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El nuevo rumbo de la Iglesia católica

Reforma, sí; cambio, no

Juan Arias

Existe la impresión de que es precisamente con las conferencias episcopales como tales con quienes encuentra mayores dificultades y mayores sinsabores la curia romana en este momento. Sobre todo con las del Tercer Mundo, para quienes el conflicto había sido como el principio de su autonomía local. El cardenal Ratzinger insiste, en su entrevista a la revista Jesús, que es necesario un recambio de la clase episcopal en la Iglesia. Que hacen falta obispos que sepan oponerse con fuerza a las modas del mundo y al ateísmo.Este recambio dependerá mucho de la posibilidad de un nuevo concibo. Al parecer, ya se está estudiando la carta geográfica del episcopado mundial para ver cuánto queda del episcopado que vivió el concilio como protagonista y cuántos son los obispos que podrían afrontar un concilio como gente nueva.

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La contrarreforma del Vaticano II

Sólo cuando pueda contarse con un episcopado nuevo en su mayoría podría probarse la nueva aventura. Por el momento, las conferencias episcopales como tales podrían constituir la mayor sorpresa del posible concilio.

El 'revolcón' de Juan XXIII

Baste recordar que cuando Juan XXIII convocó el Vaticano II, como recuerda muy bien en su entrevista el cardenal Ratzinger, fue la curia la primera que se puso en seguida al trabajo, aunque ésta había pensado aquel concilio en clave de condena de todo un rosario de herejías existentes en aquel momento en la Iglesia.

Juan XXIII le dio un revolcón a aquella visión pesimista del concilio y lo presentó en la línea de un gran diálogo de la Iglesia con toda la humanidad. De ello se lamenta ahora el cardenal Ratzinger, cuando escribe: "Llegada la convocatoria del concilio, la curia romana preparó con empeño toda una serie de esquemas que después fueron arrinconados". Y añade que "con el concilio, como se advierte en aquellos esquemas de la curia, no se pretendía tocar un depósitum fidei que se daba por descontado".

Es ésta la crítica que hace hoy Ratzinger al posconcilio: que ha alterado la doctrina fundamental de la fe católica.

La convocatoria de un concilio se realizaría actualmente bajo el signo de la restauración, para poner remedio a los resultados negativos del Vaticano II y también, sobre todo, para afianzar ciertas convicciones del Papa, como la del desafio de la doctrina social de la iglesia contra el peligro del marxismo en el Tercer Mundo, la defensa de los derechos humanos, sobre todo de la libertad religiosa, la batalla contra el aborto, el divorcio y la eutanasia. En el fondo, un desafío a un mundo contemporáneo que el Papa considera sin fuerzas para reaccionar, sin autoridades mundiales capaces de intervenir y en grave peligro de exterminio atómico.

Afirmaciones graves y categóricas

Juan Pablo II, en su viaje reciente a Milán para celebrar la figura de san Carlos Borromeo, el gran reformador tridentino, ha hablado también de reforma, puntualizando que: "San Carlos Borromeo, como todos los santos, quería una reforma católica en la Iglesia, y no un cambio de la Iglesia católica", y añadió una frase durísima que hace eco a las palabras como regímenes de terror.- "La cultura de hoy a veces nos contradice", dice el Papa, "de modo blasfemo; otras, sonríe de modo irónico; ninguna manipulación, pues, ninguna interpretación acomodadora para adaptar el Cristoal gusto de las culturas. Nos divide un mundo cultural".

Son afirmaciones graves y categóricas que dejan signos de luz atrás, el concilio de Juan XXIII y de Pablo VI, y que difícilmente la mayoría del episcopado mundial se atrevería a rubricar. Esto podría ser hoy por hoy lo único capaz de frenar la convocatoria de un nuevo concilio: la incógnita de cómo podría reaccionar el episcopado mundial a este ímpetu de restauración anticonciliar.

Quizá se espere aún a un recambio generacional más a fondo en la jerarquía eclesiástica mundial.

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