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LA LIDIA / LAS VENTAS

Cogida grave del Niño de Aranjuez

El cuarto toro hirió de gravedad al Niño de Aranjuez cuando entraba a matar. El torero hizo la suerte con los terrenos cambiados, y el toro le esperó. El derrote fue muy violento, campaneó en el asta. Niño de Aranjuez se incorporó, pero no pudo volver al toro, que rodaba de la estocada. Las asistencias se lo llevaron rápidamente a la enfermería.Al Niño de Aranjuez le había correspondido un buen toro; no ese, que tenía media arrancada y solo pudo porfiarle voluntarioso. El otro, el tercero de la tarde, era el bueno, el único bueno de la corrida. Toro pronto al cite, boyante, Niño de Áranjuez abría el compás y templaba las series al natural. Un matiz: no se cruzaba, se colocaba fuera de cacho, y de esta manera el pase resultaba empobrecido de calidades, al tiempo que afeado de cierto ventajismo.

Plaza de Las Ventas

29 de julio.Cuatro toros del Conde de la Maza, bien presentados, flojos, escasos de bravura. Primero, de Ortigao, flojo. Quinto, sobrero de Fernández Palacios, de media arrancada. El Niño de Aranjuez. Pinchazo bajo y estocada caída (ovación y salida al tercio). Estocada de la que sale cogido (vuelta, que da la cuadrilla). Fernando Rivera. Estocada caída (ovación y salida al tercio). Dos pinchazos, bajonazo y descabello (silencio). Carlos Aragón Cancela. Estocada caída (ovación y salida al tercio). Pinchazo y bajonazo (aplausos). Rivera y Aragón confirmaron la alternativa. Parte facultativo. El Niño de Aranjuez fue asistido de cornada en el muslo derecho con una trayectoria hacia arriba de 20 centímetros que destroza músculos abductores con arrancamiento de la vena safena, y otra hacia afuera de 15 centímetros, con destrozos en el cuadriceps femoral. Pronóstico grave.

Seguramente Niño de Aranjuez, que torea muy poco, estaba desentrenado y ese toro bueno le facilitaba el entrenamiento que necesita. Es un síntoma que, en el siguiente, aún siendo peor, y además con mucho mayor trapío -se trataba de un serio galán, cornalón y astifino- estuviera más centrado. Luego sobrevendría la fatalidad de la cornada.

En la enfermería Niño de Aranjuez, Fernando Rivera y Carlos Aragón Cancela se quedaron sin padrino. No les hacía mucha falta a aquellas alturas, pues ya les había confirmado la alternativa a ambos, con el consabido ceremonial de intercambio de trastos y efusiones afectivas. El padrino abrazaba al neófito, y también al testigo. Después, el testigo era el neófito y el neófito testigo y volvía a abrazarlos. En los toros siguientes, se intercambiaban de nuevo los trastos y, naturalmente, los abrazos también. Habría que ver a los tres despidiéndose en la estación.

Puyazos alevosos

Los neófitos-testigos (o testigos-neófitos) demostraron oficio, a pesar de que tampoco contratan corridas. Será que lo traen bien aprendido de sus procelosas épocas de novillería. Toreros con oficio necesita la fiesta y cabe suponer que si les hubieran correspondido toros boyantes lo habrían podido lucir mejor. La realidad es que les correspondieron toros de media arrancada, los cuales empeoraban con los puyazos carniceros, hincados sañudamente por la espina dorsal atrás.

Es sabido y está dicho que cuando se pica trasero al toro se le castiga duramente -hasta podrían matarlo- con lo que pierde acometida, pero no pierde el sentido de defensa, ni fuerza en el cuello, por lo que el peligro del derrote se acentúa. Flojos que salieron todos los toros ayer, aún los desbarataron más, mediante los puyazos alevosos, mientras que la devanadera de los pitones permanecía intacta.

Al quinto lo rajó el individuo del castoreño. No solo lo rajó sino que le hizo un boquete, y cualquiera que se hubiera acercado a mirarlo habría podido ver el ruedo a su través. Ocurrió que nadie tenía ganas de bajar a mirar, volver a subir, y todo ese ajetreo, con el calor que hacía. El picador causante del taladro se llama El Bicho. El motivo exacto no se sabe.

Fernando Rivera mostró en la lidia colocación impecable, bregó con técnica, hizo un oportuno quite a un banderillero; y con la muleta, estuvo valiente y decoroso. A Carlos Aragón, también voluntarioso, se le apreciaban recursos de veterano, y eso que no lo es. Su último toro, sin embargo, parecía embestir noble por el pitón izquierdo, y la única tanda de naturales que le administró, no pasó de aseada. En fin, quedaron en tablas. Los tres toreros merecen repetir en Las Ventas y es de esperar que entonces tendrán más fortuna. Se les permitirá abrazarse cuantas veces quieran.

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