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Incluir la planificación familiar en la Seguridad Social costaría mas de 4.500 millones de pesetas al año

El conocimiento de los medios adecuados está en relación directa con la calidad de vida. Habría que pensar entonces que la de los españoles deja todavía bastante que desear, ya que el coitus interruptus sigue siendo el método más utilizado, a pesar de que no es fiable y coarta la práctica sexual. Aunque todos los métodos para evitar el embarazo, incluida la esterilización, están legalizados, no se ha realizado una campaña educativa y las mujeres que acuden a los escasos centros de planificación familiar conocen de su existencia por el método tradicional del boca a boca: se lo ha dicho una vecina o una amiga como si se tratara de una marca de detergente.Los centros de planificación desarrollan así una sanidad marginal paralela a la oficial. Precisamente hace un año el Insalud aprobó el Plan de Centros de Orientación Familiar, en el que se preveía la creación de 49 nuevos centros que estuvieran repartidos igualitariamente por toda España, y a la vez, mediante conciertos con la Seguridad Social, que los centros ya existentes se integrasen en esta red, homologando y unificando criterios; pero, ante la falta de coordinación, este plan ha fracasado.

Para realizar este proyecto se destinaron 500 millones, 350 de ellos para la creación de los nuevos centros y los otros 150 para que los organismos autónomos subvencionaran los ya existentes en sus comunidades. A últimos del pasado julio, según datos del proplo Insalud, sólo se habían creado cinco centros (Albacete, Segovia, Zamora, Ceuta y Melilla) y se esperaba la incorporación, en agosto, de otros 10 (en Alicante, Burgos, Santiago, Huesca, Lugo, Orense, Ribadavia, Palencia, Vigo y Teruel), pero se desconocía cuándo se abrirían los demás, a pesar de que el dinero para su creación está entregado. Andalucía y Cataluña, que tienen totalmente transferidos los servicios de sanidad, se negaron a seguir las indícaciones del Insalud sobre los puntos adecuados para situar los centros.

Este plan intentaba sobre todo corregir la mala distribución de los cgntros actuales: los 193 centros existentes están concentrados fundamentalmente en Madrid, Cataluña y País Vasco, y sólo un 6% de las mujeres en edad fértil recibe asistencia en las casas de salud de los ayuntamientos o asociaciones feministas.

Control médico

Por otra parte, la planificación familiar ha sido durante años una fuente de suculentos ingresos para la medicina privada y "a muchos médicos les gusta tener a su paciente atada a la consulta", dice Carmen Martínez Ten, ginecóloga en el centro de salud de Villaverde, en Madrid. "Si tú le enseñas a una mujer a usar adecuadamente un diafragma -uno de los métodos más antiguos y, se está demostrando, con un nivel de fiabilidad semejante al dispositivo intrauterino (DIU)- no la vuelves a ver por la consulta hasta los dos años, porque no requiere ningún tipo de control médico, al contrario que la pastilla, que necesita un análisis de sangre y reconocimiento cada seis meses".

En pastillas, o, en términos más científicos, anovulatorios, se ha gastado la Seguridad Social, aunque no se recetan como anticonceptivos, más de 1.000 millones de pesetas en 1982. Con la intención, precisamente, de incluir el control de natalidad en la Seguridad Social se ha calculado un coste estimado, excluyendo abortos y esterilización masculina, de lo que supondría su coste anual, situándose éste en torno a los 4.500 millones de pesetas por parte de la Seguridad Social. El coste total, añadiéndole la parte que sufraga el asegurado, sería de 5.639 millones de pesetas, repartidos según el porcentaje de utilización de cada uno.

La rápida caída de la fecundidad registrada en los últimos 10 años revela que se ha extendido el uso de anticonceptivos. Los únicos datos que se tienen de la utilización de los distintos métodos se recogieron en 1977, cuando éstos aún no estaban legalizados, por lo que la encuesta se realizó con enormes dificultades. Algunas de las conclusiones se han modificado levemente con los datos obtenidos en los centros de salud, abiertos justo a partir de esa fecha, pero no han cambiado sustancialmente.

