Una vida junto a la ficción
François Truffaut había nació en París el 6 de febrero de 1932. Hijo de un arquitecto y de una periodista, realizó su primer largometraje (Cuatrocientos golpes) en 1955. Antes había desempeñado ocupaciones tan dispares como la de recadero, mozo de almacén, oficinista, soldador, crítico cinematográfico y ayudante de Roberto Rosellini durante tres años.Casado con Madeleine Morgenster en 1957, Truffaut permaneció durante muchos años vinculado a la actriz Catherine Deneuve, a la que dirigió en La sirena del Misisipí, en 1969. En el momento de su muerte se encontraba junto a él la actriz Fanny Ardant, su compañera de los últimos tiempos y protagonista de Vivamente en domingo.
Su primer largometraje mereció el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes, además de otros ocho galardones. Defensor de la ficción como base del cine, en la veintena larga de filmes que rodó se recogen innumerables temas surgidos de la vida cotidiana. Algo tan diario y próximo a él como el mundo del cine fue el tema elegido para La noche americana, filme rodado en 1973 con el que conseguiría el Oscar de Hollywood.
En una reciente entrevista publicada en EL PAIS, François Truffaut hablaba de este amor suyo por la ficción: "En mi trabajo me guía el odio al documental, y el documental es el que nos muestra las cosas o los seres sin el comienzo de una ficción... Hay que imitar a los pintores y rodar de manera que el lienzo sea invisible. En los westerns, cuando los héroes llegan a un monte bajo y sus siluetas se recortan sobre un fondo oscuro, me parecen creíbles, pero cuando veo el cielo, dejan de serlo".
En sus filmes, las mujeres tienen un papel predominante, salvo en el ciclo de películas sobre Antoine Doinel, el niño protagonista de Cuatrocientos golpes que personalizaba al propio Truffaut. "Siempre he creído", decía en la citada entrevista, "que las historias, los relatos, podían construirse en torno a una mujer, porque las mujeres conducen la intriga de forma más natural que los hombres. Al contrario de lo que ocurre con los westerns de Ford, en los que en el momento en el que ocurre algo (atacan los indios...) se esconde a las mujeres debajo de la diligencia mientras que los hombres se pelean. Si yo rodase un western me las compondría para que las mujeres no permanecieran debajo de la diligencia. De lo contrario, tendría la impresión de que no ocurre nada en la pantalla".
Sobre la dirección cinematográfica, Truffaut aseguró en distintas ocasiones que ésta debía ser siempre un placer antes que un deber, y los temas deben ser por el propio instinto antes que por la presión ajena. El realizador francés rechazaba con estos argumentos tanto las modas cinematográficas como las demandas de politízación en sus filmes. Sobre este último punto añadió que nunca había votado, ni pensaba votar, ni se había ocupado de formalizar sus documentos para poder hacerlo. "La política y la religión son dos disciplinas a las que me considero ajeno".
Babelia
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