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Reportaje:Preparativos de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles

Haro, dos vueltas al mundo corriendo

E. B., Si sumara todos los kilómetros que ha corrido desde que empezó en el atletismo, Mariano Haro tendría suficientes para haber dado dos veces la vuelta al mundo. Caminos de tierra, acequias, montes, llanos, riberas de ríos, carreteras y cualquier superficie por la que un hombre puede colocar un pie detrás de otro a velocidad considerable, haciendo lo que habitualmente se denomina correr, le han servido al León de Becerril para triturarse 165.000 kilómetros en poco más de 20 años. Sus fortísimos entrenamientos (de 25 a 30 kilómetros diarios), además de su pundonor, han hecho de él uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos. De ahí que haya corrido en todas las pruebas de resistencia que se conocen: 3.000 obstáculos, 5.000, 10.000, cross y maratón, aunque en esta última prueba con menos suerte.

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En los Juegos Olímpicos de México no logró una buena clasificación. Sólo pudo ser quinto en la única prueba que hizo mínima, los 3.000 metros obstáculos, en una de las eliminatorias, en las que pasaban los cuatro primeros. "En México me ahogaba, no se podía respirar por la altura".

La carrera histórica de Haro fue la de 10.000 metros lisos del estadio olímpico de Munich. "Aquella fue una carrera dura, durísima. Cada corredor estudiaba las caras, los movimientos de los otros, antes de que sonara el pistoletazo" En la línea de salida, monstruos de las carreras de fondo como Viren, el finlandés, o Yifter, el etíope. Mariano Haro partía con una desventaja fundamental respecto de los otros participantes: sólo un mes antes de que comenzaran los Juegos de Munich había conocido y competido en una pista de tartán. "Fue en Finlandia, donde era bastante conocido y participaba a menudo en encuentros internacionales, porque, al contrario que la mayoría de los atletas de entonces, yo era un corredor que se empleaba a fondo y que luchaba desde el principio. Yo no me metía en el pelotón para que tiraran de mí, para luego dar el tirón en las últimas vueltas. Por eso me llamaban".

No pensar en lo que queda

"En la media hora que dura, más o menos, una carrera de 10.000 metros tienes tiempo para pensar de todo, no es como una de velocidad. En la pista de Munich yo sólo veía gente nerviosa, dispuesta a dejarse la vida corriendo". La prueba se disputó a un ritmo desigual. El inglés Bedford lanzaba ataques cada 200 metros, pequeños hachazos que perjudicaron más al británico que a cualquier otro. Todos se vigilaban, nadie perdía comba. "Los cuatro primeros kilómetros son una lucha constante, tanto fisica como psicológica. Ves tan lejano correr 10 kilómetros que ni te fijas en la placa que te indica las vueltas que faltan, casi por miedo a ver la enorme cantidad de ellas que todavía hay que recorrer. Lo importante es no pensar en lo que queda". De pronto, Lasse Viren tropieza y cae, pero el finlandés neutraliza rápidamente la pequeña revolución en el pelotón. "Entre los kilómetros cuatro y seis comienzan a quedar los que tienen alguna posibilidad de conseguir medalla. Lo peor está en el siete y el ocho: todavía te parece una enormidad lo que queda y muy poco lo que has recorrido. Del ocho al diez te animas al pensar en todo lo que ya has pasado".

Es en estos kilómetros finales cuando se escapa Viren, al que se pega el gran favorito, el belga Puttemans. Haro corre emparejado con Yifter, hacia la recta final. Las dos parejas, una de dos hombres cercanos a 1,90 m. de altura y otra de menos de 1,70, levantan el clamor del público. La lucha es codo con codo. Al final, ni Puttemans ni Haro pueden aguantar los tirones de Viren y de Yifter. El finlandés se lleva el oro, y el español, el mejor resultado en atletismo hasta entonces para España.

Ahora Mariano Haro "se lo pasa muy bien". Tiene una tienda de chándalés en Palencia, a la que surte su propia fábrica de Becerril. Además, ostenta la representación en la región castellano-leonesa de una marca comercial de productos químicos. Se ha convertido en el palentino más popular de la época e incluso fue alcalde de Becerril en la anterior legislatura municipal. Continúa practicando el atletismo, "para no perder la forma", de manera esporádica, y en 1980 fue monitor del príncipe Felipe, junto con otros dos atletas de elite de su época, Lombao y Sánchez Paraíso, en un cursillo de iniciación al atletismo que tuvo lugar en Palma de Mallorca, y en donde, "por supuesto", el hijo del Rey no fue objeto de preferencias.

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