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Nueva fase de la crisis bancaria

El Santander encabezó una oferta de ayuda del resto de la banca

El presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, ofreció al gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, la posibilidad de que la banca privada española contribuyera de forma decisiva en las ayudas a proporcionar al Banco Hispano Americano para el reflotamiento del Urquijo-Unión, segun confirmó ayer un portavoz autorizado de aquella entidad. El gobernador del Banco de España contestó a dicho ofrecimiento sefialando la parte positiva del mismo y que era algo a negociar entre el Hispano y el resto de los bancos privados españoles.Emilio Botín justificó dicha propuesta basándose en la solidaridad interna del sistema financiero español -que ya funcionó cuando Banesto se hizo cargo del Banco de Madrid- para mantener la independencia del sector, ya que una intervención de la Administración podría provocar un mayor protagonismo del Estado en uno de los siete grandes bancos nacionales, y con la creencia de que la banca privada española tiene una liquidez suficiente para hacer frente a problemas como éste.

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Tras la última comida de presidentes de grandes bancos, celebrada con la ausencia de Alejandro Albert, que se encontraba en Francia para someterse a los últimos análisis de diagnóstico de su enfermedad, Mariano Rubio contestó a Emilio Botín que no se echaba en saco roto su propuesta, pero que, en todo caso, debía formalizarse tras conversaciones entre el Hispano y el resto de los grandes bancos.

Las razones de solidaridad bancaria y el deseo de que entidades con problemas no fueran a parar a otras manos que las de los siete grandes han movilizado en ocasiones anteriores al grupo de presidentes para presentar ofertas unitarias. El primer caso fue el del Banco de Madrid, cuando Banesto recibió un préstamo del resto de los grandes bancos para reflotar aquella entidad.

Intentos fallidos

El primer fracaso de este tipo de operaciones tuvo lugar cuando no fue posible ponerse de acuerdo para adquirir la Banca López Quesada, que finalmente fue adjudicada a la Banque National de Paris, y que venía a representar el primer caso de crisis de un banco considerado como tal. Posteriormente, el grupo de Banca Catalana fue adjudicado al grupo de los siete grandes bancos, que presentaron un oferta algo mejor que la de la Caja de Pensiones de Cataluña y Baleares y que, además, hicieron valer su condición de aportantes del Fondo de Garantía de Depósitos para inclinar la balanza a su favor.

El Banco Atlántico, que pertenecía mayoritariamente a Rumasa, pasó a manos de un consorcio árabe y del Banco Exterior, a pesar de la oferta del Bilbao y de una cierta presión para que no fuera a manos extranjeras. El resto de los bancos de Rumasa fue vendido a los grandes bancos, precisamente para impedir que los adquirieran entidades extranjeras.

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