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Soares y González analizan hoy el futuro de las relaciones hispano-portuguesas en la CEE

El balance y las perspectivas de las relaciones hispano-portuguesas con vistas a la próxima adhesión de los dos países a la Comunidad Económica Europea (CEE) son los objetivos de la visita relámpago que el primer ministro portugués, Mario Soares, inicia esta tarde en Madrid, acompañado por su. ministro de Asuntos Exteriores, Jaime Gama.

La cena de trabajo de Soares con el presidente Felipe González, esta noche en la Moncloa, sustituye al encuentro que debía haberse realizado el pasado 30 de junio en Lisboa. Al anunciar que "razones técnicas" impedían el desplazamiento del jefe del Gobierno español a Lisboa para asistir a la clausura de la conferencia sobre el Desafío democrático en América Latina, Soares había precisado que ambos Gobiernos estaban interesados en mantener estas conversaciones al más alto nivel "en el más corto plazo".El anuncio oficial de la visita de Mario Soares a Madrid y la presencia en Lisboa del ministro del Interior de España, José Barrionuevo, fueron aprovechados para insistir sobre la necesidad de "desbloquear" algunos asuntos pendientes y "disipar los malentendidos que subsisten" en las relaciones bilaterales, a la luz de la nueva situación creada por la cumbre europea de Fontainebleau y las garantías dadas por los diez a España y Portugal acerca de la fecha del 1 de enero de 1986 para la plena adhesión de ambos países a la CEE.

Desde el punto de vista de Lisboa, el ingreso de Portugal en la CEE y el reconocimiento por Madrid de la necesidad de encarar de ahora en adelante todo el contencioso bilateral de acuerdo con las normas comunitarias vigentes constituye un triunfo de las tesis defendidas por Lisboa desde 1980. La nueva era en las relaciones hispano-portuguesas, anunciada después de la cumbre ibérica de Lisboa, en noviembre de 1983, que no produjo resultados concretos, puede arrancar ahora bajo el arbitraje de Bruselas.

Facilidades comerciales

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En materia de intercambios comerciales, y a pesar del fracaso de la última ronda de negociaciones a nivel técnico, Portugal espera alcanzar mayores facilidades para sus exportaciones hacia España como resultado del desarme arancelario impuesto a Madrid por las normas comunitarias. En el capítulo de la pesca, Lisboa considera también que su intransigencia con España y la suspensión de hecho del tratado bilateral de 1969 ha tenido éxito: los derechos históricos de España en relación a los caladeros portugueses ya no corren el riesgo de entorpecer las negociaciones del expediente pesquero con la CEE.

Si, como es el deseo de Lisboa, todas las negociaciones de preadhesión entre Portugal y la CEE son oficialmente cerradas el 30 de septiembre, las autoridades portuguesas estarán a partir de esta fecha dispuestas a negociar la concesión de licencias de pesca a los armadores españoles según las nuevas reglas del juego.

Pero a medida que se aproxima. el fin de las negociaciones con la CEE, las diferencias de estrategia seguidas por Lisboa y Madrid se hacen más evidentes: la actitud portuguesa de entrar primero, prácticamente a cualquier precio, contrasta con la intransigencia española en algunos temas, y es de nuevo apreciable, en los medios políticos lusos, el temor de que dificultades de última, hora en el proceso de negociación de España retrasen la conclusión de la adhesión portuguesa.

En Madrid, Soares tendrá una vez más la oportunidad de explicar a Felipe González las consecuencias negativas de un eventual retraso para la situación política interna de Portugal, la estabilidad de su Gobierno y sus esperanzas de vencer en las elecciones presidenciales de 1985.

El asunto OTAN será también abordado desde una perspectiva europea. Mario Soares no esconde en privado su temor a que Felipe González no consiga convencer a la opinión española y al propio PSOE de la necesidad de permanecer en la Alianza Atlántica, y el dirigente socialista portugués es abiertamente favorable a una península firmemente atlantista y liberada de las tentaciones neutralistas y tercermundistas. Finalmente, los dos jefes de Gobierno harán balance de la de la situación interna de los dos países.

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