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Un taxista de 35 años mata por celos a su esposa y al médico con el que había trabajado de enfermera

Un hombre de 35 años, Antonio Maja, de profesión taxista, fue detenido ayer por la policía en Madrid acusado de doble homicidio, después de que él mismo confesara por teléfono, a primera hora de la tarde, que había quitado la vida a su esposa y a un médico que intentaba mantener relaciones amorosas con ella. Los fallecidos son Enriqueta Baena, de 35 años, casada con el presunto homicida, madre de dos niños de 8 y 12 años, enfermera de profesión, y el médico oftalmólogo con el que había trabajado, Alejandro Marín, de 55 años, casado, con un hijo. Los hechos se produjeron en la consulta del médico, en el número 39 de la calle de Martínez Campos.

Los agentes que se trasladaron a la consulta, minutos antes de las cuatro de la tarde, pudieron detener a Antonio Maja sin que opusiera resistencia. Encontraron también los dos cadáveres y a otra enfermera, presa del pánico, encerrada en un despacho de la consulta. El hombre tenía en su poder una pistola Regina, del calibre 6,35, para la que no dispone de licencia. Los seis proyectiles del cargador habían sido disparados, aunque el último se quedó encasquillado en el cañón del arma. Ya detenido, Maja relató a los inspectores que su esposa trabajó en aquella misma consulta hasta unos días antes, y que el oftalmólogo se había enamorado de ella. Confesó que había disparado primero contra el médico, que presentaba heridas de bala en el hombro izquierdo y en el esternón y más tarde contra su esposa.

Según la reconstrucción policial de los hechos que precedieron al doble homicidio, el doctor Marín se presentó tres semanas atrás en el domicilio de Enriqueta Baena y su marido para explicar que estaba enamorado de la mujer y que quería vivir con ella. La exposición de intenciones del doctor dio origen a una fuerte discusión. Hace dos días, según relató a la policía, Enriqueta Baena recibió una carta de amor de Alejandro Marín, que mostró a su marido. El oftalmólogo le decía que los dos debían aclarar algunos extremos, y la citaba en su consulta el lunes, a las cuatro de la tarde.

A la consulta acudieron ayer Enriqueta Baena y Antonio Maja. Un testigo que los vio en el portal del inmueble se dio cuenta de que Maja llevaba a la mujer fuertemente sujeta por el brazo. Desde que vio entrar a la pareja en la consulta, Alejandro Marín advirtió el peligro y pidió a su nueva enfermera que llamara por teléfono a la policía, aunque a la muchacha no le dio tiempo. Escuchó el primer disparo y se encerró precipitadamente en una habitación.

Según Maja, se produjo una discusión entre Marín, Enriqueta Baena y él mismo, que dio por terminada al sacar la pistola y disparar dos veces contra el médico. En una habitación distinta, Enriqueta Baena se arrojó a sus pies, presa de la desesperación, y le dijo que había cometido una barbaridad. A Maja le bastóextender la mano y disparar a quemarropa sobre el cráneo para que la mujer cayera fulminada. Luego, avisó a la policía, a la que anunció que todavía tenía en su poder la pistola pero que no pensaba volver a hacer uso de ella.

Algunos vecinos del inmueble, que se encontraban ayer consternados por la violenta muerte del médico, aseguraron que "la enfermera era una mujer rubia muy atractiva". En más de una ocasión él mismo había comentado que "algún día me voy a encontrar con un disgusto".

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Según los vecinos, hace unos dos años había estado amenazado por dos hermanos por un asunto relacionado con otra mujer. "Eso era lo que le perdía", comentó un vecino del médico. Todos calificaron al doctor como "un profesional muy competente y conocido en su especialidad".

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