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La 'guerra de los crucifijos parece resuelta en Polomia

La llamada guerra de los crucifijos -ocupación durante dos semanas de la escuela de formación profesional de Wloszczowa para protestar contra la retirada de las cruces de las clases- concluyó, en parte, el pasado domingo, tras la intervención del obispo auxiliar de la diócesis de Kielce, Mieczyslaw Jaworski, quien convenció a unos 300 alumnos y a dos sacerdotes para que abandonasen las aulas ocupadas. Sin embargo, ayer no hubo clases. Las autoridades seguían inspeccionando la situación de las instalaciones educativas, y nadie sabía qué será de los crucifijos que los estudiantes dejaron colgados en la escuela tras su partida.

El pasado viernes por la noche, la televisión polaca difundió después del telediario de las 19.30 un programa especial titulado Wloszczowa, afines del siglo XX, que recogía la ocupación de la escuela de esa pequeña ciudad, situada 250 kilómetros al sur de Varsovia. En 17 aulas de la escuela de formación profesional, los alumnos colgaron crucifijos, que fueron retirados por la dirección.El pasado 2 de diciembre, los alumnos ocuparon la escuela. Dos curas se sumaron a la ocupación. Uno de ellos, Marek Labuda, sacerdote joven con pelo afro, aparecía en el reportaje de la televisión polaca varias veces en primer plano. El cura tocaba la guitarra y cantaba canciones con los jóvenes, que decían "queremos los crucifijos".

El director de la escuela explicaba ante las cámaras que la enseñanza es laica en Polonia y que, por tanto, no se permiten cruces en las escuelas públicas. Este era el argumento de las autoridades contra la presencia de los crucifijos.

Durante la primavera pasada, una guerra similar se produjo en la escuela de agricultura de la ciudad de Mietne. Concluyó con el compromiso de que no habría cruces en las aulas, aunque se permitirían en los locales del internado adjunto.

Azuzar los ánimos

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El conflicto de las cruces dejaba en una posición difícil a la jerarquía eclesiástica, que desea evitar una sensibilización de las masas católicas, todavía conmovidas por el asesinato del padre Jerzy Popieluszko. La curia de Varsovia evitó pronunciarse sobre el conflicto de Wloszczowa con el argumento de que se trataba de una cuestión local de la diócesis de allí.

La dirección de la escuela acusaba a los curas de instigar el conflicto y de aprovecharse de los jóvenes. "No surgió de forma improvisada", declaró Julián Lis" director de la escuela, quien acusó a los curas encargados de las clases de catecismo -que se imparten en las aulas eclesiales, al margen de la enseñanza oficial- de azuzar los ánimos. El pasado domingo, tras una entrevista del obispo auxiliar de Kielce, los jóvenes aceptaron abandonar su huelga-ocupación.

Accesos cortados

Los accesos a Wloszczowa a los periodistas extranjeros habían sido cortados por la policía. Los jóvenes de la escuela se negaban a hacer declaraciones a la Prensa, y alegaban que "la juventud no tiene confianza".

El conflicto suscitado en torno a la presencia del crucifijo en las aulas produce irritaciones entre la Iglesia y el Estado de Polonia. Sin embargo, la línea marcada por el cardenal primado, Jozef Glemp, se impone en el episcopado, pese a encontrar resistencias entre algunos miembros del clero bajo. "Glemp está convencido de que la Iglesia no puede mezclarse en política", comentó en Varsovia a este periódico un seglar próximo al primado. El nuevo objetivo que se ha fijado Glemp es la tercera visita del Papa a Polonia, que está prevista para 1987, con motivo del congreso eucarístico, que esta vez se celebrará en Gdarisk. Juan Pablo II tendrá así oportunidad de visitar las diócesis del norte de Polonia, que en anteriores visitas, quedaron excluidas del trayecto por sus riesgos políticos.

El primado Glemp parece haber dominado la crisis producida por el asesinato de Popieluszko, y en la curia de Varsovia están incluso satisfechos por la forma en que el Gobierno del general Wcjciech Jaruzelski y el ministro del. Interior, general Czeslaw Kiszczak, llevan el caso.

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