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Errores humanos y problemas de seguridad provocaron el naufragio del transatlántico 'Columbus C' en Cádiz

Se encuentran muy avanzados los trabajos para reflotar el trasatlántico Cólumbus C, que estuvo a punto de hundirse en el puerto de Cádiz el 29 de julio pagado, con 900 personas a bordo. Pese a realizar la maniobra de aproximación con práctico, el barco chocó contra un dique y sufrió dos vías de agua; después quedaron abiertas puertas, estancas y escotillas, lo cual produjo la destrucción completa por el agua de tres cubiertas y de la sala de máquinas. Las extrañas circunstancias de este accidente han provocado varias hipótesis, y mientras el práctico, Tomás Copano, dice que "el barco no obedeció a la maniobra prevista", la compañía armadora descarta un fallo técnico.

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Tanto el práctico como la compañía coinciden en que "va a ser muy dificil establecer las causas de este accidente", opinión sustentada asimismo por la Administración marítima española. Otros técnicos apuntan a un grave error o exceso de confianza en la maniobra, así como a fallos en las medidas de seguridad interna, que provocaron "un naufragio de película", en expresión de capitanes de la Marina mercante. Ese mismo transatlántico había entrado otras muchas ve ces en el mismo puerto, al igual que los más de 2.000 barcos que lo hacen cada año.

Puede afirmarse que el viento no fue la causa principal del choque. Las primeras explicaciones describieron un barco práctica mente empujado por el viento de Levante, pero lo cierto es que fue a estrellarse contra el dique de ese lado. En su maniobra de aproximación (véase gráfico), el transatlántico se ciñó totalmente al espigón del este, pese a que disponía de una bocana de 300 metros de anchura para entrar; y cuando el capitán y/o el práctico intentaron rectificar, la máquina no tuvo, po tencia suficiente para salir de la zona peligrosa, estrellándose con tra la zapata (base sumergida).del espigón.La madrugada anterior no había sido tranquila en el puerto de Cádiz. Sopló el levante a rachas, y el práctico de guardia, Mario Sánchez, pasó algún momento dificil en los servicios que le tocó realizar. A las ocho de la mañana estaba. prevista la llegada del Columbus C, pero Mario Sánchez terminó su jornada a las siete, y el que salió a buscar el barco de pasaje fue Tomás Copano, quien pasa por ser un perfecto conocedor de la bahía.

El transatlántico, de 169 metros de eslora, entró algo escorado en el canal dragado que conduce a la bocana del puerto. Le sobraba profundidad, puesto que medía 28 pies de calado y entran barcos de hasta 32 y 34 pies (unos 1 metros). La marea era relativamente viva, con un coeficiente, no excesivo, de 0,8, ya que la oscilación normal se produce entre 0,4 y 0,9. Predominaba el viento de Levante, con velocidades de 76 a 80 kilómetros por hora.

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Las condiciones del mar no eran las más favorables, pero tampoco malas. En cuanto a las personas que gobernaban el navio, sus cualificaciones profesionales eran in dudables: el capitán, Massimo Percivale, de 44 años, contaba con gran experiencia, y el práctico, Tomás Copano, de 59 años, es el más veterano de la bahía de Cádiz. Y sin embargo, el Columbus C, uno de los 122 barcos que entraron con -práctico en Cádiz durante el mes de julio, enfiló la entrada de la dársena aproximándose excesiva mente al dique de levante. Unos pescadores que habían madrugado para echar sus cañas al agua desde el espigón salieron des pavoridos al ver la mole que se les echaba encima. El choque abrió, dos vías de agua en la sala de máquinas. Un hombre rana de 32 años, Manuel Álmerón, alias Chinita, que se lanzó a reconocer las averías, en contró "dos brechas por babor, una de cuatro metros de -larga por 20 centímetros de ancha, a unos tres metros por debajo de la línea de flo tación, y la otra de unos tres metros de longitud y anchura, parecida a la primera, dos metros por debajo de aquélla. Había también golpes más pequeños en el mismo lado".

Puertas abiertas a la inundación

La indiscutible competencia del práctico, reconocida por todos sus compañeros y por muchos capitanes, incrementa el asombro ante lo desastroso de la maniobra. Un año antes, otro barco había chocado contra el mismo espigón, produciendo, las roturas superficiales en forma de V que pueden apre,ciarse todavía en su morro; pero ni aquel barco se hundió ni ninguno de los golpes anteriores ocasionó consecuencias parecidas. Es la primera vez que se hunde un buque en Cádiz a causa de un accidente.

