La Orden del Imperio Británico y la Cruz de Hierro, sobre el mismo pecho
Juan Pujol García, era hijo de una mujer granadina, Carmen García, muy religiosa, y de Juan Pujol Pena, un químico textil olotino que consiguió unas tinturas negras para la seda muy codiciadas y cuya calidad, unida a un trabajo constante, le permitió llevar una vida acomodada para él y su familia.El joven Juan estudió en un instituto de Barcelona el bachillerato. A sus 24 años estalló la guerra civil, consiguió no ser enviado al frente inmediatamente, pero fue movilizado luego y enviado al frente del Ebro, en el bando republicano. Asignado a tareas de comunicaciones de radio tuvo, entre otros cometidos, el de hablar a viva voz desde las trincheras republicanas al otro bando, durante las tardes en las cuales los frentes se convertían en campos de batalla ideológica -o de confraternización encubierta- entre los combatientes rivales.
Un día pasó a las líneas franquistas y fue conducido a un campo de concentración de Deusto, en Vizcaya, de donde un fraile palentino, de nombre Celedonio, consiguió sacarle tras grandes esfuerzos. Se incorporó al ejército de Franco en Burgos y trabajó en el cuartel general burgalés, como oficinista.
Fue en los cuarteles generales de Franco en Burgos y en Salamanca donde justo entonces el británico Harold Kim Philby, uno de los más afamados espías de la URSS, cubrió la información para The Times de Londres sobre la guerra civil española.
Al terminar la guerra, Pujol viajó a Madrid y trabajó en la gerencia de un hotel de la calle de Velázquez. Fue poco después cuando acudió por primera vez a la embajada británica en Madrid a ofrecer su infiltración dentro del servicio secreto alemán. Los diplomáticos británicos rechazaron su ofrecimiento. Él siguió adelante. Trabó amistad con Gustavo Knittel (casa, calle de Francisco Silvela, 71, teléfono 269038; oficina Plaza de Aunós, 6, teléfono 333572) un nazi muy joven y muy fanatizado; adscrito a la embajada germana en Madrid, al que Juan Pujol convenció de que él era mucho más nazi aún. Fué Knittel quien le adentró en las técnicas del espionaje.
También se puso en contacto con Everard Kiechenbush (Andrés Mellado, 59, cuarto derecha, teléfono 211531, oficina; calle del Sil, 5, El Viso, Madrid, teléfono 237782). Comenzó a trabajar para los alemanes y pronto se granjeó su simpatía. Su prestigio creció.
Tras un viaje a Lisboa, Juan Pujol García, a quien los alemanes llamaban Arabel, consigue entrar en contacto con un teniente norteamericano, de apellido Demarest, adjunto del agregado naval estadounidense en Lisboa. Este convenció al atacché naval británico Benson de la importancia del asunto y, a su vez, Benson persuadió al servicio británico de la sinceridad del catalán infiltrado en el espionaje alemán y de su utilidad.
Una mujer
En esta aproximación, tuvo un protagonismo decisivo la primera esposa de Pujol, una española de nombre Araceli, madre de dos hijos de él, de quien se separó en 1949. Todos pensaron después que Pujol había muerto. Araceli rehizo su vida en Madrid. El contraespionaje británico traba ya en 1942 una fuerte ligazón con Pujol y lo saca de la península ibérica por Gibraltar, en un barco donde se le asigna el nombre de Garbo, no solo por sus dotes para interpretar diferentes papeles, sino porque el apodo aunaba siglas del apellido de su madre, García, con las del Bovril, (un anuncio de aquel jugo de carne se asemejaba entonces a Pujol García). Llegó a Londres Garbo comenzó su instrucción bajo la dirección del hispanobritánico Tomás Harris (Logan Place, London SW, 8), del contraespionaje.
Tomás, hijo de un anticuario británico de nombre Lionel Harris, y de Enriqueta, una española de raza gitana, era un experto en Francisco de Goya y trabajaba para el contraespionaje británico en España. Con el material recibido, Garbo comienza a intoxicar al Abwherableitung, el servicio secreto alemán que dirige el legendario almirante Wilhelm Canaris.
Al finalizar la contienda, Pujol fue condecorado con la Cruz de Hierro germana y también, en una ceremonia secreta, con la Orden del Imperio Británico, que hoy muestra con orgullo desde el fondo de una caja azul de terciopelo.
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