Polémicos planes para constriur un tercer aeropuerto en Londres
La conversión de Stansted, un pequeño aeropuerto situado en la bucólica campiña de Essex, a unos 80 kilómetros al noreste de Londres, en el tercer gran aeropuerto de la capital británica ha provocado una tormenta política que promete dominar la vida parlamentaria del Reino Unido a lo largo de 1985.Todo ha empezado con la publicación de las conclusiones de una comisión de encuesta sobre la política de aeropuertos en el Reino Unido, un tema que ha coleado durante los últimos 30 años y que afecta por igual a gobiernos laboristas y conservadores.
El informe recomienda la designación de Stansted, un pequeño aeródromo utilizado para vuelos charter, con un movimiento de pasajeros estimado en 500.000 al año, como tercer gran aeropuerto de: Londres (después de Heathrow y Gatwick), con un incremento de su capacidad hasta los 15 millones de pasajeros por año.
El informe propone igualmente el aumento de la capacidad de Heathrow -el aeropuerto internacional más activo del mundo-, de 38 millones de pasajeros hasta 53 millones en los años noventa, con la construcción de una quinta terminal (la cuarta será inaugurada el próximo invierno).
Nada menos que 225 miembros del Parlamento de todos los partidos, entre los que se encuentran 93 conservadores, han hecho saber al Gobierno su intención de votar en contra de las propuestas contenidas en el informe Eyre -el jurista Graham Eyre ha presidido la comisión de encuesta- cuando la Cámara de los Comunes debata el informe a principios de 1985. El Gobierno no hará conocer su decisión final sobre el mismo hasta el próximo verano.
El asunto del tercer aeropuerto de Londres contiene todos los ingredientes de un menú político de primera clase. En él se juntan razones ecológicas, políticas, económicas y sociales. Los ecologistas han sido los primeros en poner el grito en el cielo. El Consejo para la Protección de la Inglaterra Rural ha calificado los resultados del informe de "grave desilusión", y la Asociación para la Preservación de Essex y North Hertfordshire- ha manifestado su "horror" ante tal decisión y ha anunciado su intención de continuar la lucha en contra de la ampliación de Stansted, una lucha en la que son verdaderos veteranos, ya que la primera batalla se libró hace ahora 20 años. Pero el argumento no sólo es ecologista, sino que tiene raíces profundamente políticas. Se trata del eterno debate entre el deprimido norte y el rico sur de Inglaterra.
La alternativa a Stansted y Heathrow era la potenciación de los aeropuertos regionales de Manchester y Birmingham, zonas de amplio índice de paro. El consorcio de aeropuertos regionales del norte de Inglaterra ha.deciarado que la recomendación del informe de Eyre supone "un golpe devastador" para las zonas deprimidas.
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