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La OTAN busca alguna fórmula de integración que facilite al Gobierno español una salida para 'ganar' el referéndum

Andrés Ortega

La Alianza Atlántica está buscando fórmulas de integración -entre ellas un estatuto especial- que permitan al Gobierno español ganar el referéndum que se ha comprometido a convocar durante la presente legislatura para consultar a los españoles si desean que su país sigan en la OTAN o salga de la organización. El Gabinete podrá, así, presentar a los electores una integración que, por ejemplo, excluya la instalación de armamento nuclear en su territorio o que no recoja la obligación de cumplir el servicio militar en otros países de la Alianza. Con esas y otras salvedades similares, sería menos difícil la victoria en la consulta popular.

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El Gobierno español dispone de varias fórmulas para plantear una futura participación militar en la organización -que la Alianza pedirá- sin que ello implique una integración militar pura y simple. El abanico de posibilidades es amplio. Basta señalar el caso de Francia, que se salió de la estructura de mandos integrados de la OTAN, o los casos de Portugal o el Reino Unido, cuyos territorios no dependen de mandos internacionales de la OTAN.En medios atlánticos no se esconde que España, en la OTAN, no podrá permanecer de modo definitivo en la situación actual -de indeterminación y poca claridad-, que es el resultado de un planteamiento político de un momento específico. Dentro de la OTAN, existen posibilidades para que España encuentre una fórmula que evada la cuestión de la integración militar -e incluso de los mandos- sin que ello signifique estar al margen de las cuestiones militares. Incluso podría ser útil para algunos países miembros, si se piensa en la cuestión de Gibraltar.

Las preocupaciones en la Alianza de cara al referéndum español han sido puestas ya de manifiesto por personalidades como el secretario general saliente, Joseph Luns. Por su parte, el Gobierno español tiene como estrategia la de plantear el problema con una fórmula para ganar el referéndum. La integración militar de España en la OTAN no tiene por qué significar la instalación de euromisiles en el Pirineo aragonés (que llegarían a alcanzar hasta Bonn a lo sumo), ni que los mozos españoles vayan a hacer la mili en Alemania.

'OTAN a la carta'

Y al decir que España rechazará la plena integración militar en la OTAN no se está diciendo nada, pues no existe tal cosa como plena integración. Mejor sería hablar del "grado o modo de participación" militar española para aclarar un debate que debería versar más sobre el cómo (fuera o dentro de la OTAN) que sobre la abstracta pertenencia o no a este organismo. Pues en caso de que España se decidiese a permanecer en la OTAN y fijar su grado de participación militar, todo indica no sólo que podría tener sino que tendría un status militar particular en la organización.La OTAN a la carta es una realidad. Ahí está Francia, que desde 1966 no tiene tropas asignadas a los mandos internacionales de la OTAN. Pero Francia es un caso lejano del español, al disponer de armas nucleares y de tropas estacionadas en territorio alemán. Y Francia mantiene enlaces, oficiales permanentes con los mandos internacionales y por su territorio pasan los oleoductos de la OTAN.

En un extremo del grado de integración en la OTAN figura Islandia, que no tiene fuerzas armadas. En otro, Italia, la más integrada. Pero más interesantes para lo que puede ser el caso español son Noruega y Dinamarca, que no admiten "en tiempo de paz" -la expresión es importante- ni armas nucleares ni fuerzas extranjeras sobre su territorio, pero sí depósitos de armas, preparadas para la llegada de refuerzos en caso de crisis o de maniobras.

Doble estructura

Y están el Reino Unido y Portugal, casos aún más peculiares y quizá más interesantes para España. El Mando Aliado en Europa (ACE) no cubre el territorio del Reino Unido ni de Portugal, cuya defensa (salvo la integración aérea británica) no está puesta bajo ningún mando OTAN. El Reino Unido dispone de su propio mando marítimo -ACHAN, para el canal de la Mancha- y Portugal tiene a IBERLANT -también marítimo-, que, bajo un almirante portugués, depende no del mando europeo de la OTAN sino del Atlántico, SACLANT (con base en EE UU). Ello no quita para que Portugal tenga asignada una brigada a la OTAN para operaciones en el norte de Italia, ni para que las fuerzas británicas estacionadas en la República Federal de Alemania no dependan de ACE en tiempo de guerra. Pero sus territorios, por razones geopolíticas e históricas, no están cubiertos por ningún mando OTAN.La estructura de la OTAN está funcionalmente partida en dos: civil y militar; pero no es evidente ni fácil la distinción. La más alta autoridad es el Consejo Atlántico, y por debajo hay toda una serie de comités que tratan, dentro de la llamada estructura civil, de temas militares. De él depende el Comité Militar, que es la más alta autoridad de la estructura militar. En diciembre de 1982 el Gobierno de Felipe González escogió no salirse del Comité Militar, en el que se sienta al más alto nivel aunque no en sus agencias subordinadas. De este comité dependen los mandos OTAN: SACLANT, para el Atlántico; SACEUR, para Europa, y CINCHAN, que tienen otros subordinados.

Hay algunas fuerzas de la OTAN permanentes: la de los dragaminas en el canal de la Mancha y la naval en el Atlántico, que se nutre sobre la base de una rotación de las unidades. En cuanto a la Fuerza Móvil Aliada (FMA), para reforzar los flancos de la OTAN, las tropas asignadas permanecen en tiempo de paz en sus territorios. Verdaderamente supranacional sólo existen las telecomunicaciones y la red de alerta aérea (NADGE), que Francia también financia y a la que está enganchada.

Pero para el resto, las tropas y el material son de responsabilidad nacional, y la logística también, en su mayor parte. Así, no existen bases OTAN, sino nacionales o reguladas por acuerdos bilaterales entre países. Cada Estado asigna o afecta una serie de fuerzas a la OTAN y a sus mandos inten acionales. Pero en tiempo de paz permanecen bajo control nacional absoluto, incluso las que están en territorio extranjero, recibiendo solamente órdenes d e sus autoridades nacionales. La integración, salvo para las maniobras regulares, sólo se plasmaría en tiempo de guerra o crisis aguda, tras decisión política.

Sin embargo, esto requiere una planificación y coordinación previa, que también refleja cierto simbolismo de compromiso de los países para una defensa común. De ahí la simbólica brigada portuguesa para Italia, que permanece en Portugal.

Seguramente la OTAN pediría algo similar a España. Pero las decisiones sobre esta planificación se hacen en la estructura civil, del inismo modo que en esta estructura, en las reuniones de ministros de Defensa (en las que Francia no participa, pero España sí), también se discuten los objetivos de fuerza de cada país, que son objetivos nacionales. Lo que significa claramente que España está ya en la estructura militar, aunque no en los mandos de la OTAN. Es una cuestión de grados de participación.

Las interrumpidas conversaciones preliminares entre España y la OTAN sobre la integración militar ilustraron muchas dificultades, de una y otra parte, cuando se debatió la cuestión de los mandos. No hay queólvidar el caso de Gibraltar (que depende de SACLANT); y ahora del Foreign. Office en Londres han llegado noticias indirectas de que los británicos no insisten para nada en que España se integre en la estructura de mandos existente, sugiriendo la posiblidad de otras fórmulas.

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