Un consorcio con buenas relaciones
La sociedad comanditaria Flick controla empresas con una plantilla de 42.560 personas, que el año pasado realizaron un volumen de ventas de 20.300 millones de marcos (1,137 billones de pesetas). Entre 1969 y 1980, según las anotaciones del jefe de contabilidad del consorcio, encontradas durante una inspección fiscal, la casa Flick gastó 25 millones de marcos (1.400 millones de pesetas al cambio actual) en pagos a políticos, partidos y fundaciones.Entre las empresas que controla el consorcio figuran varias perlas de la industria alemana: 96% de la siderurgia de acero fino Buderus, un 10% de la Daimler Benz (fabricante de los automóviles Mercedes), compañías de seguros y un largo etcétera de sociedades.
El escándalo Flick se puso en marcha con la venta de un 30% de su paquete de acciones de DaimIer Benz al Deutsche Bank, por valor de casi 112.000 millones de pesetas. El consorcio no pagó 46.400 millones de pesetas de impuestos derivados de la venta de acciones porque consiguió del Gobierno la declaración de utilidad pública para una serie de inversiones efectuadas con las cantidades evadidas al fisco. El ministro de Economía, conde Otto Labsddorff, acusado de recibir sobornos de la firma, se vió obligado a dimitir.
Entre los beneficiarios de los donativos y sobornos de Flick, según las anotaciones del contable, figuran ahora todos los partidos parlamentarios de la República Federal de Alemania, con excepción de los verdes.
Los mayores beneficiarios fueron los democristianos (CDU/ CSU), que se llevaron 15 millones de marcos (840 millones de pesetas). A continuación, están los liberales, con 6,5 millones de marcos (364 millones de pesetas), y luego los socialdemócratas (SPD), con 4,3 millones de marcos (241 millones de pesetas).
Estas cantidades se repartirán directamente a políticos, a fundaciones próximas a los partidos, a organizaciones benéficas de forma ficitaria para obtener deducciones fiscales y por otras múltiples vías.
El propietario del consorcio, Friedrich Karl Flick, de 57 años, es un personaje conocido más por sus aficiones cinegéticas y escándalos que por su actividad como industrial. Fue condenado a siete años en el proceso de Nurenberg por su cooperación con el nazismo en la guerra.
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