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Un cura de Cangas de Morrazo inicia la cruzada contra los desnudistas gallegos

Vigo fue la primera ciudad española donde un arriesgado viandante se despojó de todas sus vestiduras para hacer streaking, aquella extraña aventura que consistía en dar una carrerita desnudo por alguna céntrica calle para protestar por cualquier motivo, y que tan de moda estuvo a finales de los setenta. También ostenta la provincia de Pontevedra otro récord curioso, en este caso debido a vecinos de Cangas de Morrazo que, recientemente, salieron tras su párroco, armado de garrote, a disuadir de la manera más directa a los desnudistas de la playa de Barra, situada en dicho municipio, de su actitud indecente de bañarse sin ropa alguna.

El cura párroco de Hío, localidad perteneciente al municipio de Cangas, encabezó ayer a un grupo de vecinos del lugar de Viñón que, armados de palos y estacas, increparon y amenazaron a los nudistas acampados en la playa de Barra, mientras la Policía Municipal de Cangas procedía al levantamiento de parte de las tiendas de campaña allí instaladas. Los enfrentamientos pueden recrudecerse hoy al estar previsto un segundo intento de desalojo.Los numerosos campistas instalados en las cercanías de la playa de Barra consideran que la campaña en contra de su permanencia en la zona está instigada por don Andrés, el párroco, cuya presencia se hizo ostensible en la operación de desalojo, por lo que, en los momentos de tensión, corearon voces de "que hable el cura, que hable el cura".

El levantamiento de las tiendas fue ordenado por el alcalde de Cangas, Luis Pena, que justificó su decisión por "comportamientos incívicos" protagonizados por campistas y nudistas, según denuncias de los vecinos del lugar próximo de Viñón, distante, sin embargo, del arenal. Los campistas, en su mayoría jóvenes, rechazan estas acusaciones, señalando que son móviles de tipo moral los que mueven a sus detractores.

Para proceder al desalojo se desplazaron a Barra efectivos de la Policía Municipal y de la Guardia Civil sin que esta última interviniera directamente. Los vecinos, portando palos y otros objetos, siguieron la operación, dirigiéndose de forma agresiva a los desnudistas aunque no se registraron agresiones físicas. El desalojo de los campistas fue aplazado hasta hoy, ante la resistencia de los desnudistas que consideraron que no infringían ninguna ley y reclamaron una orden por escrito para abandonar el lugar.

Una tradición de 15 años

Poco podían sospechar los amantes del desnudismo, que saludaron como un triunfo la autorización para practicar esta modalidad de baño en la playa de Barra, que habrían de vérselas con toda una congregación parroquial dispuesta a luchar por la moral y las buenas costumbres a garrotazo limpio. La playa, enclavada en el municipio de Cangas de Morrazo, también en la ría de Vigo, es, sin embargo, la de mayor tradición y solera como lugar de encuentro de los amantes del naturismo.La playa de Barra fue declarada apta para practicar el desnudismo por el Gobierno Civil de Pontevedra, que atendió una petición de la Coordinadora Nudista Galega, con sede en Santiago de Compostela. Esta organización es uno de los grupos que ha derrochado más argumentos y tesón en pro de los derechos del cuerpo a remojarse sin intermediarios textiles. Hace más de 15 años que aparecieron por el lugar los primeros desnudistas, que hicieron correr la voz rápidamente de las adecuadas características de esta playa por ser lugar de difícil acceso y con un tamaño medio de 800 metros de longitud por 50 de ancho. Según el concejal de playas del Ayuntamiento de Cangas, la de Barra, situada al suroeste de la península del Morrazo, en la parroquia de Hío, es conocida en toda España y en muchos países europeos.

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4.000 personas diarias

Ciertamente, todos los veranos es un punto inevitable de encuentro de un 25% de visitantes procedentes de Centroeuropa; otro 25%, del resto de España, y un 50%, del propio pueblo de Cangas, Vigo y otras ciudades gallegas. Diariamente pasan por la playa de Barra unas 4.000 personas.Cuando el Gobierno Civil de Pontevedra dio a conocer oficialmente la declaración de Barra como playa desnudista, hace dos meses, se produjeron las primeras protestas por parte de los vecinos de la parroquia de Hío, que no querían perder definitivamente este enclave para los bañistas tradicionales. En varios escritos dados a conocer por la Asociación de Vecinos de Hío llegó a acusarse a los desnudistas de salirse de la zona acotada y de llamar a las puertas de los chalés situados en sus proximidades para pedir agua, sin llevar ninguna ropa encima.

Cerca de la playa hay una docena de chalés, que suelen ser ocupados los fines de semana y de los cuales dependen algunas tierras de labor, dedicadas fundamentalmente a viñedos y maíz. Sus ocupantes han pedido reiteradamente al Gobierno Civil de Pontevedra y al Ayuntamiento de Cangas que se declare desnudista a otra playa más alejada, llamada Melide, para evitar nuevos problemas.

La playa de Barra está perfectamente delimitada por promontorios rocosos que la aislan de otras inmediatas y tiene difícil acceso por carretera, ya que desde el punto al que se puede llegar con coche hasta la misma hay que recorrer al menos un kilómetro.

Pero no es la de Barra la única playa desnudista autorizada oficialmente en Pontevedra. En las islas Cíes que se encuentran a una hora de travesía por mar desde el término municipal de Vigo, declaradas parque natural y con una belleza agreste que se ve beneficiada por la ausencia de vecindad, se puede particar el nudismo en la denominada playa de Figueiras o de los Alemanes, playa en la que resulta más ofensivo el traje de baño que la completa desnudez, hasta tal punto está afianzada esta práctica. Se encuentra a 300 metros del desembarcadero, y debe su segundo apelativo a su comparación con la del mismo nombre, también frecuentada por los desnudistas, en Canarias.

A esta playa se accede con facilidad desde el muelle principal de las islas y es un reducto tranquilo y apropiado para los desnudistas, aunque es frecuente encontrar entre los arbustos a los típicos mirones, que incluso se atreven a pasear sus cuerpos escandalosamente cubiertos con el meyba de turno, en un último y desesperado intento de controlar a las bañistas a media distancia.

En cualquiera de estas playas es difícil encontrar un solo palmo de arena libre en el verano, debido a la gran afluencia de propios y extraños, estos últimos procedentes por lo general de Orense Y Madrid.

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