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Literatura y música en el verano cántabro

Raubenheimer, huella del elegido

ENVIADO ESPECIALEl Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea ha cerrado su octava edición con un recital-homenaje a Mare Raubenhaimer, el triunfador en las pruebas de hace dos años, muerto este año en uno de los accidentes aéreos ocurridos en el aeropuerto de Barajas.

La personalidad de Raubenhaimer era muy fuerte y singular; su temperamento entusiasta, su criterio selectivo y una rara mezcla de instinto y razón, de fantasía y elegante sobriedad, se aliaban de modo, genial. En menos palabras: se trataba de un elegido. Con su desaparición inesperada el pianismo contemporáneo perdió la posibilidad de una veta original y enriquecedora. Por eso, y por el talante humano de Raubenhaimer, su hueco se evidencia en mayor medida.

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El húngaro Tamas Vasary, cuya aparición en la escena musical se recuerda también como la de un talento diferenciado, evocó a Raubenhaimer a través de Chopin y Liszt en un recital que abarrotó el claustro de la catedral santanderina.-

El pensamiento romántico de Vasary se define tanto por su fidelidad al pasado inmediato -con Rubinstein en cabeza- como por su identificación con ideales sonoros y expresivos más actuales. El secreto de Vasary reside, sobre todo, en la calidad do su sonido.

Desde el Nocturno en do sostenido menor, las Mazurcas o el Andante Spianato, de Chopin, o desde los Años de peregrinaje, de Listz, la memoria escalaba hasta la realidad de Marc Raubenhaimer. A escuchar la Consolación, de Liszt, pensábamos cómo el pianista surafricano ha sido el más brillante y a la vez el más triste capítulo en la historia del concurso Paloma O'Shea, tan sensible a la casi utopía artística como a las realidades humanísticas.

Al nombre de los primeros galardonados y premios especiales, ya comentados en estas crónicas, hay que añadir el del cuarto, premio, recibido por el chino FenPing Shu, que acaso cometió el error de elegir para la prueba final con orquesta el Segundo concierto de Rachmaninof, que no conviene a sus mejores cualidades. Quizá con un Primer concierto de Chopin las cosas habrían sido muy diferentes. Los premios quinto a octavo fueron concedidos por el jurado al argentino Daniel Rivera; al norteamericano William Koehler, a la soviética Nigora Ajmedova y al rusoamericano Edward Zilberkant.

El jurado, presidido por Federico Sopeña, estuvo formado por el compositor Cristóbal Halffter, el clavecinista Rafael Puyana y los pianistas José F. Alonso y Joaquín Soriano (España), Nicole Henriot (Francia), Lev Nikolaievich VIasenco (URSS), Jacobo Lateiner (EE UU), Maria Antonieta Leveque (Portugal), André Marescotti (Suiza), Josef Palenicek (Checoslovaquia), Maria Tipo (Italia), Fanny Waterman (Reino Unido) y Wu Zukiang (China).

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