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Simón Peres e Isaac Shamir se reúnen hoy para discutir la formación de un Gobierno de unión nacional en Israel

Los líderes de las dos grandes formaciones políticas israelíes, el laborista Simón Peres y el primer ministro en funciones y cabeza del Likud, Isaac Shamir, iniciarán hoy en un hotel de Jerusalén conversaciones destinadas a la formación de un Gobierno de unión nacional. Ambos dirigentes fueron recibidos ayer por el presidente, Haim Herzog, con objeto de desbloquear la situación provocada por los resultados de las elecciones legislativas del pasado 23 de julio. En los comicios, el Alineamiento Laborista de Peres obtuvo 44 escaños y el Likud 41, en una Kneset (Parlamento) de 120 diputados.

El objetivo de las consultas Iniciadas por Herzog, que fueron anunciadas por el presidente antes incluso de que se conocieran los resultados electorales oficiales, era agilizar la formación de un Gobierno que haga frente a la crítica situación del país. Ayer mismo se anunciaba el recorte de las subvenciones gubernamentales a bienes de consumo básico en un 15% y a los combustibles en un 13%. Se van confirmando así los temores de que. desde el día posterior a los comicios comenzaría a deteriorarse la bonanza artificial en la que vivía el país desde hace unos meses, informa Antes de los contactos del presidente con los líderes de las dos grandes coaliciones -primero con Peres y luego con Shamir-, éstos, conscientes de las graves dificultades con que se enfrentan para obtener el apoyo de 61 diputados en la Kneset, manifestaron su disposición a gobernar conjuntamente. "Haremos todo lo posible para unir al pueblo y darle un Gobierno de unión nacional", dijo Peres tras mantener consultas con dirigentes de su partido. Posteriormente, tras las consultas informales con el presidente, confirmó que si Herzog le encomienda formar el próximo Gobierno incluirá en el mismo al Likud. Por su parte, Shamir llegó a admitir que no descartaba que el futuro Gobierno pueda estar presidido por Peres, si bien dijo: "Eso debemos negociarlo".

El portavoz del presidente, Ami Gluska, declaró a los periodistas que en las consultas de ayer no se habló para nada de quién encabezará el futuro Gobierno, sino únicamente de la disposición para formar un Gobierno de unión nacional.

Esta posibilidad se ha venido abriendo paso con fuerza creciente, hasta el punto de que destacados dirigentes de la facción liberal del Likud han manifestado que es necesario llegar á un acuerdo con el laborismo, aun cediendo el cargo de primer ministro a Simón Peres. Entre ellos se cuentan el alcalde de Tel Aviv, Salomón Lahat, y José Renner, presidente del Bloque de Trabajadores Liberales. Desde la vertiente contraria, el ex presidente Isaac Navon, después de una entrevista con el ex ministro de Defensa Ezer Weizmar, declaró que "había que contemplar el camino abierto hacia un Gobierno de amplia base", lo que un tanto ambiguamente alude a un acuerdo de coalición con el Likud.

El encargo presidencial

Los dos partidos concurrieron a la reunión con Herzog sobre todo para persuadirle de que debe llamar a uno de ellos con prioridad sobre el otro para encargarle oficialmente la formación de Gobierno. Eso daría al que fuera designado indudables ventajas tácticas sobre su adversario, ya que le proporcionaría 42 días para realizar negociaciones a fin de formar coalición, además del impacto psicológico que se supone causaría el encargo presidencial.Hasta tal extremo es así que los dos partidos se disputaron el privilegio de ser llamados en primer lugar para las conversaciones informales, y cuando se supo que Herzog había decidido convocar en primer término al laborismo, el presidente del Likud en el Parlamento saliente, Ronnie Nilo, acusó públicamente al jefe del Estado de parcialidad, debido a que "sigue siendo miembro del partido laborista" (Herzog, en efecto, fue diputado por el grupo de Peres hasta ser elegido presidente). Pero el hecho es que hasta ahora ni el Likud ni el alineamiento están en condiciones de formar coalición porque no han logrado los apoyos necesarios de sus eventuales aliados para obtenerla mayoría,de 61 votos parlametarios suficientes.

Mientras los laboristas expresaban al presidente su opinión de que debe encargarse la formación de Gobierno al líder del partido más votado (el suyo, por supuesto), los dirigentes del Likud aducían que están en mejores condiciones para lograr una mayoría suficiente. Este argumento, sin embargo, es más que cuestionable porque hasta ahora sólo han declarado que formarán coalición con el Likud el partido ultranacionalista Tehiya, que tiene cinco escanos, y el partido religioso Marasha, con dos. Con esto, el Likud, con sus 41 escaños, sólo llega a 48 diputados.

Hasta el momento siguen sin expresar claramente su postura los demás partidos menores que podrían apoyar tanto al Likud como al laborismo, y hasta se ha abierto una prematura disputa por la cartera de asuntos religiosos entre la nueva lista sefardí Shas y el Partido Nacional Religioso. Al contar cada uno con cuatro escaños, su resolución puede ser decisiva, pero se hace, al parecer, cada vez más dificil tanto al Likud como a los laboristas hacer coincidir a ambos en un acuerdo de coalición.

El laborismo, por su parte, sigue contando solamente con los votos de sus aliados naturales Shinui (tres escaños) y la lista de los derechos cívicos, Ratz, (otros tres), con lo que en total llega a 50, más los cuatro escaños de los comunistas (que darían su apoyo desde fuera del Gobierno) y los dos de la lista progresista.

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