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El Papa advierte a los países ricos que serán juzgados por Dios y por los pobres

Juan Arias

Desde Edmonton, la ciudad canadiense del petróleo, capital de AIberta, la provincia más rica de este país, Juan Pablo II amenazó ayer a los países ricos del mundo afirmano que un día serán juzgados por Dios y por los pueblos pobres y explotados. El Papa usó palabras muy duras en el contexto solemne una misa en la que quiso que se leyese la página del juicio universal en la que Dios afirma que juzgará a los hombres no por lo que han hecho a él, sino por lo que han hecho o negado a los otros hombres.

Y lo más importante es que, contrariamente a la lectura que tantas veces se ha hecho en la iglesia de esta terrible página del Evangelio, el Papa ha afirmado que el juicio de Dios se dirigirá no sólo a las personas sino a los pueblos, ya que la ética cristiana no puede ser interpretada, dijo, en clave "individualista", pues tiene, añadió, "una dimensión social como ha enseñando el Concilio".Wojtyla dijo que cuando Cristo reconoce como efectuado a su favor o contra él cuanto se hace a favor o en detrimento de un desheredado "está hablando de la dimensión global de la injusticia y del mal; está hablando de lo que hoy solemos llamar el enfrentamiento norte-sur, y no sólo este-oeste. Un norte cada vez más rico y un sur cada vez más pobre".

Las palabras del Papa resonaban con fuerza ante aquellos miles de personas entre las que había numerosos prófugas de Vietnam, de América Latina y de varios países del Este. El monumento sobre el que había sido colocado el altar era como un antiguo templo azteca, cubierto con un techo en forma de una gigante paloma picassiana, con las grandes alas abiertas.-

Quinientos pichones y 5000 globos fueron lanzados, al aire en el momento en el que Wojtyla entró en el parque del aeropuerto donde se celebró la misa. Un aeropuerto militar que conservará el recuerdo de las palabras más duras pronunciadas hasta ahora por el Papa en este viaje, como cuando afirmó: "Sí, el sur del mundo se hace cada día más pobre y el norte más, rico. Más rico también de misiles, con los cuales las superpotencias y los bloques pueden recíprocamente amenazarse y lo hacen".

Los dos imperialismos

Pero que el mundo este atento, comentó el Papa, "porque a la luz de las palabras que hemos leído de Cristo este sur pobre juzgará un día al norte rico y los pueblos pobres y las naciones iniligentes juzgarán a estos pueblos que les roban estos bienes arrogándose el monopolio imperialista de la economía y de la supremacía política a costa de los demás"El Papa puntualizó que un pueblo o una nación pueden ser pobres porque les falta el pan, pero también porque carecen de libertad o porque no puedengozar de los derechos humanos. De este modo, Juan Pablo II ha querido condenar igualmente los dos grandes imperiálismos mundiales, un concepto que había sintetizado, una vez a un sacerdote y poeta amigo suyo que lo había acompañado en una gira por Estados Unidos antes de ser Papa. Una noche en Nueva York, el cardenal Wojtyla le pidió que le buscase una familia sencilla de polacos para ir a cenar, comentándole que si tuviese que dar un juicio personal. sobre la condición de la vida de los hombres actuales, lo sintetizaría diciendo: "Ni Nueva York, ni Varsovia". En su discurso de ayer, Juan Pablo II, evocando la encíclica de Pablo VI Populorum progressio, recordó que "el desarrollo es el nue vo nombre de la paz", subrayando que "la causa del desarrollo de los pueblos es una cuestión de la máxima importancia y responsabilidad social e internacional".

La segunda parte del discurso del Papa fue pronunciada casi en forma de oración: "El grito '¡Que la paz de Dios sea con nosotros!", dijo el Papa, "expresa todo el drama de nuestra época, toda la amenaza que pesa sobre ella". Y se preguntó: "¿La amenaza nuclear?", para responder: "¡Ciertamente!". Pero también, añadió, la amenaza de la injusticia, la que "proviene de la estructura rígida de los sistemas en los que el hombre no puede evitar la opresión".

Esto, concluyó el Papa, lo decimos desde Canadá, pero dirigido "a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a todos los grupos, las comunidades, las organizaciones, las instituciones, los gobiernos y las naciones. Les decimos que lo que cuenta de verdad en la historia es lo que hemos hecho y haremos por los otros y que lo importante será siempre el balance positivo de todo lo que es bueno en la historia del hombre".

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