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EL DEBATE DEL MARTES SOBRE 'EL ESTADO DE LA NACIÓN'

El principal acto parlamentario del año estará centrado sobre los mismos problemas que ocuparon el debate en 1983

El martes, cinco días antes de que se cumplan dos años de la victoria socialista, comenzará en el Congreso el segundo debate sobre política general, o debate sobre el estado de la nación. Previsiblemente, los mismos temas que marcaron la discusión parlamentaria de septiembre de 1983 estarán presentes este año, aunque con una diferencia significativa: todos los grupos políticos aceptan, implícitamente, que este acto abre un largo período preelectoral. Ello marcará sustanciales diferencias en el tono y en la valoración de las cuestiones: Para el Gobierno, el debate significa cumplir un compromiso y la renovación de "una útil experiencia", cuando los sondeos hablan de cierto descenso de popularidad. Para los restantes grupos no será tan sólo una oportunidad de ataque a los socialistas, sino también una prueba para ellos mismos.

Todos los portavoces parlamentarios pasaron el fin de semana ultimando las líneas generales de sus intervenciones ante el pleno de la semana próxima, que se extenderá de martes a jueves. Aunque ninguno de ellos quiso, manteniendo una tradición inaugurada el pasado año, desvelar la táctica y la estrategia a emplear en el debate, parece evidenteque la mayor parte de los temas abordados en el acto similar de 1983 volverán a estar presentes en el hemiciclo, y así lo evidencia el contenido de la comunicación enviada el pasado lunes por el Gobierno a las Cortes.Miquel Roca, cabeza de la operación reformista, opina que "el debate tiene muchísima trascendencia; es una prueba que marca la cotización de los líderes, y esta cotización durará ya todo el año político". Roca, según él mismo admite en privado, tiene mucho que ganar en un debate centrado principalmente en las figuras del jefe del Gobierno, Felipe González, y del principal líder de la oposición, Manuel Fraga. Con ventaja de tiempo sobre Adolfo Suárez y el comunista Santiago Carrillo -treinta minutos frente a diez minutos cada uno-, Roca aspira a convertirse, según fuentes próximas a la Minoría Catalana, en un tercero en discordia, rompiendo así cualquier "tentación de enfoque bipartidista".

El contenido de la comunicación del Gobierno a las Cortes fue, lógicamente, estudiado previamente por el presidente con algunos de sus ministros, pese a que el portavoz gubernamental, Eduardo Sotillos, negó que el tema del debate sobre el estado de la nación hubiese sido abordado por el Gabinete antes del último Consejo de Ministros, el pasado miérceles. Fue calificado de "vacío" y "falto de ideas" por los diferentes grupos de la oposición, algo que, de cualquier manera, había ocurrido también el año precedente.

La comunicación muestra un notable optimismo sobre las posibilidades de recuperación económica, aunque se admite que el crecimiento económico internacional "no alcanza cotas suficientes para recuperar empleos y reducir el grave problema del paro". ("Hoy creo poder afirmar que hemos detenido la caída del paro", afirmaba Felipe González el 20 de septiembre de 1983). Sin embargo, se hace una referencia al Acuerdo Económico y Social (AES), que "debe favorecer un clima estable en las relacio,nes industriales y laborales, propiciar la inversión y desarrollar medidas directas para la creación de nuevos puestos de trabajo". Haya o no gustado al Grupo Popular, la firma del AES y las posteriores medidas para desarrollar este acuerdo -contratación temporal- suponen un acuerdo con las palabras de Fraga en el debate del año pasado, donde reclamó "medidas de flexibilización" como, único medio de crear empleo.

Reforma y contrarreforma

Sin embargo, y como ya ocurrió en septiembre de 1983, las cifras que ofrezca el presidente sobre mejoras en la balanza de pagos, crecimiento del PIB y en el índice de inflación, podrán ser contestadas por la oposición con otros datos económicos menos positivos, reproduciéndose una guerra de números ya conocida en el anterior debate sobre el estado de la nación. Como último -y polémico- punto en este apartado, se cita la necesaria -por el proceso de integración a la CEE- reconversión industrial, "apuntándose, al mismo tiempo, pasos en la reindustrialización".Fuentes del Gabinete insistieron en que una parte importante de los ministros del equipo González mostró su inclinación para que el discurso del presidente no se centre este año en datos económicos, como ocurriera en la ocasión anterior. "Sería necesario que se incluya un mensaje de esperanza, centrado en otras áreas, cara a los dos próximos años", dijo a EL PAÍS un ministro, que mostró su preocupación ante el hecho de que la comunicación no haga referencia a aspectos culturales, del medio ambiente o de defensa de la paz.

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De acuerdo con la comunicación enviada a las Cortes, el presidente se referirá a los progresos en el campo de la defensa de las libertades, donde se incluyen la aprobación de las leyes de habeas corpus, asistencia letrada al detenido, y reforma del enjuiciamiento criminal -tema previsiblemente polémico, por cuanto roza los aumentos en el índice de criminalidad y supone hablar de la contrarreforma emprendida por el Gobierno en este campo-

Las medidas antiterroristas la objeción de conciencia y el derecho de rectificación se encuentran también en este apartado de aportaciones gubernamentales durante el año transcurrido. También se habla del "esfuerzo sin precedentes" para dotar al poder judicial de los medios precisos, y para asegurar su independencia mediante el proyecto de ley orgánica del Poder Judicial, ya enviado al Parlamento, pero que aún no ha comenzado a debatirse.

El descontento generado por este proyecto en el seno del Consejo General del Poder Judicial, lo mismo que las reacciones adversas de otros sectores sociales ante proyectos como las medidas para la reforma de la función pública, la LODE o la libertad sindical serán otros tantos caballos de batalla en la intervención de Manuel Fraga, según fuentes del Grupo Popular.

Una de las zonas más polémicas en este debate se encontrará, sin duda, en el apartado de política exterior.No aparece ninguna referencia explícita a la OTAN, limitándose a subrayar que "en los próximos meses, en función de los intereses nacionales y de nuestros compromisos con los países occidentales, se adoptarán decisiones definitivas en materia de alianzas". Pese a esta ambigüedad, fuentes solventes insisten en la probabilidad de que, en su intervención inicial, o en el curso del debate, Felipe González "dé un paso más" en su camino hacia la permanencia en el club atlántico.

Ello liga cualquier decisión última sobre la permanencia en la OTAN a la efectiva adhesión a la CEE, que no ha podido concretarse en este otoño de 1984, como esperaba el Gobierno hace un año. La comunicación, en todo caso, insiste en el "especial empeño" puesto por el Ejecutivo en llevar a buen fin "la voluntad nacional de integrarnos definitivamente en Europa", subrayando que "es notorio el avance conseguido" y sin olvidar hacer referencia a "ciertos problemas irresueltos". Serán estos problemas, precisamente, los que centren, sin duda, otra buena parte del debate.

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