Cristianos de base critican la involución eclesiástica
"Libres al servicio de los hombres, afirmando un no claro a todo lo que signifique hoy en la Iglesia cerrazón, involución y restauración", afirma el documento redactado por los organizadores de I Fórum Hombre y Evangelio, que han organizado durante este fin de semana en Barcelona una serie de actos en los que han participado alrededor de un millar de cristianos de base.La celebración de estos actos ha sido acogida con un cierto recelo por sectores de la jerarquía eclesiástica catalana.
El mensaje de este foro recoge lo que se ha debatido en estos días en distintos grupos de trabajo, y en él se insiste en la necesidad de volver al aperturismo que supuso el Concilio Vaticano II. El documento se opone a la carrera de armamentos y señala que para ello es preciso actuar urgentemente de obra más que "con palabras que se lleva el viento".
En los debates organizados en la mañana de ayer participó el seglar Félix Martí, presidente del Centro Eixemenis, quien manifestó que la "Iglesia posconciliar nos ha desilusionado" y que el mensaje del Vaticano II "se ha ido diluyendo". La intervención de Martí se refirió a la necesidad de que el cristianisifio "luche por la dignidad humana humillada".
En la sesión de la tarde participaron, entre otros, el sacerdote y alcalde comunista de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), Lluís Hernández, y el conseller de la Generalitat Joan Rigol. El tema era La libertad cristiana y la exigencia cristiana de participación en la acción política y social. Rigol, que pertenece a Unió Democràtica de Catalunya (UDC), señaló que para él "hacer política es una proyección a través de mi fe".
Lluís Hernández dijo que "es inseparable el hombre religioso del hombre político". El alcalde de Santa Coloma, que fue expulsado de Ecuador en 1972, lamentó la decisión del arzobispo de Managua de retirar la posibilidad de oficiar misa a tres sacerdotes, ministros del Gobierno sandinista -Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal y Miguel D'Escoto-, y afirmó, que encuentra en el arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany, una actitud de tolerancia, "lo que hace que nunca me haya sentido marginado".
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