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Los 'siete' buscarán en la 'cumbre' de Londres una acción concertada de sus políticas exterior y económica

Soledad Gallego-Díaz

Nadie espera resultados espectaculares de la cumbre de países industrializados que comenzará el próximo jueves, día 7, en Londres. Sin embargo, la crisis financiera, la deuda latinoamericana, el relanzamiento de la economía y problemas derivados de la guerra del Golfo exigirían ahora más que nunca una acción concertada de los países más ricos del mundo.

Ofrezca resultados o no, es de gran importancia que los líderes de los grandes países del mundo occidental -Estados Unidos, Japón, Canadá, Francia, República Federal de Alemania, Reino Unido e Italia, además del presidente de la Comisión Europea de la CEE- se reúnan a discutir. Todos ellos, salvo el primer ministro italiano, Bettino Craxi, son viejos conocidos y han participado en cumbres anteriores. La de Londres es la décima de la historia y llega en uno de los momentos mas delicados, cuando la economía de los siete comienza a recuperarse tras largos años de crisis.La gran estrella será, como siempre, el presidente norteamericano Ronald Reagan, que llega a la capital británica en plena etapa preelectoral y obligado a defender las líneas maestras de su política económica. En esta ocasión, Reagan puede encontrarse más solo que nunca, porque su tradicional aliada, la primera ministra británica Margaret Thatcher, que actúa como anfitriona, se ha alineado claramente con quienes desean que Washington controle más efectivamente su déficit presupuestario.

El razonamiento de los europeos es simple: si el Gobierno norteamericano acude al mercado de dinero en busca de préstamos para financiar su política, los tipos de interés suben como la espuma y el dólar se fortalece, poniendo en peligro la propia recuperación de los aliados. Washington no acepta que exista una relación entre ambas cosas y se limita a presentar sus resultados: gracias a esa política la economía norteamericana creció el año pasado en un 3,3% y ha arrastrado la de otros países europeos.

Tales argumentos no convencerán a sus colegas, que llegan a Londres seguros del daño que les está haciendo Estados Unidos. Thatcher y el canciller Helmut Kohl serán los primeros en poner el tema sobre la mesa, sin esperar a que lo haga, como en cumbres anteriores, el presidente francés, François Mitterrand.

Thatcher querría que la reunión se desarrollara como "una discusión de negocios", con la agenda abierta y un clima de confianza. Por eso ha advertido que no hay que esperar milagros.

Salvar la estructura bancaria

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Uno de los primeros problemas que plantearán europeos y japoneses será la renegociación de la deuda latinoamericana. La crisis del Continental Illinois, que tuvo que ser rescatado por el Fondo Federal estadounidense, ha puesto muy nerviosos a los principales bancos de todo el mundo. Si México y Argentina se niegan a pagar los intereses de su deuda, prácticamente toda la etructura bancaria occidental sufriría un golpe incalculable. Washington ha mantenido hasta ahora que hay que estudiar cada caso individualmente, pero las otras capitales, y muy especialmente Londres, Bonn y París, no están de acuerdo.En un reciente debate ante las cámaras de televisión, tres personalidades británicas, Denis Healey, laborista; Roy Jenkins, socialdemócrata, y Terence Huggins, destacado conservador, coincidieron en considerar urgente una acción conjunta a través del Fondo Monetario Internacional. Para ello, los países miembros tendrían que aumentar espectacularmente la dotación de ese organismo. Ésta será una de las principales reivindicaciones a las que tendrá que hacer frente Ronald Reagan. Si la cumbre de Londres llegara a un acuerdo al respecto, se habría logrado parar el pánico de los medios bancarios e introducir un elemento de equilibrio para la economía occidental, porque, como explicaba Healey, "si los países del Tercer Mundo no tienen dinero, ¿a quién le vamos a vender?".

No todo serán discusiones puramente económicas. Los líderes viajan acompañados por sus ministros de Hacienda y de Asuntos Exteriores y tratarán también de problemas políticos. Japón, el país mas afectado por la guerra del Golfo, e Italia presentarán sugerencias para "crear en el área una atmósfera que permita acuerdos pacíficos". En cualquier caso, la propia Margaret Thatcher ha dejado claro que su Gobierno no se verá inmerso en el conflicto del golfo Pérsico, posición que comparten Francia y la República Federal de Alemania.

El comunicado final de la cumbre, que ya está prácticamente redactado, hablará del éxito de la política antiinflacionaria, del crecimiento económico y de la necesidad de seguir luchando contra el proteccionismo comercial. Los puntos claves, sin embargo, no serán ésos, sino los relativos al déficit norteamericano y a la deuda de América Latina.

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