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"No había sentido una sensación igual desde la guerra civil", afirma un testigo del simulacro de fusilamiento en Abena

"Fue como en la guerra civil. No había sentido una sensación igual desde entonces", recordaba uno de los habitantes de Abena, localidad oscense distante unos 20 kilómetros de Jaca, cuando se le preguntaba sobre el simulacro de fusilamiento llevado a cabo contra dos de sus vecinos, el pasado día 6, por una patrulla de nueve soldados pertenecientes a una Compañía de Operaciones Especiales del Ejército al mando de un teniente. "Esta acción ha rebasado todo lo imaginable y creemos que en justicia se deben exigir responsabilidades a los culpables de esta macabra broma", afirmaba otro de los testigos del hecho.

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Abena, situada en el Pirineo aragonés, y que apenas si cuenta en esta época del año con 40 habitantes, ya que los niños se encuentran en la concentración escolar de Jaca, vivió el pasado día 6, en palabras de Antonio Abadías, de 67 años ' "una situación de terror". "Desde que empezaron estas maniobras por la zona, teníamos noticias en el pueblo de que habían existido problemas con los militares en otras poblaciones. Nos enteramos de que en Castillo de Jaca habían intentado entrar de madrugada en una casa, pero no lo consiguieron al pedírseles una orden judicial. Sin embargo, nunca imaginamos que pudiera ocurrir lo que aquí pasó".Antonio Abadías, una de las personas que presenció el fusilamiento, ríe cuando se le pregunta si pasó miedo. Únicamente se limita a repetir que no daba crédito a lo que veía ante sus ojos y escuchaba al mismo tiempo: "Pelotón, preparados, apunten ¡¡¡fuego!!!

Las detonaciones coincidieron, según dice, con los gritos desesperados de la mujer del alcalde del pueblo, José Galindo, una de las dos personas colocadas contra la pared y los lloros de otras mujeres. La histeria se apoderó de algunas de ellas y varias corrieron a refugiarse en sus casas.

Mientras, los soldados y el teniente, que habían llegado al pueblo en un jeep, se reían de lo sucedido. "Después de ésto", afirma, "el teniente nos fue repartiendo a todos unos cigarros, por el miedo que habíamos pasado y se marcharon todos sin dar ninguna explicación". Media hora más tarde, un capitán del Ejército se presentaba en la pequeña plaza de Abena, lugar de los hechos y donde todavía se encontraban los vecinos del pueblo y pedía disculpas por lo sucedido, insistiendo una y otra vez en que, "por favor, no se diga nada de lo ocurrido".

José Galindo, de 62 años, alcalde pedáneo de Abena desde hace más de 20 años, contestaba ayer a las innumerables llamadas recibidas en su casa, donde se encuentra el único teléfono del pueblo, instalado recientemente. Insistía una y otra vez que todo fue una broma y que nunca pasó miedo, pese a ser él una de las personas que se pusieron frente al pelotón de soldados. "El teniente", señala, "me había dicho que no nos iba a pasar nada, así que cuando los soldados pidieron que todos los civiles bajaran a la plaza del pueblo, yo no tenía miedo. Y así se lo he dicho a todos; se trataba de una broma sin más importancia. Nos han hecho decir lo que no pensábamos decir".

El alcalde de esta población oscense de quien su mujer dice está enfermo y asustado, "más por la Prensa que por lo ocurrido hace una semana", trata en todo momento de restar importancia a lo sucedido y no entiende por qué se le da tanta trascendencia a un hecho que a su juicio no la tiene. "Hay que olvidar todo lo ocurrido", repite constantemente. No quiere hablar con los periodistas "para qué", se pregunta, "si aquí no ha pasado nada". Generoso Ara, la segunda persona que fue colocada frente al pelotón de soldados, se encontraba ayer en paradero desconocido.

No es, sin embargo, de esta opinión la mayor parte de los habitantes de Abena, quienes todavía se encuentran impresionados. Muchos de ellos piden responsabilidades. No obstante, otros como el alcalde, se niegan a hablar y huyen hacia sus casas ante la presencia de cualquier extraño. El mismo cura de Abena, Jesús Puyal, un joven sacerdote que ayer arreglaba el tejado de la iglesia no quiere recordar este hecho -"ese día yo no estaba en el pueblo"- y prefiere reservarse su opinión.

La esposa del alcalde, María Escaso, presenció el simulacro de fusilamiento de su marido. "Lo hicieron", dice, "muy en serio. Echaron un bando por todo el pueblo y nos juntamos en la plaza. No nos esperábamos nada de ésto, ya que nadie nos había comentado nada. Los soldados preguntaron entonces por José Galindo y Generoso Ara, que fueron colocados frente a la pared. Afortunadamente las balas eran de fogueo".

Uno de los vecinos, que prefirió omitir su nombre, comenta que lo sucedido ha causado una penosa impresión, "pero", recalca, "se debe separar claramente lo hecho por una persona con lo que son las Fuerzas Armadas". "Si se trataba de un simulacro, como dicen, podían haberlo advertido y no apuntar con las armas. Fue absurdo y se deben pedir responsabilidades, porque además, los soldados y el teniente venían en un tono muy chulo, casi provocativo", afirma.

Emisora asaltada

Radio Aragón, de Jaca, emisora de la cadena SER que adelantó la noticia del simulacro, fue asaltada en la noche del martes por unos desconocidos, que causaron destrozos materiales por valor de unas 250.000 pesetas en estas instalaciones. "Pensamos que se trata de alguien que está resentido por alguna información anterior. No queremos pensar que hayan sido los militares", comenta Carlos Sánchez, uno de los trabajadores de esta emisora. "Durante todo el día habíamos estado pensando si dábamos la noticia o no, y se lo planteamos a nuestra emisora en Huesca y ésta a su vez a Madrid. A media tarde nos dijeron que podíamos radiarla".

"Desde luego, los militares conocían perfectamente que la noticia estaba en nuestra redacción, pues tras enterarnos de forma casual de lo ocurrido, hablamos con ellos para confirmar el tema. No creemos que lo ocurrido en la emisora tenga ninguna vinculación con lo sucedido en Abena".

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