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La exposición sobre Clarín en el centenario de 'La Regenta', un intento de reconstruir Vetusta

"Un desafío en Vetusta era un acontecimiento de los más extraordinarios. De tarde en tarde algunos señoritos se daban de bofetadas en el Espolón algún sitio público, pero no pasaba de ahí...". Una pistola parecida a las que debían de utilizar los señoritos de Vetusta, la que usó el duque de Montpensier para dar muerte, en duelo famoso, al infante don Enrique de Borbón, se exhibe junto a su hermana gemela en la Exposición Clarín y La Regenta (1884-1984), en la Biblioteca Nacional, como un intento de reconstruir la ciudad de Vetusta.

La Regenta es para el catedrático José María Martínez Cachero "la segunda mejor novela española, tras El Quijote". Varios estudiosos explican algunos aspectos de la novela en un vídeo proyectado en la exposición, que supone uno de los primeros esfuerzos hechos en España con relación a un escritor y su obra.Para sortear las dificultades evidentes que conlleva el hacer una exposición -algo eminentemente visual- sobre una obra escrita, los responsables -la dirección general del Libro, la Biblioteca Nacional,y la Caja de Ahorros de Asturias- han procurado ambientar la muestra con objetos de la época de Clarín. Por ejemplo, un magnífico estuche de cigarros labrado en plata, del tipo de los que debían de usar los señores del casino de Vetusta mientras jugaban al tresillo o leían la Prensa, o unos gemelos de teatro. "Si Mesía paseaba los gemelos por los palcos y las butacas, seguía Ronzal el movimiento de aquellos que se le antojaban dos cañones cargados de mortífera metralla" -se puede leer en el capítulo VII de La Regenta-. "¡Infeliz de la mujer a quien apuntara aquel asesino de corazones! Señora o señorita, ya la tenía Ronzal por muerta de amor o deshonrada cuando menos..."

Poema de piedra

Para Andrés Amoros, La Regenta es por excelencia la novela española del realismo. Al igual que a partir de Los Miserables, de Víctor Hugo, se puede reconstruír el París de la época, con la Vetusta de Clarín se ha trazado un plano de la ciudad que podría ser el de Oviedo, aunque el escritor Juan Cueto, descendiente de Clarín, considere que Oviedo es la ciudad que ha imitado a Vetusta más que al revés.En ese mapa figura la catedral y su torre, "poema romántico de piedra", desde la que "don Fermin contemplaba la ciudad. Era una presa que le disputaban, pero que acabaría por devorar él solo. ¡Qué! ¿También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo. Lo había ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios? También al Magistral se le subía la altura a la cabeza; también él veía a los vetustenses como escarabajos; sus viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los vanidosos ciudadanos palacios, y eran madrigueras, cuevas, montones de tierra, labor de topo... ¿Qué habían hecho los dueños de aquellos palacios viejos y arruinados de la Encimada que él tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho? Heredar. ¿Y él? ¿Qué había hecho él? Conquistar."

Leopoldo Alas escribió La Regenta en un par de años, cuando tenía 30, "como artículos sueltos, sin quedarme yo con borrador y olvidándome a veces hasta de los nombres de algunos personajes", según carta de Clarín al editor Manuel Fernández Lasanta en 1889. Pero como decía él, "cada cual tiene su manera de matar pulgas". Cinco años antes había escrito a Galdós: "Creo que empieza demasiada gente a escribir novelas y al pensar, de repente, que yo también voy a prevaricar me dan escalofríos."

Contra el insomnio

Las razones por las cuales La Regenta suscitó críticas y sobre todo silencios adversos se han explicado de forma pormenorizada en estudios de especialistas, que coinciden en general en apuntar el carácter de crítico literario de Clarín, lo que le había valido numerosos enemigos, y el retrato para algunos feroz que hace de la sociedad de Oviedo, ciudad que, para Andrés Amorós, debe a esta obra el ser universal.Críticas pintorescas fueron las de Tambor y Gaita, que recomendaba el libro como remedio contra el insomnio; la del padre Blanco García: "disforme relato de dos mortales tomos, que alguien calificó de Arca de Noé, con personajes de todas las especies"; o la del padre Pablo Ladrón de Guevara, que en su recopilación de juicios a 3.000 autores Novelistas malos y buenos sentencia: "En el fondo rebosa de porquerías, vulgaridades y cinismo, según dice un buen crítico, y es cargante en demasía." Los libros en que aparecieron estas críticas, así como otros, con elogios, y las primeras. ediciones de los libros de Clarín, traducciones a otros idiomas de La Regenta y demás, se exhiben en la muestra de la Biblioteca Nacional

En el prólogo a la segunda edición de La Regenta, Benito Pérez Galdós cita a Wieland: "los pensamientos de los hombres valen más que sus acciones, y las buenas novelas más que el género humano". Y precisa: "Podrá esto no ser verdad; pero es hermoso y consolador". Marcelino Menéndez y Pelayo felicita al autor, tras haber leído sólo el primer volumen, por la densidad y precisión de su prosa, por el "diálogo muy sabroso" y por los personajes secundarios. Le reprocha la complicación de los protagonistas y señala: "No me acaban de parecer artísticos ciertos tonos crudos que harán de fijo que las gentes de Oviedo le saquen a usted los ojos".

Poco después de publicada La Regenta, Clarín comentó: "Hasta ahora no puedo quejarme de la crítica, aunque sí de ciertos malos bichos que hacen la guerra sorda del silencio y la murmuración." Ese tipo de crítico encontraba su modelo en Glocester: "Hablaba, siempre que podía, al oído del interlocutor, guiñaba los ojos alternativamente, gustaba de frases de segunda y hasta de tercera intención, como cubiletes de prestidigitador, y era un hipócrita que fingía ciertos descuidos en las formas del culto externo, para que su piedad pareciera espontánea y sencilla. Todo se volvía secretos."

En el año de su centenario, La Regenta ha sido traducida, o está en proceso de serlo, a una docena de idiomas. Para Mario Vargas LLosa es "probablernente la mejor novela escrita en castellano en todo el siglo XIX".

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