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RELIGIÓN

La 'teología de la liberación' provoca tensiones en Roma entre los responsables de la ortodoxia católica y los obispos peruanos

Juan Arias

Juan Pablo II recibe hoy en audiencia privada a la asamblea plenaria del episcopado peruano, presente en Roma. Un total de 44 obispos del país latinoamericano se llevan reuniendo desde el martes, mañana y tarde, con los altos responsables del antiguo Santo Oficio, presididos por el cardenal Joseph Ratzinger, para hablar de la teología de la liberación. El clima es muy tenso, hasta el punto de que el dominico padre Huertas, un componente del grupo minoritario defensor de esta interpretación evangélica, ha sufrido un infarto y ha tenido que ser hospitalizado urgentemente en la clínica romana Villa Stuard. Ratzinger intenta arrancar al episcopado peruano una condena formal de la teología de la liberación, tal y como es expuesta por su máximo teórico, Gustavo Gutiérrez.

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Para despistar a los medios informativos, las reuniones de los obispos peruanos con el cardenal Ratzinger se han celebrado no en el edificio de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como hubiera sido lógico, sino en el cercano colegio Agustinianum. Sólo un periodista de agencia logró colarse el martes durante unos minutos, hasta que fue descubierto e invitado a abandonar inmediatamente el lugar. El cardenal Ratzinger, encargado vaticano de vigilar la ortodoxia del pensamiento católico, está empujando para que los obispos acepten el documento que le ha preparado la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero los obispos resistieron el martes. Primero pidieron poder votar fuera de la reunión del colegio Agustinianum, solos y con voto secreto, como en el concilio: con el "placet", "non placet" o "placet iuxta modum".

Pero los obispos peruanos, que no habían conseguido ponerse de acuerdo en su patria sobre una posición unánime acerca de la teología de la liberación y de los libros del teólogo Gustavo Gutiérrez, tampoco se han puesto de acuerdo en Roma. El documento que les ha preparado el ex Santo Oficio, una especie de letanía con 10 errores acerca de la teología de la liberación, les parece a los obispos aún más duro que la misma instrucción publicada por el Vaticano semanas atrás sobre "algunos aspectos de la teología de la liberación". Y ya sobre aquel documento la Conferencia Episcopal peruana había sido una de las que no había enviado a Roma su adhesión oficial.

Por eso, ayer parecía que los obispos del país andino estaban dispuestos, con tal de no votar sobre el documento que le ha presentado el cardenal Ratzinger, a aceptar la instrucción emanada de Roma y aprobada por el Papa.

Las objeciones principales que hace el episcopado peruano al documento que está intentando hacerles aceptar el cardenal Ratzinger es que no refleja lo que para ellos es la verdadera teología de la liberación; que la sarta de errores doctrinales que les han presentado para la firma no tiene nada que ver con la doctrina defendida, por ejemplo, por el sacerdote Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación, y, por último, que no les parece lógico que si ya en Perú no habían podido llegar a una conclusión unánime sobre un tema tan delicado, menos lograrán hacerlo en pocos días, en Roma, encerrados con una comisión del ex Santo Oficio.

Discurso del Papa

Según algunos obispos que pertenecen a lo que podría denominarse ala moderada, ni a ellos les gusta esta especie de proceso al que les quiere someter Roma. Por ello se espera con mucho interés el discurso que el papa Juan Pablo II les dirigirá hoy. Por la tarde volverán a reunirse de nuevo con la Congregación para la Doctrina de la Fe para intentar in extremis llegar a un acuerdo de compromiso. A la congregación, que vela por la ortodoxia de la doctrina católica, le está resultando cada vez más difícil imponer a los episcopados del Tercer Mundo, comprometidos en una dura y difícil pastoral con los más pobres, una línea doctrinal abstracta. Ellos la rechazan como extraña al proceso de renovación que están llevando a cabo en aquellos países donde el problema no es el dogma, sino la justicia social, y donde las comunidades de base, al revés que en Centroeuropa, no están en la línea de una contestación a la jerarquía, sino que, al revés, colaboran con ella estrechamente.

Lo mismo ocurre con los sacerdotes y teólogos que trabajan codo a codo con sus obispos, a quienes defienden y por quienes se sienten sinceramente defehdidos. Se ha visto en Roma con los cardenales brasileños semanas atrás, cuando vinieron a apoyar a su teólogo Leonardo Boff. Y se está notando ahora con los obispos peruanos, a quienes la Congregación para la Doctrina de la Fe no ha conseguido arrancarles una condena contra su compatriota Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación.

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