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No vale la pena romperse la cabeza contra la pared

Vaya susto se llevaron ayer aquellos que pensaban que todo iba a ser un camino de rosas hasta que se fueran apagando lentamente los ecos de las dulces melodías interpretadas por demasiados violines de primera línea. La ducha de agua fría que obligó al índice general de la Bolsa de Madrid a efectuar un retroceso de 1,85 puntos fue un castigo cuya contundencia no era muy esperada.Aquellos analistas más prudentes, que esperaban al lunes o martes para comprobar la evolución de la actitud de los inversores extranjeros (en el fondo se temían lo peor), tenían toda la razón, a pesar de que los criterios optimistas terminaron por contagiar a casi todos los operadores.

Lo cierto es que las órdenes de venta del exterior se dieron cita general en la sesión de ayer. Los expertos consideran que esta avalancha de realizaciones de beneficios se ha debido, por una parte, a los resultados del análisis llécnico efectuado por los grandes inversores institucionales -que inevitablemente apuntaban a las realizaciones de beneficios- y que si no se habían producido durante la inflexión a la baja de la pasada semana se debió al retraso en la toma de decisiones con que siempre actúan aquéllas. Por otra parte, quizá el efecto psicológico principal a la negativa valoración que el prestigioso Wall Street Journal hacía en su edición del martes respecto a la situación española.

Sin embargo, aunque la Bolsa no haya sido capaz de absorber todo el papel y se rompiera el fondo de resistencia, más significativamente en eléctricas, banca y comunicaciones, pocos expertos apuestan por un cambio de tendencia, a la que continúan calificando de alcista. Frente a un desarrollo a corto plazo de suaves subidas, con algunos puntos de retroceso -producto coyuntural de realizaciones de beneficios-, se está imponiendo otra teoría bastante más pesimista: un suave goteo a la baja, con algún repunte también de signo coyuntural. Las dos hipótesis, por consiguiente, son algo así como el positivo y el negativo de la misma película.

En todo caso, los operadores comienzan a tomar sus precauciones ante la posibilidad de cortarse los dedos con la sierra de cada día que se avecina. Con el fondo de las aguas enturbiado por los previstos vaivenes, los tiburones se mueven muy a gusto, por lo que la nueva etapa no dejó de causar cierta sensación de alegría entre los mejores especuladores.

Aunque la sorpresa impidió ayer que los habituales tuvieran ganas de escuchar más noticias, lo cierto es que se anunció que el próximo día 19 Transportes Ferroviarios Especiales (Transfesa) repartirá un dividendo a cuenta del ejercicio 1983/1984 por valor de 60,275 pesetas brutas o 50 pesetas netas.

Para aquellos que necesitan alguna inyección de optimismo, conviene recordar que el descenso de los tipos de interés se está generalizando, y ya no solamente para los clientes preferentes, sino para los ciudadanos de a pie, lo que, unido al esperado aumento de los beneficios empresariales y al mejor tratamiento fiscal para las inversiones en renta variable, no encajan con un descenso continuado de la Bolsa, a pesar de que la actual marejada debe suponer una mayor atención para los ahorradores, ya que a partir de este momento los resultados de las sociedades deberán empezar a contar de una manera más acusada.

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