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Más de dos millones y medio de andaluces trabajan fuera de la región en que nacieron

Más de 2,5 millones de andaluces trabajan y viven fuera de la comunidad en que nacieron. Cerca de la mitad de este número vive en Cataluña, donde se producen especiales problemas de integración, según se ha puesto de manifiesto en el I Encuentro Mundial con las Asociaciones Andaluzas de Emigrantes, celebrado el pasado fin de semana en Sevilla. En el curso de las reuniones, el presidente de la Junta de Andalucía expuso que "el retorno de nuestros emigrantes sigue siendo una meta irrenunciable" pero no ocultó que las condiciones económicas de Andalucía continúan representando un fuerte obstáculo para el retorno.

A estas jornadas, organizadas por la Dirección General de Emigración, organismo dependiente de la Consejería de Trabajo de la Junta de Andalucía, asistieron 300 emigrantes en representación de 115 organizaciones, bien casas o centros andaluces en España o el extranjero, bien peñas flamencas u otras agrupaciones de carácter cultural. Las jornadas han tratado de estudiar la mejor forma de organización y apoyo a estas asociaciones, pero al tiempo han servido para explicar al detalle el fenómeno de la emigración andaluza.En la emigración andaluza, la transoceánica no tiene apenas significación. De los españoles que trabajan en América sólo un 5% son andaluces. Los grandes latigazos de emigración andaluza se producen en el primer quinquenio de la década de los cincuenta, a las zonas en expansión industrial de España, y en los sesenta, a los países europeos desarrollados.

Mano de obra no especializada

En los años cincuenta, la rápida industrialización de zonas como el País Vasco y Cataluña creó una fuerte demanda de mano de obra no especializada. Ello, unido a la falta de oferta de trabajo en Andalucía, dio lugar a un fortísimo movimiento migratorio, que no se ha detenido hasta hace pocos años, cuando la crisis ha limitado esa oferta de trabajo. Como consecuencia de aquello hoy existen 939.000 andaluces en Cataluña, 321.000 en Madrid, 200.000 en la Comunidad Valenciana, 67.000 en el País Vasco y otros 73.000 distribuidos por otras comunidades autónomas.Según se explicó en la ponencia La emigración andaluza, los mayores problemas de adaptación se producen en Cataluña, donde se ha desarrollado, según la misma ponencia, la "tesis del biculturismo". De acuerdo a esto, al emigrante andaluz no le quedan más opciones que disfrazar su condición de origen, renunciando a su cultura para alinearse con el nuevo medio, o la afirmación nostálgica de la propia identidad. Lo primero crea una pérdida de identidad, mientras que la segunda actitud ha dado lugar a una especie de estandarización folclórica de la cultura andaluza. Esta segunda posibilidad está fuertemente empujada por el hecho de que la mayoría de los andaluces que viven en Cataluña lo hace en barrios periféricos, invierten así en guetos, y les distancia de toda posibilidad de intercomunicación con la cultura y forma de vivir catalanas.

Frente a esta dicotomía, estas jornadas han apostado por una dinámica cultural basada en la comunicación y el intercambio cultural entre el inmigrante y el medio en que vive. Este fenómeno se ha producido de forma natural en las otras dos comunidades en que más andaluces viven, Madrid y la Comunidad Valenciana.

Respecto a Europa, el movimiento migratorio andaluz viene a representar el 30% del total de España y tiene sus principales países de acogida en Francia (175.000), República Federal de Alemania (68.000) y Suiza (40.000). En total son 373.000 los andaluces que trabajan en países europeos distintos de España. En todas estas naciones se presentan problemas de integración de mayor o menor importancia, y últimamente se ha observado en ellas el deseo de aplicar lo que ha sido conocido como el efecto limón: favorecer, impulsar e incluso presionar el retorno de los emigrantes ahora que ya no son necesarios. ("Primero se estruja, después se tira", de ahí el nombre de efecto limón.)

Emigración temporera

En la actualidad, la falta de oferta en otros lugares, producto de la crisis, ha frenado la emigración permanente, pero subsiste la emigración temporera. Entre ésta, la principal es la vendimia, en especial en Francia y La Mancha, que ocupa a más de 20.000 personas, cerca de la mitad de las cuales son aportadas por la provincia de Granada. Siguen en importancia las campañas del espárrago en Navarra y La Rioja, la de la fruta en Lérida y la campaña de hostelería en época turística en Cataluña, Baleares y Málaga.Estos ciclos migratorios no provocan pérdida de identidad cultural, pero sí contribuyen a perpetuar un atraso escolar en los hijos de las familias que se incorporan a los mismos, porque suelen llevarlos con ellos y rompen así su curso escolar.

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