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Las autoridades iraníes temen un rebrote del activismo armado de Muyahidin e Jalq

Las autoridades de Irán han decretado el estado de alerta en numerosos cuarteles de guardianes de la revolución de todo el país ante el temor de un rebrote de las actividades armadas y de propaganda de la organización político-militar Muyahidin Jalq, la más poderosa de cuantas se oponen al régimen de Jomeini, según informaron fuentes de este grupo.

Desde el 13 al 20 de junio, este partido, encabezado por Masud Radjavi, (asilado en Francia), despliega una intensa actividad opositora a lo largo de todo el país y en el extranjero, denominada Semana por los Mártires y los Presos Políticos.La organización de Radjavi acaba de presentar en varios foros internacionales una lista de más de 7.800 casos (de los 40.000 a su juicio existentes) de sus seguidores muertos durante la represión gubernamental.

En el informe se denuncia a 1.185 personas vinculadas al régimen de Teherán a las que considera torturadoras, y se ofrece un listado de 323 cárceles (44 de ellas secretas y 17 de éstas en la capital, Teherán), por donde asegura que han pasado cerca de 120.000 personas, detenidas por su oposición al régimen de Jomeini.

Sin embargo, Asadollah Ladjevardi, director del la prision teheraní de Evin, la más importante del país, niega que en Irán se aplique la tortura, rebaja sustancialemente el número de presos y asegura que las cárceles iraníes son "centros de rehabilitación" donde se "reencamina a todos aquellos que se han desviado del Islam".

Represión sistemática

La organización de los Muyahidines ha sufrido una represión sistemática desde la primavera de 1981, cuando miles de sus militantes se lanzaron a las calles de Teherán en actitud insurreccional para oponerse a la clericalización del poder y al derrocamiento del primer presidente de la República Islámica de Irán, Abolhassan Banisadr.Miles de guardianes de la revolución y grupos de hezbollahis, activistas próximos al Partido de la República Islámica, PRI, atacaron a los manifestantes y causaron numerosos muertos en sus filas.

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El ayatollah Bejesti, creador del PRI, libró y ganó entonces una feroz contienda política contra Banisadr. Sin embargo, Bejesti y 72 dirigentes de su partido, cuatro de ellos ministros y 24 parlamentarios, murieron en un atentado de gran magnitud registrado en la sede del PRI, en la plaza de Baharestán de la capital iraní, el 28 de junio de 1981. Del atentado se responsabilizó la organización de los Muyahidin Jalq.

Casi simultáneamente era asesinado el director de la prisión de Evin, Mohamed Katchui, y dos meses después el nuevo presidente Alí Rayai y su primer ministro, Javad Bahonar. A partir de entonces se inició una espiral acción-represión que produjo miles de muertes entre las filas de la oposición y también entre centenares de dignatarios (religiosos en su mayoría) del régimen.

Ello condujo a Irán a una forma de guerra civil interior -para algunos observadores inconclusa aún- que se desarrolla paralelamente a la guerra irano-iraquí.

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