Los sindicatos británicos apoyarán económicamente a los mineros en huelga
El conflicto de las minas de carbón, en huelga desde hace seis meses, se encona día a día pese a los esfuerzos del Gobierno y de la patronal por debilitar al sindicato nacional minero (NUM).
El líder sindical Arthur Scargill no ha conseguido todavía arrancar a los trabajadores de la electricidad la promesa de realizar cortes en el fluido eléctrico, pero sí ha logrado que la solidaridad de la federación de sindicatos (TUC) se traduzca en algo más que palabras: el TUC aportará semanalmente 150.000 libras (32,7 millones de pesetas) al fondo de los mineros en huelga.La semana número 28 de este prolongado conflicto se inauguró ayer en el sur de Yorkshire con un duro enfrentamiento entre la policía y más de 5.000 integrantes de piquetes, que produjo un grave saldo de 18 heridos, entre los que se encuentra el diputado de la oposición laborista Kevin Barron, golpeado por la policía, según sus declaraciones. Durante más de cuatro horas, los huelguistas bombardearon a los agentes con botellas y ladrillos.
Para desanimar aun más al Gobierno, los capataces de las minas pueden decidir esta semana, por primera vez en la historia, unirse al paro. Los capataces, que cuentan con su propio sindicato, se han sentido agredidos por la decisión de la patronal de retirar el sueldo a aquellos que no se arriesguen a cruzar los piquetes de los trabajadores. "No lo están intentando con el suficiente ímpetu", alega la empresa. La consecuencia más inmediata ha sido la convocatoria de un referéndum entre los 17.000 capataces. Si deciden iniciar su propio paro, obligarán a cerrar las minas que aún están en producción con mineros que desafían a su propio sindicato.
Las leyes británicas relativas a la seguridad impiden que nadie trabaje sin la presencia de un capataz. Los primeros resultados parciales -los definitivos no se conocerán hasta el próximo viernes- parecen indicar una mayoría de partidarios del paro.
El punto muerto en el que se encuentran las negociaciones, el deterioro de la situación a nivel social, y el enorme coste económico de la huelga, han hecho que se empiecen a oír las primeras voces independientes, que critican a los líderes sindicales pero también, y casi con mayor dureza, a la patronal.
MacGregor, cuestionado
El líder del Partido Liberal, David Steel, ha pedido que dimita el presidente de la Empresa Nacional del Carbón, lan MacGregor. El recién ordenado obispo de Durham, doctor Jenkins, afirmó en su discurso de toma de posesión que los mineros no debían ser derrotados y que MacGregor es uno de los principales obstáculos para llegar a un acuerdo. Las declaraciones del obispo anglicano han obtenido el respaldo de otras Jerarquías de la Iglesia, incluido el arzobispo de Canterbury, doctor Runcye, que apoyó a su colega.Cuanto más tensa y complicada es la situación, menos soluciones se vislumbran. Portavoces próximos a la primera ministra han afirmado públicamente que la situación ha llegado a tal punto que es absolutamente imposible consentir que Scargill gane. La primera ministra Margaret Thatcher parece decidida a mantener a MacGregor y a doblegar a los mineros, cueste lo que cueste, porque se juega en ello no sólo sus ideas políticas, sino también su prestigio personal de irreductible dama de hierro.
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