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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Negociar con ETA

Las ambiguas y poco convincentes declaraciones televisivas del señor Barrionuevo sobre las negociaciones con ETA constituyen, a mi juicio, el punto máximo de dejación de los derechos del Estado malamente, esta vez, administrados e interpretados por el Gobierno. La paz y el orden no son negociables, y así ha sido hecho constar repetidas veces. Forman la esencia de una nación de voluntaria estructura democrática y están muy por encima de programas o políticas concretas de partido. Y más aún cuando la hoy facción gobernante comprendió, al menos en los inicios de su labor, que se encontraba frente a un reto impuesto por un sector de corte y hechos sangrientos en claro desafío a un país abierto al diálogo y a la concordia. Ese reto ha costado la vida a más de 500 pacíficos ciudadanos, entre ellos servidores de la ley e ignorantes en vida de que su trágico y honroso fin pudiera tener, ahora, una contrapartida de falsa comprensión por parte de quienes exigieron de ellos la guarda de la paz a costa de sus existencias. Y ahora, cuando la acción del Estado mediante dificultosas gestiones logra la compenetración del Gobierno francés, cuando ETA comete errores sin cuento, como la voladura del Palacio de Justicia de Bruselas, ahora, en que la fuerza pública -resignada víctima de una guerra en la que participaba como seguro perdedor- empieza a replicar en orden al definitivo mantenimiento de la paz en la que participa el señor Barrionuevo, es cuando el Estado, en excepcional e insólito hecho histórico, iza bandera blanca y da entrada -por abandono- a un sector de corte gansteril, fuera de norma y ley, que logra su reconversión cívica por la fuerza de la metralleta.Nunca, en opinión de muchos, se ha dado una muestra de debilidad tan palpable por parte de un Estado, aunque se pretenda arropar por parte de algunos medios informativos tal medida como un acierto. Quedan presentes los cuerpos de los policías caídos, los lloros de sus deudos, la visión de un pueblo encadenado por el terror, las valientes denuncias e instransigencias de Txiki Benegas, el sentimiento de una nación que abomina el desorden: quedará presente la arrogancia de una facción violenta que, poseedora de los cauces lícitos para exponer sus reivindicaciones, asesina, extorsiona y quebranta la marcha de un país ansioso de orden; se da pie al crecimiento de un claro movimiento disgregador de la unidad nacional ya manifestado por el lendakari vasco y se renuncia a confiar en el Gobierno como obligado mantenedor de un necesario orden, fuere cual fuere el precio que haya que pagar por ello. Cualquiera, excepto el ofertado por el señor Barrionuevo

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