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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Disminuir los horrores de la guerra

Los GOBIERNOS de Irán y de Irak han dado una respuesta favorable a la propuesta del secretario general de la ONU de un cese de los bombardeos de poblaciones civiles a partir del martes 12 de junio. En la respuesta de Irán se dice incluso que será necesario el envío de observadores encargados de identificar la responsabilidad de eventuales violaciones de la tregua. La propuesta de Pérez de Cuéllar tiende a poner fin a una serie de terribles bombardeos que se han intensificado en los últimos días, causando cientos de muertos en diversas ciudades. La guerra entre Irak e Irán dura ya desde hace 44 meses, y es la primera vez que Irán acepta una iniciativa de las Naciones Unidas encaminada a limitar los efectos de la guerra. Si las declaraciones positivas de los dos Gobier nos se llevan a cabo y cesan de verdad los bombardeos, muchas vidas humanas se salvarán. Pero además una gestión internacional, puesta en marcha a partir de esa cuestión concreta, podría ser el arranque de ulteriores acciones diplomáticas enfiladas a buscar un camino hacia la paz.Hay que recordar que si bien Irak, una vez que fue expulsado de los territorios que inicialmente había conquistado, se ha pronunciado en favor de poner fin a las hostilidades, Irán, por el contrario, ha opuesto una negativa sistemática a todos los intentos de mediación. En ese sentido se ha expresado personalmente el ayatollah Jomeini, insistiendo en que la guerra sólo podría terminar con el hundimiento del presidente de Irak, Saddam Hussein. Levantar contra éste a los chiitas de Irak y extender la revolución islámica constituyen, sin duda, objetivos centrales para los sectores más fanáticos del poder iraní. Pero ya no es tan seguro que ésa sea una actitud inconmovible, la única posible en Teherán. En el seno del complejo sistema de poder que dirige el país se hacen sentir las consecuencias de las terribles destrucciones de la guerra; se baraja la cifra aterradora de 600.000 bajas. Las últimas elecciones pusieron de relieve, por lo menos, la existencia de discrepancias. Parece que hoy el sector más pragmático, representado por el presidente de la República, Sayed Alí Jamenei, ejerce un poder creciente. A él cabe, sin duda, atribuir el cambio que significa la aceptación de la propuesta de Pérez de Cuéllar.

Para Irak, en condiciones de inferioridad en efectivos terrestres, la limitación del empleo de la aviación representa una desventaja en el terreno puramente militar. Pero le interesa sobremanera cualquier paso que pueda abrir camino hacia una solución negociada. A pesar de que recibe fuertes ayudas en armamento, sobre todo de Francia y de la URSS, y que otros países árabes le sostienen financieramente, estaría en una situación sumamente dificil para afrontar una guerra aún larga. De otro lado, la propuesta de Pérez de Cuéllar se produce en un momento internacional en que, por partes diversas, el deseo de poner fin a la guerra en el Golfo es más fuerte que nunca. Durante un cierto tiempo, esa guerra pudo ser considerada por bastantes países como algo desde luego lamentable, pero que contribuía a anular las pretensiones de los dos contendientes a la hegemonía en la región. Pero lo que ahora se pone en primer plano son las consecuencias gravísimas, explosivas que podría acarrear la victoria de uno o de otro: bien un impulso a la ola islámica, bien un vacío de poder en una zona tan extraordinariamente delicada para el equilibrio mundial como es Irán

Por ahora, el factor nuevo que ha surgido es la respuesta positiva de los dos Gobiernos a la propuesta del secretario general de la ONU. Y no es poco; sobre todo, por lo que tiene de inesperado, de diferente a lo ocurrido en ocasiones anteriores. A la vez, una tregua de los bombardeos de poblaciones civiles implica la necesidad de un control internacional, mediante comisiones u observadores capaces de denunciar o testimoniar sobre las eventuales violaciones. Pérez de Cuéllar ha declarado que conviene ser prudente al opinar sobre las futuras etapas; pero lógicamente está preparando la forma práctica de poner en marcha ese sistema de control. Es evidente que en esta situación pueden cobrar mayor importancia otras actividades diplomáticas: el Comité Islámico de Mediación se va a reunir en breve. Sin embargo, los pasos dados hacia la disminución de los horrores de la guerra son aún endebles. La realidad de hoy sigue siendo una guerra terrible, que si ha sido monstruosa y absurda desde sus inicios, cada vez tiene menos sentido.

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