímbrica tornan casi hipnótico otorga a esta composición un raro poder de atracción. Hay en Espacio sagrado una suerte de destilación de todos los viajes que el inquieto músico e intelectual que es Tomás Marco ha realizado a través de la historia, la cultura y la geografía; sus recorridos, voluntarios o azarosos, por las creencias, las ideas y los mitos; su atención hacia las manifestaciones religiosas y esotéricas de otras culturas.

La integración del solista con el coro y la orquesta, la interesante parte pianística -abordada con sutil entusiasmo por Humberto Quagliata-, el repetitivismo animado por la casi imperceptible pero constante variabilidad y el total sonoro nos captan con la fuerza suave pero persistente del humo de sándalo.

Subrayar que el éxito, en todos los casos, fue total y que Cristóbal Halffter sumó a su triunfo de compositor el de uno de los mejores intérpretes que hoy tiene la música contemporánea europea no es sino reflejar una verdad absoluta. No menos cierta es la calidad del trabajo desarrollado por la Orquesta Sinfónica y el Coro Nacional, que dirigen Sabas Calvillo y Tomás Cabrera.

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