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La eventualidad y la falta de formación, causas del índice de siniestros en la construcción

El 61% de los trabajadores del sector de la construcción son eventuales, porcentaje que se eleva a medida que disminuye la edad de los trabajadores, según los datos recogidos en una encuesta del Instituto de Medicina y Seguridad del Trabajo. El estudio destaca que este tipo de contratación es la causa, entre otras, de la mayor siniestralidad del sector: uno de cada 10 trabajadores ha sufrido algún accidente laboral durante una permanencia en obra que no llega a los nueve meses de promedio.

Los autores de la encuesta subrayan, sin embargo, que las respuestas vienen mediatizadas por la propia situación del sector -alta eventualidad, provisionalidad, etcétera- y que a veces son contrarias a las observaciones hechas por los propios encuestadores. El sector de la construcción ocupa el segundo lugar por su índice de siniestrabilidad y el primero en cuanto a su gravedad.Los trabajadores de la construcción permanecen durante muy poco tiempo en la misma obra, no más de nueve meses, lo que, a juicio de los autores de la encuesta -realizada en 666 obras- provoca dificultades de habituación. La escasa duración de los trabajos origina, por otra parte, una sensación de provisionalidad constante, lo que, a su vez, hace que algunas medidas de seguridad no se adopten o se establezcan medios poco adecuados.

Sin embargo, más de la mitad de los encuestados considera que el estado general de las obras es bueno o muy bueno. El documento subraya, no obstante, que estas afirmaciones difieren bastante de la realidad observada y que pueden responder a factores como el miedo al paro, la costumbre de trabajar en condiciones deficientes o la tendencia a aparecer bien ante los encuestadores.

Porque lo cierto es que la encuesta pone en evidencia que el exceso de mano de obra en el sector -o las facilidades para encontrarla- está produciendo que los trabajadores acepten situaciones de eventualidad y de trabajo que en otros sectores serían difícilmente asumibles. Así, se dice que el deseo de convertir la eventualidad en un puesto de trabajo estable obliga a los trabajadores a buscar mayores rendimientos, aún a costa de la propia seguridad.

En toda la encuesta subyace la sensación de que los encuestados están falseando sus respuestas. Del estudio podría deducirse que las medidas de seguridad son las adecuadas, que los ritmos de trabajo no son excesivamente agotadores, que el riesgo de accidentes no es muy alto. Sin embargo, al cruzar las respuestas se detecta una fuerte inseguridad, un desconocimiento de los derechos laborales y una disminución notable de su capacidad reivindicativa por temor a perder el empleo.

En este sentido, resulta significativo que la encuesta haya detectado una gran mezcla de trabajadores en una misma obra, de la propia empresa adjudicataria y de las subcontratas. Éstas suelen estar constituidas por antiguos encargados de otros contratistas de mayor entidad que con otros trabajadores constituyen empresas de dudosa legalidad que sólo aportan mano de obra y que, frecuentemente, sólo trabajan a destajo.

Esta situación desemboca en la existencia de numerosas miniempresas que arriendan sus trabajos a la empresa contratista que se ve así liberada de plantilla. Sin embargo, la encuesta realizada por un equipo del Instituto de Seguridad e Higiene en el que han intervenido, entre otros, Florentino Alonso, Ignacio F. Pinedo, Alejo Fraile y Carmen de la Fuente, da un porcentaje de autónomos en torno al 10%, cifra que cuestiona la propia encuesta.

En cuanto a la formación de los trabajadores, los datos resultan altamente significativos. Más de un 90% carece de estudios o sólo ha realizado los primarios, y muy pocos han recibido formación profesional. Tal vez porque la mayoría de los trabajadores muestra un cierto orgullo en afirmar que el oficio se aprende trabajando. Ello sumado a que existe dentro de este colectivo la idea de que para poner ladrillos no hace falta estudiar.

Sin formación adecuada

Sólo un tercio de los encuestados afirma haber recibido formación o información sobre seguridad en su trabajo. Pero la mayoría dice tener conocimiento sobre los riesgos de accidente y los medios de protección.También parece detectarse un temor a declarar el accidente. De hecho, los eventuales y los autónomos son los que menos accidentes declaran. Y los peones, la categoría de menor formación, son los que más corren el riesgo de sufrirlos, así como los que realizan tareas que no son realmente propias a su oficio.

A pesar de la dureza del trabajo, la mayoría de los encuestados (el 61%) no desea otro trabajo de mayor responsabilidad, lo que, en opinión de los autores del trabajo, parece demostrar un alto grado de conformismo. Y el 75% de los trabajadores considera que su oficio es muy interesante, porcentaje que disminuye, como es lógico, a medida que desciende la categoría laboral.

El papel que sindicatos y Administración juegan en los temas de seguridad, a juzgar por las respuestas, no parece muy importante. La mayoría de los trabajadores (el 84%) no está afiliada a ninguna organización y opina que ni las centrales ni la propia Administración muestran demasiada preocupación por estos temas.

Los trabajadores afiliados a un sindicato son los que muestran un nivel crítico mayor respecto a sus empresas y un mayor grado de tolerancia respecto al papel de las organizaciones obreras.

Como dato significativo, la encuesta demuestra que son pocos los jóvenes que, hoy en día acceden a trabajar en este sector. Sólo un 8% tiene una edad inferior a los 25 años. A juicio de los autores, la empresas de la construcción realizan mayoritariamente contratos por obra (sólo un 33,4% son fijos de plantilla) y, ante el excedente de mano de obra, seleccionan a aquellos que ofrecen mayores garantías de rendimiento.

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