La oposición une sus fuerzas ante una mayoría que se presenta dividida a las urnas
Las elecciones que renovarán a los representantes franceses en el Parlamento Europeo se celebrarán el día 17 de junio. Los 35 millones de franceses que, al ser mayores de edad (18 años), podrán votar deben elegir a los 81 parlamentarios que ocuparán en el hemiciclo de Estrasburgo otros tantos de los 434 escaños de la Asamblea de las Comunidades Europeas. Los problemas de política interior están dominando la campaña, que oficialmente comenzó el sábado pasado.
Otras características de este escrutinio son que la extrema derecha va a medir su representatividad, que los comunistas pueden aumentar levemente su electorado y que, a pesar de que la construcción europea da la impresión de no interesarle a la gente, algo ocurre en este país al menos, porque las fuerzas vivas de todos los sectores del país vocean día y noche que sólo la unión europea salvará del declive al continente. Por ello, probablemente, se han multiplicado las llamadas pequeñas listas políticas o socioprofesionales.Catorce listas en total (el escrutinio por sufragio universal directo es de listas bloqueadas) van a concurrir a los comicios del día 17 inmediato. Las más importantes cuantitativamente son las de los que tradicionalmente se denominan los cuatro grandes: comunistas, socialistas, neogaullistas y centristas y liberales.
Los dos partidos de la mayoría gobernante, el socialista (PS) y el comunista (PCF), se presentan por separado: no sólo les desune el tema europeo (el PCF no niega que ha sido siempre hostil a la CEE), sino que, cada día más, las dos formaciones, coaligadas desde 1981 para dirigir el país, no coinciden prácticamente en nada importante por lo que concierne a la gestión interior de Francia.
Por ello, los resultados del día 17, quiérase o no, van a valorarse respecto a la política actual del Gobierno y van a influir en la relación de fuerzas a nivel interno. El secretario general del PCF, Georges Marchais, ha llegado a advertir al presidente de la República que lo lógico al día siguiente del escrutinio sería reestructurar el Gobierno.
Oposición unida
Teniendo en cuenta el desgaste de comunistas y socialistas, desde que, según el PCF, Mitterrand derechizó su política, los resultados europeos decidirán en buena parte el futuro de la actual coalición de izquierda.
Los dos partidos más decisorios de la oposición conservadora liberal, neogaullistas y centristas-liberales, acuden unidos al voto del día 17, con Simone Veil al frente, que fue la primera presidenta del Parlamento Europeo.
La derecha perdió en 1981 el poder, al margen de los errores personales de Giscard d'Estaing, debido a la desunión de los chiraquistas y los giscardianos. Por ello, hoy, la oposición quiere acumular todas las posibilidades para jugar al día siguiente del escrutinio su eventual resultado favorable contra el Gobierno.
Para Lionel Jospin, cabeza de lista socialista, el lema dominante consiste en presentar a Simone Veil como "más de derechas de lo que se creía". Para esta última, de lo que se trata es de "salvar las libertades", de las que Europa sería víctima si ganan los socialistas.
De estos cuatro grandes que de todas maneras absorberán la mayoría del electorado, los sondeos también revelan ecos de política interior: los socialistas han bajado y por ahora parecen contar con alrededor del 22%. Los comunistas, durante las últimas semanas, debido al descontento social (reestructuración industrial y despidos), han subido un poco y se aproximan al 14%.
Por el contrario, la lista de unión de la oposición conservadora-liberal, encabezada por Simone Veil, víctima de las pequeñas listas, baja leve, pero regularmente: el último sondeo le concedía alrededor del 43%.
En resumen, la izquierda gobernante aparece como perdedora de unas elecciones europeas injertadas por todos los costados de problemas interiores. La lista conjunta de la oposición conseguiría más votos, pero tampoco podría considerarse ganadora de no superar ampliamente el 45%.
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