Jordi Solé Tura: "La izquierda catalana es como un países de ciegos"
Jordi Solé Tura tiene complejo de ex: ex diputado, ex concejal, ex redactor de la Constitución. Este catedrático de Derecho Político de la Universidad de Barcelona se ha transformado, sin embargo ("muy a pesar mío", asegura), en el principal punto de referencia de la izquierda catalana real. Convencido de que "pese a la desorientación que impera, Cataluña aún es de izquierdas" propone que en las próximas elecciones autonómicas haya un candidato único de izquierda que pueda derrotar a Jordi Pujol. "La idea no es producto más que del sentido común. El formularla no significa necesariamente asumir su protagonismo. En realidad, mi vocación política es escasa. La política me gusta relativamente, poco. Pero ocurre que la izquierda catalana es como un país de ciegos", afirma
Pregunta. En el seno del Partit dels Socialistes y hasta en su propio partido se le critica la "precipitación" y el sesgo que supone proponer, recién iniciada esta legislatura, una candidatura unitaria para las elecciones autonómicas de 1988. ¿Por qué aborda con tanta antelación el aspecto electoral?
Respuesta. Los partidos de izquierda están a la defensiva y quieren reforzarse como tales. Invertir esta situación es un imperativo, si se quiere hacer política de izquierdas. Los partidos son débiles, están aislados, se han quedado en meras estructuras electorales. La izquierda no entiende muchos de los nuevos fenómenos sociales; corre el riesgo de seguir dispersa, sin emitir un mensaje que diríamice al ciudadano; parte de ese mensaje debe ser que se puede desplazar a Pujol desde la izquierda- Para lograrlo hay que ser capaz de presentar un candidato común.
P. ¿Hay, pues, un grave desfase entre los planteamientos de la izquierda y los problemas de la sociedad?
R. Lo hay. La izquierd a aparece dividida. Estamos dejarido el terreno a una derecha que, por ejemplo, puede hacer de Cataluña otra cosa: elevarla sobre- el me-sianismo de Pujol; enfrentarla al resto de España; crisparla y obesionarla con el victimismo. Empieza ya a establecerse una divisióri entre catalanes buenos y malos, en función de la fidelidad a Pujol. A algunos socialistas se les niega la patente catalana. Todo ello es definitivo y peligroso. La izquierda tiene que ser clara e intransigente, rechazar postulados semejantes, transmitir bien sus grandes ideales de justicia, igualdad, solidaridad, libertad, de comunidad. No lo consigue porque no ha resuelte, bien sus problemas de base, es decir, cómo es posible luchar por estos ideales en una sociedad como la de finales del siglo XX.
P. Pero es impensable: un modelo conjunto para la izquierda en España...
R. En el actual equipo dirigente del PCE hay clara conciencia de la necesidad de una oposición dura, sin que ello suponga cerrar las puertas a una futura unidad o colaboración. Sería un error que el PCE pensara sólo en el enfrentamiento frontal y sin concesiones con el PSOE. Es posible que las relaciones PSOE-PCE empujen a una mayor división en Cataluña. Sin embargo, la izquierda catalana sabe lo que es perder en su conjunto. Mucha gente. no entiende el porqué de las divisiones. Desean que en Cataluña alguien le plante cara a Pujol. Y ven que los partidos de izquierda no lo hacen.
P. ¿Cree usted que la izquierda corre peligro de retroceder electoral y sociológicamente todavía más?
R. Existe el riesgo de que la izquierda pueda perder en 1987 algunas alcaldías importantes, entre ellas la de Barcelona. Razones no faltan. El poder de la Generalitat es el que menos desgasta; la diferencia de votos en Barcelona es mínima; no se aprecia en qué la izquierda se distingue del Gobierno Pujol, porque ocurren cosas, como los últimos incidentes con TV-3, y los partidos se callan; la izquierda está abotargada, carente de medios; la situación fiscal del Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, es apurada. La derecha puede ganar ciudades importantes, como Lérida y Gerona. Y un año después, las elecciones autonómicas, con una izquierda desunida y sin áreas de poder. ¿Se imagina?.
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