Distinta eficacia

Quizá el más revelante sea el que los llamados métodos de alta eficacia son aún poco usados por los españoles. En la encuesta sólo se entrevistó a mujeres casadas que estuvieran en edad fértil. El 61% de ellas no deseaba tener más hijos, pero el 78% no controlaba la natalidad eficazmente. El 88% de las encuestadas conocía la píldora, pero sólo la usaba el 13%. En 1982 este dato se había actualizado, situándose en un 16,7%, según los casos atendidos en los centros d salud, y en un 27%, según las estimaciones de la Seguridad Social; pero hay que tener en cuenta que los anovulatorios se recetan para tratar distintas patologías, y no como anticonceptivo.

El método más utilizado en 1977 era el coitus interruptus (30,7%), seguido de la píldora; le seguía el ogino -el único aceptado por la Iglesia-, con el 12,67; preservativo, 7%, y el más fiable, porque elimina toda probabilidad de embarazo, la abstinencia, era el método usado por el 2,3%. de los matrimonios. El DIU sólo lo utilizaba un 0,6%, y las cremas espermicidas, un 1%. La gran mayoría de las mujeres que acuden a los centros de planificación quiere cambiar de método y sigue utilizando, lo que confirma los datos de 1977, el coitus interruptus mayoritariamente.

El 92,5% de los que practican el control de natalidad se declaran católicos, de los que un 72% se considera practicante.

Para Juan Díez Nicolás y Jesús María de Miguel, sociólogos, la "situación en España es paradójica, pues desde la derecha se atri buye el peso del control de la natalidad a las mujeres y la mayoría de las encuestas están solamente dirigidas a ellas. A su vez, desde la izquierda se reivindica el control de la natalidad por los grupos feministas, mientras que lo que sucede es que el control de la natalidad ha sido -y todavía es en España- un asunto, sobre todo, de varones. De los métodos que utilizan las parejas, el 59% son utilizados por los varones, el 28% por las mujeres y un 13% por los dos al unísono".

Necesidad de información

"Persisten muchos tabúes sobre los efectos secundarios de los métodos y su grado de eficacia. Sería necesaria una campaña de educación sanitaria que informase del control de natalidad con seriedad", señala Carmen Martínez Ten, que ha realizado para el Insalud un estudio sobre los centros de salud existentes en Madrid, todos con características muy similares. Por su parte, el Instituto de la Mujer prepara para este invierno una campaña informativa dirigida especialmente a mujeres de clases sociales más desprotegidas y a las adolescentes. Les preocupa especialmente este último grupo, porque el número de partos en adolescentes ha subido vertiginosamente. De 1964 a 1974 se pasó de 1.061 partos el primer año a 3.536 partos 10 años más tarde, lo que supone un aumento del 233%. Pero de este último año a 1978, es decir, cuatro más tarde, subió a 18.448 partos de mujeres entre 15 y 19 años, lo que supone un aumento del 504%.

La falta de información nécesaria en un momento en el que se aceptan con naturalidad las relaciones prematrimoniales es la causa directa de este aumento en los embarazos de adolescentes.

Los métodos que se recomiendan, por orden de eficacia, son: píldoras, DIU, métodos barrera (preservativo, diafragma y cremas espermicidas) y la esterilización, cuando se ha decidido definitivamente que no se quieren tener más hijos. La Seguridad Social sólo realiza la ligadura de trompas cuando hay una indicación médica, y en algunos hospitales con críterios muy restrictivos, como tener ya cinco hijos y más de 35 años. El coitus interruptus y el ogino (basado en el ritmo ovulatorio de la mujer) no ofrecen eficacia y presentan problemas de distintos tipos. Con el primero aumenta considerablemente, en los h ombres, la eyaculacion precoz y la impotencia, y la frigidez, en las mujeres. Con el segundo, se da un porcentaje de abandonos del 41%, porque coarta también la libertad sexual.

En los países más desarrollados las mujeres se plantean métodos que no afecten a su cuerpo. En Suecia y Estados Unidos ha disminuido el consumo de anovulatorios y el diafragma se abre camino de nuevo. Fue el método más usado desde que un médico alemán, Hasse, lo inventara en el siglo XIX, hasta que apareció la píldora. No les gusta a los médicos porque es económico, dura dos años y no exige control sanitario alguno. Algunos le acusan de ser "poco serio y eficaz", pero según los estudios realizados por Margaret Sanger, bien utilizado -los médicos tienen que enseñar a utilizarlo en varias consultas si es preciso- tiene una seguridad, similar a la del DIU, con sólo un 1,9% a un 3% de fallos.

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