La sierra de Madrid, entre la saturación y el abandono
La sierra de Madrid no es toda igual. Hay dos clases de sierras: la sierra rica y la sierra pobre. La sierra privilegiada por la inversión económica se extiende al oeste y suroeste de la región, en los contornos de las elevaciones del Guadarrama, mientras que la sierra infradotada de servicios ocupa el cono norte, en plena Somosierra, donde cabe exceptuar, y asimilar a la otra sierra, algunos puntos de la cornisa de Navacerrada (oeste) y el pueblo de Buitrago (en el centro). Cuando el madrileño se escapa a la sierra, va, por lo general, a la sierra rica.
Esta sierra está a tope, ha llega do prácticamente a su techo de ocupación fija, aunque, según el director general de Turismo de la Comunidad de Madrid, Joaquín Pujol Bella, "aún puede cuadruplicar su turismo, si se consigue afianzar el turismo de otoño e invierno". La mayor parte de quienes se dirigen a esta sierra no son turistas, sino personas que van a su casa, a su segunda vivienda. No obstante, el turismo ocupa "al 100% las plazas hoteleras", según datos de la Dirección General de Turismo de Madrid.
Las autoridades regionales señalan que la sierra, en general, y principalmente la sierra más poblada, sufre una constante amenaza de agresión. Esta amenaza se materializa a veces de forma notable, como en el caso de la contaminación de las aguas del pantano de San Juan durante este año.
La población censada se multiplica por 15
La sierra oeste y suroeste ofrece al madrileño su proximidad, buenos accesos viarios, un lugar de veraneo tradicional y unos ayuntamientos que, en general, tienen suficiente presupuesto para hacer frente a las necesidades más básicas. La Comunidad de Madrid, este año, no ha subvencionado a ninguno de estos pueblos, y "se ha volcado más en la sierra norte", manifiesta el director general de Servicios de Cooperación Local de la comunidad madrileña, Juan, Ferrara Sarmiento.
Los principales problemas de la sierra oeste durante el verano son el de la insuficiencia de agua, por el exceso de población, y el de los saneamientos, inadecuados al crecimiento urbano de estos pueblos.
Según los datos oficiales, hay localidades que multiplican enormemente su población censada. Miraflores de la Sierra, de 1.381 habitantes, se multiplica por 15 y pasa en verano a 30.000. Cercedilla se multiplica por 12, de 3.823 habitantes pasa a tener 45.000 en verano, así como Pelayos de la Sierra, que crece de 1.200 habitantes censados a 13.000 en verano. Guadarrama se multiplica por seis, de 6.484 pasa a tener 40.000 habitan tes en el mes de agosto. Resulta frecuente que la población se cuadruplique o quintuplique en otros pueblos: Buitrago pasa de 1.159 habitantes a 5.000 en verano; La Cabrera, de 840 pasa a 6.000; Robledo de Chavela pasa de 1.670 a 10.000. La sierra oeste ha crecido por el empuje de las urbanizaciones, en muchos casos consentidas y carentes de la infraestructura más elemental, que crearon un irracional exceso de población, y provocaron una alarmante insuficiencia de servicios.
Su deterioro va en aumento. La sierra de Madrid "es un territorio de aguas contaminadas, donde, hasta ahora, quedaba limpio el río Alberche, y ya está empezando a sufrir el mismo daño", afirma Ferrara. Las autoridades de la comunidad madrileña pretenden atajar la contaminación en esta zona con un plan de depuración que se inscribe dentro de una planificación más amplia. "De las 40 depuradoras que hay en la región, sólo unas 25 son útiles. Está mal planificado su reparto, ya que nos unos pueblos contaminan a otros", describe Ferrara.
Y al Norte, el abandono
La sierra norte está más virgen, y en ella no hay apenas turismo, ni asentamientos de segunda vivienda. Acaso algún campista Y los hijos de los que se han quedado en ella, cuando suben a ver a sus padres, hacen que su escasa población aumente un poco en algunas temporadas. La vida familiar en este territorio se basa fundamentalmente en el rendimiento de un poco de terreno en el que pastan ocho o diez vacas.
Hay que reconvertir, mancomunar, suprimir municipios, impulsar la ganadería moderna, según el criterio del Gobierno regional. "Estos pueblos son tercermundistas", define Ferrara. "Tienen problemas de agua, de alcantarillado, de asfaltado, de todo. Hace poco más de un mes que hemos puesto la luz en Redueña. De esta falta de servicios se salvan unós pocos pueblos, como Buitrago y los del valle del Lozoya (Navacerrada, El Paular...)". La necesidad de agua corriente (red de distribución, colectores, depósitos) constituye el principal problema de estos municipios, como denotan las peticio nes de sus ayuntamientos a la comunidad madrileña y las aportaciones que les han sido concedidas, según datos del pasado mes de abril.
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