_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La venganza es un placer literario

Uno de los triunfadores en la plaza santanderina del palacio de la Magdalena fue Fernando Morán, aquel Graham Greene español que formó parte de la reconstrucción de la novela española emprendida por Carlos Barral y sus muchachos. La conferencia de Fernando Morán requirió circuito cerrado de televisión, logro que sólo han conseguido en la misma plaza Fraga Iribarne, Emilio Romero y Alfonso Guerra.El que no haya contado un chiste sobre Morán que tire la primera piedra, pero lo cierto es que la historia futura, le pase lo que le pase y pase lo que pase, hará justicia a un político honesto que tiene el defecto excesivo de la impaciencia del inteligente. En el mundo actual es imposible que cualquier política exterior sea competencia exclusiva de un ministro de Asuntos Exteriores. Economía, Comercio, Defensa, Transportes, Industria, proponen y disponen en ocasiones sin que al ministro de Asuntos Exteriores le quede otra función que sacarse la estilográfica y firmar con los codos apoyados en esas mesas de palisandro carísimo, frente a frente del colega de turno. Y en las ocasiones históricas en que al mismísimo jefe de Gobierno le interesa internacionalizarse, la función del titular de Exteriores se complica aún más y al personal le parece que es algo así como un jefe de protocolo del aeropuerto de Barajas, siempre dispuesto a contestar la inteligente pregunta: ¿Justo el resultado?

Difícil tiempo político el vivido por Morán como ministro de Exteriores. Yo de sus enemigos me andaría con cuidado porque cuando le cesen o dimita, Morán será el dueño absoluto de su tiempo literario y la literatura es la única venganza lenta y segura que vale la pena. Los que aún nos resistimos a creer que las indecisiones fundamentales de la política exterior española son fruto de la inseguridad y no de la más maquiavélica de las sagacidades, sabemos que Morán figura en el bando de los menos cínicos. Algo es algo. Si nos atlantizan, que sea sin recochineo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_