_
_
_
_

Una amenaza de bomba retrasa la entrega a Desmond Tutu del Premio Nobel de la Paz

La ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz al obispo negro surafricano Desmond Tutu, celebrada ayer en el aula magna de la universidad de Oslo, se vio perturbada por una amenaza de bomba que obligó a retrasar algo más de una hora su comienzo. Una llamada teIefónica anónima advirtió de la existencia del artefacto en el local, cuando todo estaba dispuesto para iniciar el acto y ya se encontraban en el aula la familia real y las personalidades invitadas del Gobierno, la cultura y la política noruegas.

Si bien no se dio mucho crédito a la amenaza, como medida de precaución las autoridades procedieron al desalojo de la sala y, por primera vez en la historia de los premios Nobel, la puntualidad -y para algunos la tranquilidad- faltaron a la cita.A Desmond Tutu, acostumbrado a la violencia del régimen de Suráfrica, el episodio no le inquietó. Quizás sus palabras de agradecimiento al recibir el premio -"si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?"-, fueran una alusión al incidente.

Comprobada la inexistencia de la anunciada bomba, la normalidad y los participantes en el acto retornaron a la Universidad, donde se celebró la ceremonia. En un primer momento, se consideró la posibilidad de efectuar la entrega del premio en la calle adyacente a la Universidad.

Egil Orvik, presidente del comité Nobel del Parlamento no ruego, que otorga el premio, destacó los méritos y los motivos de la distinción otorgada a Tutu.

Éste, acompañado de su familia y sus amigos entonó una canción africana y pronunció unas palabras de agradecimiento que concluyó con la cita mencionada.

La presencia del obispo negro en Noruega ha suscitado grandes simpatías, pero también fuertes polémicas. Al mismo tiempo que se le otorgaba el premio, se dieron a conocer en Noruega cifras que rebelan que el intercambio comercial de este país con la República de Suráfrica ha alcanzado, en lo que va de año, sus niveles más altos.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los paíes nórdicos, entre ellos Noruega, han criticado el régimen surafricano y han apoyado las sanciones decididas en los organismos internacionales, entre las que se incluye el boicoteo económico. Responsables del Gobierno noruego interpelados por esta actitud respondieron que les resulta imposible controlar si, por ejemplo, el petróleo que venden a una compañía determinada va a parar o no finalmente a Suráfrica. Desmond Tutu, que no se anda con rodeos para decir la verdad sobre el sufrimiento de su pueblo, respondió que no acepta esa doble moral. El aislamietno económico es una herramienta muy efectiva contra el régimen de su país. "Estoy pidiendo ayuda al mundo para evitar, antes de que sea tarde, un verdadero baño de sangre en mi país", ha dicho reiteradamente este hombre que ha sido premiado por su lucha no violenta.

Desmond Tutu fue agasajado anoche con una cena en Oslo y el miércoles hablará en la Universidad de Estocolmo.

Más información en la página 31

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_