Además del choque, hubo otros errores. Los equipos de rescate encontraron abiertas las puertas estancas y numerosos -portillos de ventilación, lo cual indica que, una vez producidas las vías de agua, la inundación halló paso franco entre compartimientos que debieran haber estado herméticamente cerrados. El agua de la sala de máquinas -que fue la parte en que se produjo el choque- no habría hundido el navío por sí misma, segun aseveran varios técnicos. La estanqueidad del transatlántico falló, bien porque existieran averías previas, bien porque la tardanza en dar la alarma hizo que no se tomaran medidas de seguridad.

Desde el punto donde se produjo el choque hasta el muelle de atraque hay aproximadamente 1.000 metros. Ésta fue la distancia que el buque recorrió, hundiéndose poco a poco. Tres remolcadores presionaron el costado de babor para empujarle contra el muelle y se pidió auxilio a la base de Rota, que envió otro remolcador. El primer hombre rana que se había lanzado al agua, Chinita, taponó provisionalmente las brechas con mantas y colchonetas hasta que llegaron las cuñas de madera pedidas a la cercana factoría de Astilleros Españoles, y con ellas, un segundo hombre rana, El Pantera, que ayudó a su compañero a terminar el trabajo. Ambos pasaron momentos duros, porque las hélices de los cinco remolcadores enturbiaban el agua y tendían a atraerles hacia ellas.

Mientras eran taponados los

boquetes de babor, el barco acentuó su escora de estribor. Pasajeros y tripulantes abandonaron el transatlántico, unos a través de la escala y otros saltando corno pudieron; fue entonces cuando el agua comenzó a entrar a borbotones por las escotillas y portillos de estribor. Una vez que se vieron a salvo, algunos de los pasajeros filmaron, flemáticamente, la escena final de sus vacaciones en el mar.

Un barco viejo

Todo esto ocurrió en un buque relativamente viejo -31 años de servicio-, que en el momento de su construcción fue un orgullo de la flota alemana, pero que ahora era utilizado de segunda mano por la naviera italiana Costa Armatori, la cual, a su vez, lo había cedido a una empresa alemana para via jes de tipo charter. Veinticinco años es ya una edad avanzada para muchos barcos; incluso la compañía española Trasmediterránea no tiene ningún navío de pasaje con más de 16 años, y su media está por debajo de 10.

El Columbus C navegaba, además, bajo pabellón de conveniencia -panameño en este caso-, lo cual implica menos formalidades y complicaciones legales para el armador, que en teoría actúa como operador circunstancial de un barco extranjero.

Por fortuna para los 620 pasajeros (alemanes y holandeses) y los 280 tripulantes, el accidente ocurrió a la llegada, cuando el pasaje estaba listo para salir de excursión a Sevilla en cuanto el barco atracara, lo cual facilitó la rapidez en la evacuación. También estaban preparados dos remolcadores, que debían haber ayudado al transatlántico a dar un giro completo dentro de la dársena; esa maniobra se hace para atracar con la proa hacia la boca del puerto, facilitando así la salida nocturna, como estaba previsto en los planes iniciales. Los técnicos reconocen que el mismo accidente, sucedido durante la maníobra de salida, habría tenido consecuencias más trágicas.Los prácticos no toman el mando de los barcosSegún el práctico que se encontraba a bordo, Tomás Copano, "nosotros respondemos de los fondos, pero en este caso el choque fue contra un espigón que está a la vista", Al mismo tiempo recuerda que Ios prácticos no tomamos el mando de los barcos; sólo somos asesores del capitán".No obstante, el práctico prefiere no hablar mucho -"mi abogado me ha dicho que puede perjudicarme"- y se limita a explicar que se encuentra actualmente de vacaciones y que prepara el retiro, ya que en enero cumplirá 60 años. "Esto ha sido un mal trago", dice, "porque ha ido a ocurrirme tras 22 años de profesión sin un solo percance, además de 19 navegando, cinco de ellos como capitán".La Administración española se toma con calma lo sucedido. Para la Comandancia de Marina de Cádiz, no hay nada que comentar "hasta que se produzca un pronunciamiento judicial, si hubiera lugar a ello". En cuanto a la Dirección General de Marina Mercante, su reacción es que el caso del Columbus C "ha sido un desgraciado accidente, cuyas causas no se conocen todavía, que pudo producirse por un error en el cálculo de la curva evolutiva -en la maniobra de aproximación- o bien por una avería en el timón".

Por su parte, un portavoz de la compañía propietaria considera que "es una de esas cosas tontas que pasan. Fallo técnico no hubo. Quizá fueron las corrientes o tal vez algún error humano".

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