_
_
_
_
Reportaje:

Singapur, un nuevo El dorado que emerge en el universo financiero internacional

El desarrollo económico registrado en las dos últimas décadas en Asia, y especialmente en los cuatro pequeños japones (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur) atrae cada vez más importantes inversiones de Europa y Norteamérica. Los hombres de negocios occidentales llenan los hoteles de las capitales de este nuevo El dorado asiático y los rascacielos se pueblan de oficinas de compañías multinacionales. Con la amenaza de su restitución a China en 1997, un cierto pánico comienza a cundir en Hong Kong', y notables recursos humanos y económicos se van desplazando hacia suprima hermana, Singapur. Un enviado especial de EL PAÍS visitó recientemente esta ciudad-Estado.

Más información
Una isla 'distinta y distante '

Las autoridades de Singapur procesaron, en mayo del año pasado, a Tan Chay Boon, acusado de propaganda subversiva. ¿El motivo? Una inscripción que hizo grabar en la lápida de la tumba de su hermano, un comunista que había sido fusilado en la vecina Malasia, en la que se elogiaba su lucha por unas ideas que le costaron la vida.El anticomunismo y lo que se ha dado en llamar ingeniería social son dos de los pilares básicos en los que se sustenta esta ciudad-Estado que disfruta de la renta per cápita más alta de Asia después de Japón. El derechista Partido de Acción Popular (PAP) gobierna desde la independencia, hace 25 años, mediante una especie de despotismo ilustrado que se encarna en la figura del primer ministro, Lee Kuan Yew, de 60 años de edad.

Con 2.500.000 habitantes, una estabilidad política a toda prueba y unas normas legales que favorecen la instalación de empresas y capitales extranjeros, Singapur ha protagonizado en las dos últimas décadas uno de los mayores milagros económicos de Asia. Junto a Corea del Sur, Taiwan y Hong Kong, los otros pequeños japoneses, la diminuta isla, situada al sur de Malasia, ha registrado en los años sesenta y setenta un crecimiento económico de dos dígitos, que sólo disminuyó recientemente, en plena crisis mundial, pero a unos niveles envidiables para el resto de las economías de mercado.

Ni siquiera el año pasado, cuando las previsiones oficiales se cifraban en un 2% o, a lo sumo, un 3% de crecimiento real, declinó el auge económico de Singapur, que creció un 7,9%. Después de Corea del Sur, Singapur, la "ciudad del león", que eso significa su nombre, es el país con mayor crecimiento del producto nacional bruto (PNB) de todo el continente.

Nuevos hoteles de lujo y docenas de rascacielos destinados a oficinas comerciales modifican constantemente el paisaje urbano de lo que fuera una típica ciudad colonial, fundada en 1819 por sir Stamford Raffles. Aquel representante de la East India Company supo elegir bien el emplazamiento del nuevo centro comercial británico en el sureste asiático. Singapur es hoy el segundo puerto del mundo, después de Rotterdam, y la estación de servicio marítima más importante de Asia.

Segundo puerto del mundo

Desde principios de esta década, Singapur ha reestructurado hábilmente su economía hacia el sector servicios, la especialización financiera y la alta tecnología. Un paquete de normas legales aprobadas en marzo de este año pretenden acrecentar el papel de la isla como un centro financiero offshore. Para ello se han reducido considerablemente los impuestos, en algunos casos a la cuarta parte del porcentaje del gravamen anterior, en todas las operaciones relacionadas con créditos sindicados internacionales que se hagan a través de Singapur.A finales de 1982 había en Singapur delegaciones de 118 bancos (13 locales y 105 extranjeros), 47 bancos mercantiles, 57 oficinas de representación de otros bancos y 80 compañías de seguros. Para los más optimistas, esto és sólo el comienzo. En los 13 años que quedan hasta que Hong Kong retorne a la soberanía de la República Popular China, buena parte de las instituciones bancarias y financieras de la colonia británica buscarán aires más seguros en Singapur. Nadie espera, sin embargo, que las cosas se precipiten hasta, por lo menos, dentro de cinco años.

'Ingeniería social'

Además del chino y el inglés, Singapur tiene otros dos idiomas oficiales: el mayalo y el tamil. Los chinos constituyen el 76% de la población, los malayos el 15%, los indios alrededor del 7%, y el 2% restante está compuesto por personas de otros grupos étnicos. La convivencia entre una población tan heterogénea se encauza a través de normas muy rígidas. Algo parecido a la sociedad orwelliana de 1984 llegó hace mucho tiempo a esta isla tropical. Es lo que se ha dado en llamar "ingeniería social" un sistema de modelar pautas y comportamientos sociales mediante la zanahoria y, más a menudo, el bastón.En Singapur está prohibido casi todo: escupir, hacer auto-stop, ir a la huelga, tirar basuras a la calle (una simple colilla de cigarrillo arrojada a una acera puede suponer una multa de, 500 dólares de Singapur, unos 250 norteamericanos, cerca de 40.000 pesetas). El consumo o tráfico de drogas se castiga con penas muy severas, incluida la de muerte (en marzo del año pasado un traficante de heroína fue ahorcado). Las autoridades han lanzado una campaña durísima contra los fumadores y el ministro de Cultura, Suppiah Dhanabalan, anunció recientemente que va a prohibir el chicle, calificado de "plaga social". Esta disciplina excesiva que reina en la isla puede frenar la inmigración de algunos técnicos de, Hong Kong.

El predominio del partido gubernamental, PAP, es tal que los gobernantes buscan fórmulas para otorgar a la oposición algún tipo de presencia en el poder legislativo. Sólo hay un diputado opositor, del Partido de los Trabajadores, en el Parlamento y, pese a ello, los constantes ataques contra él han incluido acusaciones como apropiarse. de fondos destinados a la campaña electoral. El ahorro obligatorio se encauza a través del Central Provident Fund y se destina a la construcción y obras ' públicas. El Gobierno dicta los incrementos salariales, que han sido mínimos en, los dos últimos años, desde que se optó por una política de austeridad para hacer frente a la recesión económica mundial.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_