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La odisea de unos marineros

Clima favorable entre las autoridades nigerianas para conceder el indulto al capitán del 'Izarra'

FERNANDO ORGAMBIDES ENVIADO ESPECIALEl capitán del buque Izarra, José Luis Peciña, condenado a muerte en Nigeria por un doble delito de contrabando de gasóleo, será probable mente indultado y repatriado a España en fecha sin determinar, ya que la voluntad del Consejo Supremo Militar nigeriano, órgano que controla el país, va por esa dirección, se asegura en Lagos. No obstante, en medios diplomáticos acreditados en la capital nigeriana se estima "decisivo" el encuentro que mañana sostendrán en Lagos el presidente de la República, Mohamed Buhari, y el emisario español, teniente general Manuel Díez-Alegría, portador de un mensaje del rey Juan Carlos solicitando la clemencia

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Las autoridades nigerianas pretenden, en el caso del capitán Peciña, dar un escarmiento a los extranjeros que vienen, desde hace años, utilizando este país africano como campo de operaciones ilegales y fraudulentas, con el consiguiente perjuicio para la economía nacional. Hoy día, casi un año después del golpe militar que acabó con el régimen anterior, esta economía se recupera lentamente y con dificultades de las secuelas de la corrupción.No existen en Nigeria fricciones contra España ni contra su actual Gobierno, sino más bien ánimos de cooperación, hasta el punto de que el Consejo Supremo Militar vería de buen grado una próxima visita de los Reyes de España a este país, lo que supondría un refortalecimiento en el plano internacional de sus gobernantes.

El comandante general Mohamed Buhari, máximo representante del país, y su segundo, el también comandante general Tunde Idiagtan, son dos "militares honestos" que pretenden poner en buen lugar el orgullo nigeriano y acabar con las operaciones ilegales que, pese a las severísimas leyes actualmente vigentes en el país, aún protagonizan súbditos extranjeros.

Buhari -igual que Idiagtan, que para algunos observadores es el hombre fuerte del país- no es un líder como otros dictadores africanos, sino un alto jefe de las fuerzas armadas. Fue ministro del Petróleo con el anterior régimen militar y que se ha comprometido a sacar al país del caos económico y a imponer la disciplina.

"Una mina de oro"

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Buhari e Idiagtan, así como el resto del Consejo Supremo Militar, se han propuesto terminar con la idea de que Nigeria es "una mina de oro para los extranjeros". Muchos de estos extranjeros, en su mayoría europeos occidentales, en connivencia con altos personajes de las finanzas nigerianas, se dieron cuenta de lo que iba a ocurrir tras el golpe de Estado y desaparecieron.

Otros, pese a ser advertidos e incluso recriminados antes de cualquier acción legal contra ellos -como en el caso del naviero español José María López Tapia, armador encubierto del Izarra- hicieron caso omiso de ellos. Las consecuencias, según los medios consultados, son que hoy López Tapia vive en España y que "un fiel capitán como Pecifia tiene que pagar las consecuencias y la humillación" en una cárcel nigeriana.

Pecifia, de 56 años, permanece en un centro de retención en Port-Harcourt, localidad costera, con otros condenados extranjeros y nigerianos, entre estos últimos, altos cargos del régimen anterior. Su situación es de incertidumbre, si bien tiene grandes esperanzas de que el caso se arregle y pronto pueda regresar su casa en Algorta, en Vizcaya. Peciña es un "honorable profesional del mar", según personas en Nigeria que le conocen, que durante 22 años ha servido con lealtad a su anterior empresa, la petrolera Esso. "Su gran fállo", según estas personas, "fue servir con la misma lealtad a López Tapia".

Nigeria, un año después del golpe, es un Estado militar-policial, con fuertes restricciones para sus visitantes y con una severa ley para nativos y extranjeros, que corren un grave riesgo de permanecer el resto de sus vidas en prisión o ser ejecutados si son sorprendidos en irregularidades, especialmente en lo que se refiere al tráfico ilegal de divisas o contrabando. La mayoría de los países occidentales tiene ciudadanos en cárceles nigerianas, aunque por diferentes delitos, que van desde el contrabando hasta el tráfico de cocaína.

Sin embargo, el único país que ha hecho gestiones a alto nivel ha sido España, lo que ha sorprendido incluso a Estados Unidos. El embajador norteamericano en Lagos, que sigue el caso de una ciudadana estadounidense, se interesó el viernes por los contactos que va a mantener en esta capital el teniente general Díez-Alegría.

Los nigerianos que tienen algo que temer huyen cuando se les citan dos siglas: la NSO (Nigerian Security Organisation, servicio de información policial) y la WAl (War Against Indiscipline), el decreto que promulgó el pasado 30 de marzo el gobierno militar para acabar con la corrupción.

España, con una colonia de 250 personas, es un país prácticamente desconocido en Nigeria, y lo sería del todo si sus habitantes no conocieran que el jefe del Estado es el rey Juan Carlos y si no existieran tres vuelos semanales de Iberia. El papa Juan Pablo II, que visitó ya Nigeria, es la figura internacional más popular de este país de 100 millones de habitantes y gran mayoría católica. El español más conocido después del rey es el jugador de golf Severiano Ballesteros.

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