Penuria olímpica
Los años van pasando y nuestro deporte olímpico continúa sumido en una notable penuria en cuanto a la conquista de medallas. Basta echar una ojeada a los galardones conseguidos por los participantes en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles para sentir un cierto escalofrío de impotencia. ( ... ) España, en cambio, hasta el momento sólo ha alcanzado una medalla de plata en remo. En determinadas disciplinas hasta hemos hecho el ridículo.Y esto nos sucede ahora, que aspiramos a organizar los JJ OO de 1992 en Barcelona. Y nos está ocurriendo en unos Juegos bastante devaluados por la ausencia del bloque soviético, circunstancia que en su día llevó a algunos de nuestros dirigentes a proclanlar las triunfalistas cuentas de la lechera. A estas alturas estamos en un nivel inferior respecto de cuatro años antes, cuando la 22ª Olimpiada de Moscú.
Sería injusto descargar las iras contra los esforzados deportistas españoles que hacen de tripas corazón para competir. Es la estructura la que ha de cambiar. Tenemos, por regla general, unos responsables federativos que, por no tener, no tienen ni la vergüenza de haber dimitido. A muchos de ellos los han tenido que echar a golpe de decreto después de haber dirigido las distintas especialidades deportivas todo lo mal que han sabido.
Nos gustaría saber qué enseñanzas van a extraerse de la experiencia presente si, como parece, nuestros olímpicos van a cosechar más calabazas que medallas. Porque somos capaces de preparar a fondo todo el mare mágnum de instalaciones y demás de cara a la candidatura, española para 1992 -cosa que es digna de encomio, desde luego- y seguir en la improvisación y en la canijería presupuestaria en el terreno deportivo.
Porque nos resistimos a pensar que el español no esté capacitado para competir deportivamente como un suizo o como un griego, es por eso por lo que tenemos que cargar contra los que están arriba y que suelen ser los que sacan el pecho cuando de tarde en tarde suena la flauta de la victoria.
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