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Italia abre la veda de sus servicios secretos

El Parlamento comienza a finales de mes un debate sobre su eficacia, conexiones y procedimientos

Juan Arias

El próximo día 29 se abre en el pleno del Parlamento italiano un debate sobre los servicios secretos. El debate se ha hecho indispensable tras las explosivas declaraciones hechas al diario La Repubblica, el 29 de diciembre pasado, por el jefe de los diputados socialistas, Rino Formica, una de las figuras más discutidas del Partido Socialista de Italia, a raíz del atentado contra el tren Nápoles-Milán. El presidente del Gobierno, Bettino Craxi, ha pedido, por su parte, a los responsables de la inteligencia italiana los documentos en base a los cuales se declararon secreto de Estado una parte de las investigaciones sobre las más espectaculares matanzas de los últimos años, desde la de la plaza Fontana, de Milán, hasta el atentado contra el tren Itálicus o la estación ferroviaria de Bolonia, que se saldaron con centenares de muertos.

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Formica, a los pocos días de la tragedia del tren Nápoles-Milán, dijo: "Nos han advertido con un baño de sangre que Italia no debe moverse sola en el Mediterráneo. Nos han querido decir que Italia es y debe continuar siendo un Estado dependiente. Y nosotros no tenemos unos servicios de seguridad capaces de oponerse a esta dependencia. Nuestros servicios secretos son ineficientes porque así lo han querido los pactos internacionales".El diputado Formica fue más a fondo. Llegó a establecer la hipótesis de que existe un protocolo escrito que sanciona dicha dependencia e inferioridad de los servicios de seguridad italianos respecto de sus otros compañeros de la OTAN. Y por lo que se, refiere a la bomba del expreso, que causó 15 muertos, para Formica se trata de una advertencia al Gobierno italiano, tras el encuentro del presidente Craxi con el líder palestino Arafat, y sugirió que el explosivo hubiera sido colocado con el conocimiento de los servicios secretos israelíes (Mosad).

El semanario L'Espresso ha escrito que "nunca en los años recientes la soberanía nacional había sido puesta en duda de manera tan explícita", y ha llegado a hablar de "cuarta guerra de independencia".

La polémica ha estallado incontenible. El primero en reaccionar ha sido el atlantista a ultranza Giovanni Spadolini, secretario del partido republicano y actual ministro de Defensa. Bajo su presidencia del Gobierno se expulsaron de los servicios secretos a los implicados en la logia Propaganda 2 (P-2) y fueron sustituidos todos los altos mandos.

Spadolini -que estaba precisamente en Jerusalén cuando Formica lanzó sus acusaciones y que había alabado la labor de los servicios secretos de aquel país- se enfureció. Pidió al presidente Craxi que desautorizase a su compañero de partido, Formica. Y negó categóricamente que existiese ningún protocolo que colocase a los servicios de seguridad italianos en estado de inferioridad respecto a los demás servicios de la Alianza Atlántica.

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Por lo que se refiere a los mandos que hoy ocupan la cumbre de los servicios de seguridad de este país, Spadolini ha jurado que ahora son fieles al Estado. El presidente Craxi, probablemente para evitar una crisis de Gobierno, se puso de parte de su ministro de Defensa. Pero Formica no se quedó callado. Y volvió a arremeter afirmando que, aun cuando no se pudiera encontrar ningún documento que pruebe el estado de de pendencia de los servicios de seguridad italianos, el hecho es real. El diputado socialista alega que no es posible que haya habido cinco matanzas en Italia sin encontrar un culpable, y que fugitivos como el neofascista Delle Chiaie puedan estar impunemente en el extranjero sin conseguir su extradición. Formica concluye que los servicios secretos no sólo son dependientes, sino también ineficientes, y precisamente ineficientes en vitud de dicha dependencia. Es decir, que existe la voluntad precisa de que no funcionen. En este punto era indispensable un debate en el Parlamento.

La polémica, en la calle

La discusión se prevé difícil, porque se enfrentarán las dos grandes corrientes políticas de este país, la filoárabe y la filoisraelí. Y en todos los partidos que integran el Gobierno existen partidarios de uno u otro grupo. Los comunistas, en la oposición, que han ido con pies de plomo en este asunto, han advertido ya, mediante un artículo en L'Unità, que es sintomático que en el terrorismo italiano se haya descartado siempre la "pista Israel"; y recuerdan que la comisión parlamentaria que indagó sobre el asesinato de Aldo Moro pudo tener la certeza de un intento, en 1974, de infiltración de los servicios secretos israelíes en las Brigadas Rojas.Mientras tanto, políticos y especialistas analizan la composición de los servicios de seguridad de este país y estudian su nacimiento y su historia reciente. Para unos se trata de unos organismos similares a los de cualquier otro país, dependientes de su importancia económica y política. Otros defienden. que Italia ha aceptado una posición de segundona frente a Estados Unidos, con quien ha existido siempre un acuerdo secreto para evitar que pudiera llegar al poder el partido comunista. Y añaden que esto ha condicionado toda la política de los servicios de seguridad.

Lo cierto es que hasta ayer mismo la autonomía de los servicios de seguridad italianos nunca había sido sometida públicamente a discusión. Sin embargo, el especialista Giuseppe de Lutiis, autor de la obra Historia de los servicios secretos en Italia, afirma que "no conozco ninguna acción de nuestros servicios secretos que haya servido de verdad a los intereses de la República Italiana. Normalmente, cuando actúan, lo hacen en defensa de Occidente contra el peligro comunista, y el valor nacional pasa a segundo plano".

Otros, corno Leo Wollemberg, un observador norteamericano de los asuntos italianos, opinan que sólo Estados Unidos y la Unión Soviética pueden permitirse el lujo de ser independientes de verdad. Todos los demás países, dice, acaban siendo dependientes de uno u otro bloque. El decano de la facultad de Ciencias Políticas de la universidad Católica de Milán ha declarado al semanario Panorama que si, en una hipótesis de ficción, la mayoría del pueblo italiano decidiese salir de la Alianza Atlántica y adherirse al Pacto de Varsovia, "estallaría la III Guerra Mundial". Y añade que, por eso, es mejor "quedarse con nuestra soberanía limitada".

El 'caso Mussumecci'

El problema, sin embargo, es hasta qué punto dentro de esta inevitable situación de obligada dependencia es lícito y posible forcejear para buscar un espacio más autonómico; hasta qué punto se puede permitir la ineficiencia de unos servicios secretos y las acciones habituales de enmascaramiento de los acontecimientos nacionales. Como acaba de suceder con el general Pietro Mussumecci, antiguo subjefe de los servicios secretos militares, que ha sido acusado por haber desfigurado las pruebas de la matanza de la estación de Bolonia, el 2 de agosto de 1980, y haber desviado el atentado hacia una pista alemana.Sobre ese mínimo de respeto y lealtad que los servicios de seguridad deben tener al Estado estará seguramente basado el próximo debate del Parlamento italiano. Y también sobre la injerencia de similares organizaciones extranjeras en el territorio nacional. Roma ha sido en los últimos tiempos el centro de todas las acciones terroristas relacionadas con Oriente Próximo: de las 12 víctimas libias caídas bajo las balas en Italia, 11 han sido asesinadas en la capital.

Sólo en dos casos sintomáticos los servicios secretos italianos han funcionado satisfactoriamente en los últimos tiempos: cuando se trató de liberar de las manos de las Brigadas Rojas a un general de la OTAN, el norteamericano Dozier, y cuando se descubrió a los cuatro terroristas libaneses que estaban preparando un atentado contra la Embajada de Estados Unidos en Roma.

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