El FMI impone nuevas medidas de austeridad a Portugal

El Gobierno portugués y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han llegado a un acuerdo de principio acerca de la política económica a seguir por las autoridades de Lisboa en los seis próximos meses, y que condicionaba la liberación de la totalidad de un préstamo de 480 millones de dólares, destinado a ayudar a Portugal a hacer frente a sus obligaciones financieras internacionales. El proyecto de acuerdo, que será ratificado hoy por el Ministerio portugués de Finanzas y el gobernador del Banco de Pórtugal, no será divulgado hasta su aceptación definitiva por la dirección del FMI.

Sin embargo, las grandes orientaciones de la "carta de intenciones" filtradas a la Prensa portuguesa por fuentes próximas de las negociaciones, indican que la política de estabilización, iniciada hace ahora un año, será mantenida hasta finales de 1985, e implicará, a corto plazo, un nuevo endurecimíento de las medidas de austeridad.

Una de las exigencias del FMI es la obtención de un saldo positivo en las cuentas del Fondo de Abastecimientos, instituto autónomo del Estado, alimentado esencialmente por las impuestos sobre la venta de gasolina y otros combustibles, que subvenciona los precios de los productos alimenticios de mayor consumo y los abonos agrícolas.

Al aceptar equilibrar la situación financiera del Fondo, el Gobierno de Lisboa se compromete a un nuevo aumento del precio de la gasolina (que podrá alcanzar los 120 escudos por litro, unas 150 pesetas), con sus inevitables repercusiones en cadena.

Otra imposición del FMI es la reducción del gasto público. Según la Prensa portuguesa, los Presupuestos del Estado para 1985 deberán introducir recortes por un valor global de un 20%, en términos reales, en relación a 1984, para que el déficit presupuestario no sobrepase el 7% del PIB.