Un abogado, golpeado y detenido cuando recriminaba una actuación policial en Madrid
El abogado Carlos Aguirre de Cárcer fue golpeado y detenido por la policía cuando trataba de impedir que un policía nacional propinara patadas a una persona que se encontraba esposada y tumbada en el suelo y que sangraba por la boca. El letrado fue puesto en libertad a las 5.45 de ayer y acudió inmediatamente al juzgado de guardia, donde presentó una denuncia contra los autores de la agresión. Por su parte, la versión policial del hecho asegura, al igual que en el caso del magistrado madrileño Jacobo López Barja de Quiroga, que fue el abogado quien agredió a los agentes
Según consta en la denuncia presentada, Carlos Aguirre de Cárcer y su novia circulaban a las 2.30, en el coche de su propiedad, por la calle de Hortaleza, de Madrid. Al girar por la calle de Gravina, otro coche de color blanco, matrícula M-6565-ED, que se encontraba con las puertas abiertas, les cerraba el paso, por lo que se detuvieron.En ese momento, el abogado y su novia observaron cómo un policía nacional, al que acompañaban otros agentes y personas de paisano, propinaba patadas en diversas partes del cuerpo a un individuo que se encontraba tendido boca arriba en el suelo y con las manos esposadas a la espalda, que sangraba copiosamente por la boca y tenía el rostro ensangrentado. Esta persona, según la denuncia, gemía de dolor y rogaba que dejaran de golpearle.
Ambos descendieron de su vehículo, y el abogado, tras mostrar la documentación que le acredita como tal, se dirigió al policía que golpeaba a la persona que estaba en el suelo y le pidió que cesase en su actitud, al tiempo que se ofrecía a acompañarles a las dependencias policiales para evitar que se siguiera maltratando al lesionado.
Uno de los individuos de paisano, que posteriormente resultó ser funcionario del Cuerpo Superior de Policía, propinó en ese momento, y como única respuesta, un fuerte empujón al ahogado, que cayó contra un vehículo que se encontraba aparcado. Ante la violenta actitud, el abogado mostró de nuevo su documentación y solicitó al que le había golpeado que se identificase. El funcionario le dio un bofetón con la mano abierta en el lado izquierdo de la cara.
El abogado y su novia decidieron trasladarse al juzgado de guardia a presentar la correspondiente denuncia; pero, cuando iban a arrancar el coche, fueron obligados a bajar de nuevo del mismo por los agresores y las dotaciones de otros dos zetas que acababan de llegar. Siempre según la denuncia presentada por el letrado, él y su novia, con violencia verbal, fueron introducidos en el maletero de uno de los coches policiales.
En la comisaría de Centro, en la calle de la Luna, donde fueron trasladados no les permitieron efectuar ninguna llamada telefónica, no les comunicaron el motivo de la detención y no se informó sobre ésta al turno de asistencia del Colegio de Abogados. La joven fue puesta en libertad a las 3.115, y se puso en contacto con el abogado Luis Figueroa. Cuando éste se interesó por su compañero, le dijeron que se encontraba en calidad de retenido.
Durante su estancia en comisaría, al abogado le fue ofrecido en dos ocasiones que, si no presentaba denuncia, no le sería tomada declaración y quedaría en libertad. El abogado se negó a aceptar la propuesta, y le dijeron entonces que tendría que prestar declaración y que podría quedar detenido. El abogado se negó a declarar y exigió la presencia de otro letrado para realizar esa manifestación, pero se le comunicó que no era posible la presencia de letrado por estar retenido, y no detenido.
Sobre las cinco de la mañana, el abogado Figueroa se presentó en la comisaría y los policías ofrecieron a ambos letrados que todo quedaría arreglado con una comparecencia del detenido en la que manifestara su negativa a declarar, sugiriendo veladamente en varias ocasiones que, de lo contrario, existirían elementos de inculpación contra el abogado detenido, pues conseguirían diversos testigos que podrían acreditar que el detenido había obstruido la labor policial y que incluso los policías podían presentar partes de lesiones por haber sido agredidos.
El relato de la policía difiere sustancialmente de la denuncia del abogado. Según esta versión se recibió una llamada en el 091 y una dotación acudió a un bar de la calle Pelayo, donde un desconocido destrozaba el local y agredía e insultaba a los presentes. Cuando el individuo había sido ya capturado e iba a ser introducido en el coche patrulla, se escapó y sólo pudo ser detenido porque resbaló y se golpeó en la nariz. Fue reducido y esposado por su agresividad ya que intentó golpear a los policías.
Forcejeo
"En ese momento apareció un hombre acompañado de una chica y se encaró con el policía, al que insulté y recriminó su actuación a la vez que le propinaba pequeños empujones. Tras exhibir un carné del Colegio de Abogados, solicitó la documentación a los funcionarios policiales, exigiendo que bajo su responsabilidad se le quitaran las esposas al detenido. Al ser invitado a que se apartara y no obstaculizar la labor policial, se negó a ello y se originó un pequeño forcejeo en el que resultó lesionado un inspector del Cuerpo Superior de Policía, que padeció erosión en la cara externa de la mano derecha de carácter leve".
La policía afirma que el abogado fue invitado a ir a comisaría para que prestara declaración y se comprobara su identidad. Según esta versión, existen testigos, que se hallaban en el bar y prestaron declaración en comisaría sobre el caso.
El detenido, J. F. T. G., posee antecedentes penales por delitos contra la propiedad y estaba requerido por dos juzgados.
El 17 de noviembre de 1984, el juez Jacobo López Barja de Quiroga presentó denuncia contra cuatro policías nacionales que le desobedecieron y se negaron a identificarse cuando el magistrado, tras hacer valer su condición, impidió a uno de ellos que siguiera golpeando a un joven en la calle de Agustín de Foxá de Madrid. Sobre este asunto se siguen diligencias en el Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid.
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