El Ministerio de Defensa no logra imponer sistemas objetivos para seleccionar los ascensos al generalato
El Ministerio de Defensa no ha logrado hasta el momento poner en práctica unos sistemas objetivos para seleccionar profesionalmente a los militares más aptos para ascender a los últimos grados del Ejército de Tierra, especialmente al generalato. Tras las últimas clasificaciones para el generalato, han sido varios los jefes militares que se mostrado desacuerdo con las selecciones efectuadas, basadas fundamentalmente en datos subjetivos reflejados anualmente en las hojas de calificación por los mandos, en muchos casos influidos por la situación política del régimen anterior, según aseguran algunos de los perjudicados. En otros casos, los escogidos parecen auténticos superhombres.
El problema de la selección para el generalato, que ahora se hace anualmente por promociones enteras, se ha agravado en estos meses, coincidiendo con el inicio de los trabajos de clasificación de los militares pertenecientes a la décima promoción de la Academia General Militar -ahora son tenientes coroneles de entre 50 y 52 años de edad-, ya que, si bien en las anteriores promociones era seleccionado el 40% de los integrantes de cada promoción, en el caso de la décima sólo será seleccionado el 25%, dentro de la política gubernamental de restringir los accesos al generalato. Esta restricción ha originado el correspondiente recelo entre los militares de la décima promoción. Tras algunos intentos de Defensa por objetivar las distintas evaluaciones, la selección de cada promoción se inicia con la publicación anual en el Diario Oficial del Ejército de la Norma Específica de Clasificación. En ella se convoca a los miembros de cada promoción para ser sometidos a un examen médico, se fija el porcentaje de los que serán seleccionados y se indica la fecha de reunión de la Junta de Clasificación, encargada de escoger a los más aptos. La junta está integrada por 18 jefes militares de las distintas armas, presididos por un general. En el caso de la décima promoción, el presidente es el general Fernando Bendala, ex jefe de la División de Inteligencia del Ejército.
Los 'superhombres'
Como base documental para efectuar la selección, los 18 miembros del tribunal cuentan con los informes personales reservados de clasificación -conocidos en el mundo castrense como IPREC- y las hojas de servicio, en las que se recogen los destinos, cursos, arrestos, medallas y otras circunstancias profesionales. Los IPREC, elaborados anualmente por los mandos de cada unidad sobre cada uno de sus subordinados, son hojas con 22 casillas cada una. Las casillas corresponden a otros tantos conceptos, valorados de la A a la E, de mejor a peor. En las valoraciones de los conceptos -entre los que se incluyen la entrega a la profesión, la capacidad de análisis, la sensatez o la confianza de los superiores- existe una lógica influencia subjetiva del calificador, y en este sentido, algunos jefes aseguran que resultan perjudicados aquellos militares que, durante el régimen político anterior, se destacaron por mantener tesis aperturistas.
Por el contrario, se dan casos incomprensibles, en los que otros militares resultan evaluados con la A en todas las casillas, lo que equivale a decir, de acuerdo con los textos de las propias casillas, que esos militares son, entre otras cosas, "extraordinariamente vigorosos", "incansables", "muy dinámicos y siempre dispuestos", "totalmente entregados a la profesión", "dueños de sí mismos en todas las situaciones", "siempre dispuestos al sacrificio de sus propios intereses", "extraordinariamente dotados para la concepción brillante y original de ideas", "con extraordinarias dotes para la organización", que "despiertan el apoyo entusiasta de sus subordinados", que "merecen absoluta confianza", son "extremadamente correctos con sus subordinados"...
Valores profesionales
Además de esos conceptos, los 18 miembros del tribunal juzgan y valoran la trayectoria profesional de los jefes militares, a la vista de sus hojas de servicio, una vez suprimidos de éstas los nombres. En este caso, tampoco existen criterios objetivos para valorar destinos o cursos realizados. Si un miembro del tribunal valora como 15, por ejemplo, la realización de un curso de paracaidista, para otro ese mismo curso vale sólo dos puntos, y así lo refleja cada uno en u clasificación. Actualmente, y por este motivo, los militares más jóvenes desconocen qué cursos o destinos deben tener para realizar una mejor carrera profesional. Los resultados emitidos por la Junta de Clasificación son enviados al Consejo Superior del Ejército y, una vez ratificados por éste no cabe ningún recurso contra la selección. Los elegidos realizan después el curso de mandos superiores o de aptitud al generalato en la Escuela Superior del Ejército.
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