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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otra vez el terrorismo

EL ASESINATO terrorista en Bilbao de Santiago Brouard, dirigente de Herri Batasuna, es un nuevo y repugnante atentado contra la convivencia democrática en este país. Las circunstancias concretas que lo han rodeado -el médico fue vilmente agredido cuando pasaba consulta- contribuyen a resaltar la miseria moral de los asesinos. Se ha producido una nueva víctima de esa sanguinaria intolerancia que amenaza con destruir las raíces de la convivencia en Euskadi. Presidente del Partido Popular Socialista Revolucionario (HASI), diputado electo al Parlamento vasco y teniente de alcalde del Ayuntamiento bilbaíno durante la anterior legislatura, Santiago Brouard, Santi, era un médico pediatra y una persona altamente estimada por su afabilidad personal y su trabajo profesional. Reunía las condiciones de un líder, y ya que tantas veces estas columnas han disentido incluso acremente de sus planteamientos y de sus convicciones, es preciso poner hoy de relieve lo execrable del acto que ha acabado con su vida, la aberración humana y política en que han incurrido una vez más los sembradores de violencia.Es demasiado pronto para analizar la explicación del asesinato. La circunstancia de que el crimen haya sido perpetrado un 20 de noviembre carga de ominosas e inquietantes connotaciones la coincidencia entre esa fecha y la muerte del dictador Franco. La posibilidad de que la autoría corresponda a Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), hasta ahora afincados en suelo francés para la explotación de su sangriento negocio, plantearía con mayor dramatismo los graves interrogantes de la opinión pública -no aclarados aún de forma convincente por el Gobierno- acerca de la génesis, la financiación, el avituallamiento y la dirección de esa banda criminal. No cabe descartar la eventualidad de que, como en la fábula del aprendiz de brujo, los asesinos a sueldo de los GAL hayan podido escapar al control de sus patronos y actúen como una rueda loca en este pavoroso drama.

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El asesinato de Santiago Brouard puede afectar al proceso negociador con ETA

En cualquier caso habría que preguntarse quién gana con este atentado. Desde luego, la democracia y la paz no. Va a ser preciso derrochar prudencia, imaginación y buen hacer político para que este asesinato no lleve al paroxismo la espiral de la violencia en Euskadi. Aun con todas las diferencias que existen entre las zonas de conflicto, el fantasma del Ulster, entendido como confrontación violenta en el seno de una sociedad civil dividida por el odio ideológico y la incomprensión sectaria, debe inquietar y atemorizar a todos los que intuyen que el porvenir de la democracia y de las libertades en España es indisociable del futuro del País Vasco. En los actuales momentos, las instituciones de la comunidad autónoma están casi paralizadas por las divisiones internas del Partido Nacionalista Vasco y por los intentos de otras fuerzas políticas de utilizar esos conflictos en su provecho. El atentado de ayer incide, por lo demás, en un proceso negociador comenzado el pasado verano por el Gobierno de Madrid tendente a pacificar el País Vasco, lograr la reinserción social de no pocos ex militantes de ETA y dar una salida política y no sólo policial al conflicto. Ahora nadie duda de que todo va a ser más difícil. Pero quizá aprendan la lección quienes defendían, en su fuero interno y aun en sus declaraciones, la existencia de un terrorismo de respuesta, una especie de terrorismo bueno, antietarra, frente al otro terrorismo malo, etarra. Los hechos demuestran que fuera de la acción de la ley y del escrupuloso respeto a las normas democráticas no hay solución en libertad para el problema vasco. No son mejores los asesinos de Brouard que los del senador socialista Enrique Casas, ni éstos que los de aquél. Pero la extensión de la criminalidad política puede dar al traste en pocas fechas con las esperanzas de pacificación abiertas recientemente. El Gobierno vasco y el de Madrid necesitan dar respuesta a este reclamo urgente de los ciudadanos: seguridad en la democracia. Y detención y castigo de todos los terroristas.

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