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El Gobierno italiano elabora un decreto para multiplicar por 1.000 el valor actual de la lira

Juan Arias

En una conversación informal entre el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, y los periodistas italianos e internacionales, el primer ministro ha anunciado que el año próximo, con toda probabilidad, será el año de la lira fuerte, es decir, que las 1.000 liras de hoy (unas 100 pesetas) se convertirán en una lira. Se habla incluso de cambiarle el nombre, llamando a la nueva lira "zecchino", cequí en español.

Según ha indicado Craxi, el decreto ley que puede introducir esta importante novedad está ya preparado. Todo dependerá de si la tendencia de la inflación a bajar registrada este año, en el que por primera vez se está llegando a un solo dígito de inflación (un 9%), seguirá en pie. Porque es evidente que la introducción de la nueva lira podrá hacerse únicamente en el caso de que exista la seguridad de que la inflación se ha reducido a niveles europeos y de que no quede duda alguna sobre la evolución positiva de la economía.La decisión, sin embargo, no pasará sin dolor. Son muchos los políticos y economistas que no la ven con buenos ojos. Recuerdan el ejemplo francés, no siempre positivo. Se teme que con la lira fuerte pueda volver a agudizarse el problema de la inflación, ya que en dichos casos, aseguran los expertos, se tiende a redondear los precios hacia arriba.

Sin embargo, las ventajas de la nueva lira serían en primer lugar prácticas, ya que hoy es un grave problema trabajar en las grandes contabilidades con tantos ceros; sena un acicate para mantener firme el timón de la economía y del desarrollo industrial, y, por último, la nueva lira crearía una buena imagen psicológica hacia el exterior del proceso económico y monetario de este país.

Y la noticia ya ha despertado el humor de los italianos. Un diario escribía, por ejemplo, que el año próximo será fácil para los italianos rehacerse una vida, ya que, decía, "bastarán 150.000 liras para comprarse un buen piso, 10.000 para comprarse un coche, 1.000 para un televisor en color y 1 lira para beberse una cerveza".

Vigilancia fiscal

Mientras tanto, para los comerciantes estas Navidades no se presentan muy alegres. Primero por la aprobación reciente del decreto Visentini sobre los impuestos, que les obligará desde el 1 de enero a pagar las tasas como a los demás ciudadanos, cosa que la mayoría no hacía desde hace una eternidad. Y en segundo lugar, porque por las ciudades más importantes, por ejemplo en Roma, se ha desparramado toda una serie de equipos de guardas de finanzas, disfrazados de civiles, que, tras haber entrado en las tiendas fingiendo comprar regalos de Navidad o hacer las compras para los banquetes de estos días, sacan sus carnés a la hora de pagar, dejando blancos a los propietarios.Las primeras informaciones afirman que aún en el centro, en los mejores comercios, más del 30% ha resultado en flagrante irregularidad fiscal. Dos son los delitos más frecuentes: la falta de recibo fiscal y el peso del papel en el que se envuelve el producto, pagado como mercancía, cosa que teóricamente está prohibida en este país, donde el peso del papel en el que se envuelve, por ejemplo el jamón, no debe superar los tres gramos.

Por este motivo ha sido cerrada hace días la pastelería más famosa de la capital, la de la plaza de Euclide, mientras ha sido anunciado por falta de "recibí" fiscal el cierre de la pizzeria también más famosa de Roma, La Sagrestia, a dos pasos de la plaza del Panteón.

Probablemente el ministro de Finanzas, el republicano Visentini, ha querido indicar enseguida a los comerciantes que la batalla entablada contra ellos para que sean como los demás trabajadores no va a ser sólo teórica, como sucede con muchas leyes en este país, sino muy concreta y eficaz.

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