El editor de Panero
En carta del 28 de septiembre, el editor Antonio José Huerga arremete, con menos razones que obcecada incomprensión, contra un comentario mío al libro Dos relatos y una perversión, de Leopoldo María Panero, publicado en la colección narrativa que dirige. Hubiera hecho caso omiso de su insultante arrebato si no fuera porque me adjudica un supuesto ataque al propio Panero. "( ... ) La crítica del libro está escrita en un 75% contra la persona del escritor tratado, y no acerca de la obra en cuestión", dice. Nada más falso para quien sepa leer. En mi comentario traté, sí, de señalar los paralelísmos entre la vida y la obra de Panero, opción interpretativa que, si a menudo resulta insulsa, me pareció fructífera en esta ocasión. De manera que el contenido relato de las peripecias del escritor, que me interesó recalcar, no era gratuito, y además no era en absoluto descalificador; al contrario, creo que mis líneas traslucían una evidente simpatía hacia su trayectoria, aun cuando señalaran aspectos de la misma que no comparto. La carta de este editor, asiduo polemista en esta sección, transmite dos tipos de impresiones: la del tratante preocupado por la publicidad de su negocio y la de la nodriza hipersensible a cuanto sucede a su pupilo. Me parece, sin embargo, que Panero no merece que su editor le defienda como objeto de compraventa, ni necesita que le amamanten.Sobre el resto de las quisquillosas o tergiversadas objeciones de Huerga, procuraré ser breve. Pida explicaciones a EL PAIS (y no a mí), que fue quien incluyó el precio equivocado del libro. No me he detenido a contar las erratas del libro, pero, sin duda, estorban más de la cuenta, cosa además corriente en tan infatuado y negligente editor. Por otro lado, no sea mendaz y lea su propio libro para comprobar que Panero no cita a Nerval. No sea tampoco fantasioso adjudicándome también a mí lo que no digo (puesto que afirmo que es la edición, y no uno de los relatos, la que ha incorporado las ilustraciones). Por último, no muestre tan mala fe como para acusarme de afirmar algo que Panero afirma de sí mismo y que considero una excelente estrategia: "De todos son conocidas mis liberalidades -yo diría mejor mis libertades- que me tomo al traducir: corrijo más que traduzco".-
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