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Ramón Amorós,

alguacil de la localidad tarraconense de Sarla, es la víctima más reciente de la recoñversión tecnológica. Amorós, que llevaba 40 años realizando las funciones de pregonero, con sueldo a cargo de la corporación, se ha visto abocado a la jubilación forzosa porque el ayuntamiento ha decidido instalar un servicio de megafonía en el pueblo. Lo que no se sabe es si la noticia ha sido anunciada por los altavoces municipales.

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