_
_
_
_
_

El Festival de Santander, entre el pasado y el futuro

ENVIADO ESPECIALLa Joven Orquesta Nacional obtuvo el sábado en el Festival de Santander un éxito tan fuera de lo común como difícil. Aunque la adjetivación de joven resulte suficientemente orientadora, lo cierto es que la formación sinfónica que dirige Edmond Colomer sonó con toda dignidad en la plaza Porticada.

Con ocasión de su presentación en Madrid, el mes de enero pasado, escribimos sobre la calidad de la JONDE, la decisiva utilidad de su existencia y la ejemplar tarea artística, pedagógica y organizativa del director Colomer y de su colaborador técnico Alfredo Carrión. Ahora, después del nuevo período de trabajo de los jóvenes músicos tras las actuaciones más recientes por toda España, la ampliación del repertorio y las largas ovaciones escuchadas en la cantabra e internacional plaza Porticada, pienso que no erré al escribir que la creación de la JONDE constituye la medida más positiva adoptada por el Ministerio de Cultura en favor de nuestra vida musical presente y futura.

Con sonido transparente, ágil andadura y expresividad depurada, la JONDE y su director lograron, una muy bella versión de la Quinta sinfonía de Beethoven; el concepto se acercó por espíritu y estilo al origen que esta música modifica sin negarlo: el clasicismo vienés. Colomer nos hizo gracia de las habituales grandilocuencias y evitó que el destino aporrease las puertas de la música.

Antes, el concertino Joaquín Palomares protagonizó una traducción clara, elegante, sensible y noblemente virtuosista del Concierto en mi menor de Mendelssohn, comprometido no sólo para el violín solista, sino para toda la orquesta. Los jóvenes músicos consiguieron lo que es sustancial en el autor de la Sinfonía italiana: un color orquestal de tonos suaves y contrastes sin violencia, pero muy evidentes.

El nombre y la música de Juan A. García Carrasquedo (17341812), que fuera primer maestro de capilla en la catedral de Santander, han vuelto a la vida sonora gracias principalmente al trabajo denodado de la inteligente musicóloga norteamericana asentada en Cantabria Lyne Kurzieknabe.

En la catedral, Lyne Kurzieknabe, su coral y un grupo de solistas de la Orquesta Sinfónica de Asturias han presentado la Misa en la menor, para soprano -que fue la muy brillante y musical María del Mar Fernández Doval-, coro a cuatro voces, violines y continuo. Una vez más sentíamos cómo los músicos de la escuela española piensan en casi renacentistas aun cuando se expresan en clásicos; también que, a pesar de influencias foráneas, la línea de continuidad con nuestro pasado -entre imaginero y madrigalesco- no llega a quebrarse. En esta misa, la expresividad se torna supersensible y los pentagramas transfiguran la pasión religiosa de las palabras.

Impostada en el ceremonial litúrgico, la obra de Carrasquedo encontró espacio adecuado y unos acentos de veracidad que quizá se atenúen en el escenario o el disco. La denominada Misa del festival dejó de ser acto formulario para convertirse en jornada de acusado interés cultural. Tanto, que gracias a este estreno el festival se ha enriquecido con unaziueva dimensión.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_